Elecciones controladas y baratas
¬ Luis Ángel García lunes 2, May 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La iniciativa electoral de la 4T busca destruir al INE como organismo ciudadano, autónomo e independiente, devolver el control y manipulación de los comicios al gobierno y mantener, con raquíticos recursos, un aparato burocrático dispuesto a recibir órdenes. Se centralizan las elecciones al desaparecer los órganos electorales estatales y, al transformar los distritos electorales en regiones, se garantiza la mayoría calificada para el partido en el poder.
Falso que la reforma electoral pretenda tener un nuevo organismo electoral austero y a prueba de fraudes. Se busca destinar el menor presupuesto posible al nuevo “árbitro” electoral para tener recursos destinados a subsidiar las pensiones de los viejitos o las becas para los “ninis”; es decir, contar con dinero para sufragar el uso clientelar de los programas sociales. Acabará la profesionalización de los funcionarios electorales para que sus posiciones sean ocupadas por gente con 90 por ciento de lealtad a la 4T y 10 por ciento de conocimiento, no importa si tienen experiencia en el tema. Nadie cree que la elección de los nuevos consejeros será resultado de la votación directa y universal, sino de una designación encubierta por el partido en el poder, como las consultas de Morena para decidir a sus candidatos a cargos de elección popular.
La añoranza del inquilino de Palacio Nacional por el populismo setentero se refleja en la iniciativa de reforma electoral que envió al Congreso. Busca revivir las viejas glorias de la Comisión Federal Electoral, presidida por el titular de Gobernación, donde se organizaban las votaciones y se acotaban los triunfos de la oposición, se fraguaban los fraudes para negar el triunfo de candidatos incómodos o se sacaban, a rajatabla, las victorias de personajes impresentables.
Si bien es cierto que el propio sistema priista propició la apertura democrática y posibilitó la presencia de la oposición en el Congreso a través de los legisladores plurinominales, la reforma política ideada por Jesús Reyes Heroles -el Ortega y Gasset mexicano, como lo definió el entonces presidente José López Portillo-, se cuidó de reservar para sí, el control de los comicios, de tal suerte que la oposición avanzó hasta donde quiso y le permitió el propio régimen.
Llama la atención que uno de los artífices de la nueva enmienda electoral, Pablo Gómez -líder estudiantil del 68 y dirigente de izquierda, metido ahora de policía fiscal-, proponga la destrucción del actual marco legal electoral, tal vez porque se siente más cómodo con la figura de las diputaciones de representación proporcional, ya que él fue de los primeros beneficiarios de este esquema, tanto como legislador federal como asambleísta en el entonces Distrito Federal. Lástima que a este excelente tribuno le gane el fanatismo de la 4T.
Los resultados de las elecciones intermedias, donde se perdió la mayoría calificada y la mitad de la CDMX, así como el fracaso de la absurda consulta de revocación, encendieron los focos rojos en la 4T rumbo al 2024. Por ello insisten en desaparecer al INE y articular un mecanismo de control electoral que les garantice la supervivencia del proyecto político del Presidente.
Cómo puede ser confiable una reforma electoral, cuya coautoría es del mismo secretario de Gobernación que violentó la ley al distraer recursos públicos para hacer proselitismo en los estados, descalificar al INE y auspiciar el linchamiento de los consejeros. No demuestra imparcialidad el conductor de la política interior del país, quien debiera alentar la sana convivencia de todas las fuerzas políticas. Y qué decir de Horacio Duarte, que lo mismo sirve de agente aduanal que de ideólogo del régimen.