El voto del miedo
Ramón Zurita Sahagún martes 26, Abr 2022De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El voto del miedo ha sido usado en algunas ocasiones en México, para asustar al electorado sobre las pretensiones de algunos candidatos a cargos de elección popular.
Se trata de una singular forma de ejercer presión sobre la ciudadanía, regando la campaña de versiones que atemorizan al electorado y lo hacen dudar sobre la orientación del voto.
Dos han sido las ocasiones más notorias de ese hecho, obteniendo los resultados esperados, ya que el sentido del sufragio fue derivado hacia donde se quería.
El primero de ellos fue en 1994, donde el electorado dudaba sobre si ya era momento del cambio y veía en Diego Fernández de Cevallos y en Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano opciones reales que pudieran desviar la ruta que se transitaba desde 1930, en que todos los Presidente de México habían surgido del PRI y sus antecedentes del PNR y PRM.
Seis años antes, los electores habían visto una opción en el mismo Cárdenas Solórzano que, aunque con resultados oficiales de poco más de cinco millones de votos había puesto a temblar la maquinaria priista que derivó en la “caída del sistema”.
1994 fue un año difícil, ya que el surgimiento del levantamiento zapatista provocó dudas sobre si alguna otra entidad, cercana o lejana de Chiapas, seguiría el ejemplo del EZLN. A eso se le sumaba la resistencia de Manuel Camacho Solís para sumarse al candidato presidencial del tricolor. Luis Donaldo Colosio, mientras se apagaba el sexenio de un poderoso Carlos Salinas de Gortari, con una gran concentración de poder.
El cruento asesinato del candidato Colosio Murrieta hizo zozobrar la conducción del país y llevó a reflexionar a muchos sobre el futuro del país y la importancia de encontrar un candidato que pudiese controlar las apasiones desatadas.
Los priistas sintieron que el país se les escapaba de las manos, por lo que decidieron dejar en manos del presidente Salinas de Gortari el control de los daños y la selección del nuevo candidato.
Entre la ciudadanía en general se temió que las consecuencias derivaran en cosas peores, por lo que se alentó ese temor, se dejaron correr versiones catastrofistas y se motivó a los ciudadanos para que acudieran a las urnas y votaran masivamente. Fue exitosa la motivación del miedo y se produjo la copiosa votación que llevó a Ernesto Zedillo Ponce de León a la Presidencia de la República.
El segundo momento se produjo en 2006, cuando un Andrés Manuel López Obrador se encontraba de puntero en las encuestas de la elección presidencial, sacando amplia ventaja a Felipe Calderón Hinojosa y Roberto Madrazo Pintado. Fue entonces cuando se decidieron a actuar los operadores de la campaña del panista usando al empresariado y a consultores extranjeros que hicieron circular la versión de que el tabasqueño era un peligro para México.
No se esperó mucho para el efecto deseado, ya que al poco tiempo se polarizaron las fuerzas políticas y el electorado comenzó a enseñar fisuras e inclinar la balanza hacia el panista Calderón Hinojosa, ya que del priista Madrazo Pintado se había circulado también aquella frase que lo sepultó políticamente. ¿Tú le crees a Madrazo?
De esa manera se desactivó a los dos candidatos que le podrían disputar el voto al panista, se sembró la semilla del miedo y apretadamente, Calderón Hinojosa triunfó por medio punto porcentual, según las cifras oficiales.
Nuevamente funcionó el voto del miedo.
El tema vuelve a tener vigencia, ante el panorama que asoma en la ruta hacia los comicios presidenciales de 2024, donde algunos anticipan esa posibilidad de provocar el voto del miedo, mediante algunas de las reacciones que está tomando el partido en el poder.
El acusar de traición a la patria a diputados y senadores de oposición es solamente un anticipo de lo que puede derivar en mayores descalificaciones, acusaciones, tratando de crear un clima de temor sobre el futuro del país.
Lo hacen los opositores a la actual administración lo mismo que el partido gobernante, pretendiendo provocar una atmósfera de incertidumbre que genere miedo al cambio o a la continuidad del actual régimen.
La situación puede sufrir variantes que lleven a polarizar aún más la actividad política.