Una cristiana sepultura
Alberto Vieyra G. martes 19, Abr 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Con la firma de una iniciativa para reformar la Ley Minera con el fin de nacionalizar el litio, que no requiere de mayoría calificada en el Congreso de la Unión, Andrés Manuel López Obrador dio, en la Semana Santa, cristiana sepultura a su reforma eléctrica con el fin de convertir a la CFE en un monopolio del Estado como si México estuviese un siglo atrás cuando se privilegiaban las energías cochinas a base de contaminantes como el petróleo y el carbón que han provocado daños irreversibles al planeta tierra, entre ellos la capa de ozono de la Antártida, un boquete de más de 26 mil millones de kilómetros cuadrados, el equivalente al territorio conquistado por las potencias europeas en América Latina.
Se estima que México tiene reservas probadas por más de 243.8 millones de toneladas de litio que posicionan a México como líder en el mundo en riqueza de tal mineral, según la empresa sonorense Bacanora Lithium Plc. El litio está llamado a ser el mineral del presente y el futuro en materia tecnológica, indispensable para producir computadoras, telefonía celular y otros adelantos científicos y tecnológicos.
Sí, la reforma eléctrica de AMLO privilegia las energías sucias, trastocando el Acuerdo de París signado por México y 195 países más con el fin de evitar la catástrofe ambiental que se cierne sobre el mundo. La oposición al partido del gobierno, integrada por PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano había anticipado que no aprobaría una reforma eléctrica regresiva que además va en perjuicio de empresas generadoras de energías limpias que ya forman parte del Tratado Comercial entre México, Canadá y los Estados Unidos lo que propiciaría escandalosas y millonarias demandas en Paneles Internacionales.
“La reforma eléctrica de AMLO nació muerta y no permitiremos que resucite”, dirían los adversarios de AMLO a los que éste no baja de traidores a la patria y ha echado a andar una ponzoñosa retórica que los equipara a los conservadores que allá por 1860, fueron a pedirle a Napoleón III que mandara a México un príncipe, porque la nación azteca era ingobernable. El resto de la historia ya la sabemos con un Fernando Maximiliano de Habsburgo que sería fusilado por el gobierno de Benito Juárez en el Cerro de las Campanas, en Querétaro.
Con esa infame estrategia a cargo de AMLO y sus huestes propagandistas a sueldo, lo único que están provocando es ahondar peligrosamente en la división del país y pareciera que la historia se repite con aquella feroz lucha entre liberales y conservadores en el siglo XIX. Aquella ponzoñosa lucha entre liberales y conservadores llevó a México a ser descuartizado en 1848, cuando Estados Unidos le arrebató a nuestro país 2 millones 547 mil 242 kilómetros cuadrados de nuestro territorio original. Por ello, es peligrosa la división y confrontación a la que AMLO está llevando a los mexicanos. Ningún otro Presidente había profundizado tanto en la división y confrontación, como AMLO y todo para perpetrar un regresivo cambio hacia el pasado, cuando el mundo ve hacia el futuro y en un planeta interconectado en materia económica y cuando las economías cerradas y proteccionistas han quedado para la historia.
No hay duda que con tantas visitas de funcionarios del gobierno de Joseph Biden, Estados Unidos le apretó tuercas a AMLO, quien ha sufrido una vergonzosa derrota política con su cochinona reforma eléctrica.