Reelección presidencial
Alberto Vieyra G. miércoles 6, Abr 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Eran las 14:20 horas del 17 de julio de 1928, cuando en el restaurante La Bombilla en San Ángel una orquesta entonaba la melodía El Limoncito, comenzaban a servirse los rones, la tertulia apuntaba para ser muy animada, un flaco caricaturista se acercó al personaje central para pedirle su anuencia de hacerle un retrato a lápiz a corta distancia y comenzaría a poner manos a la obra cuando de pronto de su morral sacó una pistola se escuchó un disparo y otro más, el presidente reelecto Álvaro Obregón Salido caía herido de muerte.
La necropsia de ley arrojaría que no solo fueron los dos disparos del caricaturista José de León Toral que impactaron en el blanco, sino que el cuerpo de Álvaro Obregón Salido presentaba disparos también en las piernas, lo cual indicaba que fueron varios tiradores, entre ellos posiblemente algunos diputados del estado de Guanajuato que le ofrecían la comida al reelecto Presidente. Después se supo que ese magnicidio había sido perpetrado por miembros de la Iglesia Católica inconformes con el anticlericalismo de Álvaro Obregón e incluso, se sabría que la pistola usada por de León Toral fue velada en la casa de la monja conocida como Concepción de la Llata, conocida como la madre Conchita.
Sería la última vez en que un recién reelecto Presidente caía bajo los arrebatos del poder a punta de las balas y las pistolas. El último arrebato del poder sería en 1994, con el crimen de Estado o de la “narco-política” de estado contra Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial por el PRI.
La lucha por la Presidencia de México ha sido históricamente sucia, cruenta, tenebrosa y macabra. Desde entonces, muchos Presidentes de la República le han medido el agua a los camotes intentando reelegirse, pero nadie ha querido correr la misma suerte de Álvaro Obregón.
¿Por qué hago historia? Mire usted.
En nuestros días se lleva a cabo una absurda elección de Revocación de Mandato, que no es más que ratificación, pero que en el fondo se trata de un primer intento reeleccionista y para ello, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha soltado a todo un ejército de mapaches electorales, encabezados por el impulcro secretario de gobernación, Adán Augusto López quien sin ningún rubor va y viene por la geografía nacional encaramado en un avión de la Guardia Nacional haciendo campaña para que mis despistados compatriotas digan “que siga, que siga ya saben quién…”. A la par, otro arrastrado lambiscón, Félix Salgado Macedonio, apodado El toro sin cerca o Diputado costales, se ha dedicado a destapar en todos los foros y en todos los medios de comunicación a su compadre AMLO rumbo a las elecciones presidenciales de 2024. ¡Qué peligroso experimento!
Sí, ese ejército de mapaches electorales entre los que figuran también senadores, diputados federales, locales, alcaldes y demás politicastros sin quehacer, pero con sueldos del Estado protagonizan una elección o más bien Revocación de Mandato, pero por parte del Estado que es una auténtica vandalización del Estado de Derecho. Los mapaches son sucios por naturaleza y esos vándalos hacen honor a esos animalitos, que durante los regímenes priistas alcanzarían triste fama en varios estados de la república.
Sin ningún rubor el señor burócrata de Gobernación, Adán Augusto López, diría a sus correligionarios en Coahuila: “A mí no me da pena. Cuando le platicábamos a ya saben quién que íbamos a venir a apoyar ya saben qué, se me quedó viendo y me dice: ‘Te van a querer correr los del INE’, y le digo: No se preocupe, si me corren voy a decir que es un honor que me corran por ayudar a Obrador…”.
No, a nadie van a correr y a nadie van a meter a la cárcel los del INE y los del Trife porque la ley fue hecha por los morenistas para violarla, sí porque ya sabe usted que “el que hace la ley hace la trampa” y más aún porque están amparados bajo la cobija del mapache mayor, así de simple, pero ya están inmersos en la reelección presidencial de AMLO.