Cuauhtémoc, a punto de que le quemen los pies
Ramón Zurita Sahagún miércoles 20, Abr 2022De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Siempre polémico, Cuauhtémoc Blanco Bravo se encuentra en el punto más álgido de su gestión como gobernante.
El ex futbolista habilitado como político se enfrenta al gran descontento generado por su desastrosa administración.
Su principal adversario es la corrupción que permea su gobierno, en la que se incluye al propio gobernante, quien se distrae del servicio público para atender sus asuntos personales y los inherentes a la fama.
En Morelos que es una de las dos únicas entidades que han sido gobernadas por cuatro distintos partidos políticos (PRI, PAN, PRD y PES), se le dio una gran acogida, basada en su desempeño como jugador profesional de fútbol, lo que le permitió ganar en una primera instancia la alcaldía de Cuernavaca y después el gobierno estatal.
Nadie consideró válido el desastroso papel desempeñado en el ayuntamiento capitalino y cobijado por la ola lopezobradorista de 2018, el deportista barrió en la contienda por el gobierno estatal.
Consecuencia de su triunfo o validado por su desidia como gobernante, Morelos se transformó en pocas semanas en uno de los estados con mayor violencia del país. El gobernador poco atendía a su encargo y dejaba la atención de los asuntos públicos en manos de su hermano Ulises y del secretario de Gobierno, Pablo Ojeda Cárdenas, además de su súper asesor, José Manuel Gil. Cuauhtémoc atendía más los temas de farándula, deportes y sociales.
Una maraña de corrupción asomó por todos los flancos del gobierno y se insistió en que el gobernador era parte de ella, como antes se había señalado en su paso por la alcaldía de la capital estatal.
Hace algunos años se pretendió desaforar al entonces presidente municipal, lo que fue considerado como un ardid para descarrilarlo en su propósito de ser candidato al gobierno estatal.
No se logró detenerlo y siguió su camino en la ruta que hoy mantiene como gobernador del estado. Pero si en su gestión como alcalde fue satanizado por propios y extraños, hoy lo es más, viendo el deterioro en que se encuentra el estado, dominado por la violencia generalizada y la delincuencia organizada, con un cúmulo de asesinatos, secuestros y feminicidios.
El pueblo le cobró su desinterés y abulia para gobernar en los comicios del pasado mes de junio, cuando los principales ayuntamientos de la entidad fueron ganados por el PAN y otros más por el PRI, con lo que quedó descobijado Morena y su propio partido el PES que mantiene el registro en el estado.
Llega a tal grado la desfachatez con que actúan los operadores del gobernador que su hermano es el dirigente nacional de su partido, además de que se sospecha que mantiene vínculos con algunos grupos delincuenciales que operan en el barrio donde vivieron ambos, Tepito.
Y aunque el desorden del gobierno es manifiesto, Cuauhtémoc Blanco se enfrentará ahora a las acusaciones que se centran en él por enriquecimiento ilícito, fraude procesal y falsificación de documentos.
La denuncia ya se encuentra en el Congreso local, donde actúan 19 legisladores, ya que la muerte reciente de uno más dejó coja la alineación.
Gerardo Becerra Chávez Hita es un activista y luchador social que fungía como Comisionado del Combate a la Corrupción, que observando la podredumbre que priva en la administración de Blanco Bravo renunció y denunció al mandatario.
Ahora será el Congreso el que deba declarar el Juicio de Procedencia y retirar el fuero al gobernador para que atienda los requerimientos judiciales que le son achacados.
Gerardo Becerra es un ciudadano morelense que luchó en la pasada administración contra la administración de Graco Ramírez y ahora lo hace en contra de la de Cuauhtémoc Blanco, mientras el estado se bambolea entre la corrupción, los abusos de sus autoridades, la delincuencia organizada y la violencia generalizada.
Para que proceda el retiro del fuero del gobernador se debe dar una votación de mayoría simple, es decir 50 por ciento más uno de los legisladores presentes en el pleno.
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Son muchos los que se cuestionan sobre la labor del general Audomaro Martínez Zapata al frente del Centro de Inteligencia Nacional, donde de plano no se ve actividad alguna y el militar es conocido entre sus subordinados como general de diversión.