Tren Maya: construir o destruir
Armando Ríos Ruiz viernes 1, Abr 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Resulta increíble ver cómo el capricho de un sólo hombre es capaz de cambiar drásticamente el entorno de una vastísima región rica en elementos naturales, considerada como el bosque tropical más extenso del continente americano, después del Amazonas o la que abarca una buena porción del sureste mexicano, por la construcción del denominado Tren Maya, contra viento y marea, pese a todas las alarmas de diversas empresas conocedoras del asunto.
Considerada una de las obras insignias del actual gobierno, ¡va porque va! Pese a todos los pronósticos destructivos, porque la ubicación está precisamente en una parte del estado en donde nació en actual mandatario, que al decir de muchos, pretende enriquecer de paso sus propiedades y darle otra connotación al sureste, con la construcción del tren que traerá beneficios, aunque los expertos ven exactamente lo contrario.
Es decir: se construye para destruir. Al revés de lo que ocurrió con el aeropuerto en Texcoco, concebido para atraer divisas y progreso comprobado. Un estudio del Consejo Coordinador Empresarial elaborado en 2018 asegura que su construcción hubiera representado mayor capacidad de pasajeros con 135 millones al año, o el doble de la capacidad del AIFA.
También representaría una derrama económica de más de seis mil millones de dólares al año. En su fase terminal generaría hasta 450 mil empleos directos e indirectos para pobladores de la ciudad de México y del estado de México. Mejoraría costos para las aerolíneas y reduciría el precio de los boletos de avión. Se convertiría en el centro de conexión de pasajeros, logística y de carga más competitivo de la región y a estándares internacionales.
Los anteriores son sólo algunos de los beneficios que hubiera traído el aeropuerto que el Presidente ordenó destruir con un avance muy significativo, sólo porque según él, era un símbolo, no de adelanto a la altura de los mejores del mundo, sino del neoliberalismo, como si todo dentro de este sistema de gobierno hubiera sido malo. Era, más que nada un emblema de modernidad, de distinción y de atracción de divisas por donde se le quiera ver.
Jamás hubo vaticinios en contra. Al revés: todas las instancias que inciden en la economía del país lo alabaron y profirieron los mejores pronósticos. Esto provocó algo así como una envidia infinita. Por eso era mejor liquidarlo, tirar a la basura cientos de miles de millones de pesos y concebir el sustituto a una distancia descomunal y con ningún vaticinio a favor. A escasos días de su inauguración, hasta la mujer que vende tlayudas lo abandonó por falta de visitantes y con ello, de clientes para su mercancía.
Del tren maya, los expertos han dado cuenta del enorme desastre que ha generado su construcción e n un ecosistema de la selva mexicana gigantesco y de una riqueza envidiable. Parece que el propósito, hoy día, es acabar con todo el patrimonio del país y empobrecerlo a una velocidad inusitada, porque si los pobres son primero, hay que acondicionarlo para que lo habiten con exceso de pobreza. Congruente y a tono con su concepción del México que quiere.
Dice un informe, respecto al Tren Maya, que sitios como Hopelchén, el bosque tropical más extenso de este continente después del Amazonas, son puntos críticos de deforestación del país.
Ambientalistas y organizaciones civiles advierten que la construcción del Tramo 5 del Tren Maya, que va de Cancún a Tulum, amenaza con destruir el sistema de ríos subterráneos más grande del mundo, afectando la flora y fauna del lugar y deforestando los últimos bastiones de selva que quedan en México.
Debajo de este trazo está uno de los ecosistemas más extensos e importantes del planeta, conocido como Dos Ojos-Sac Actún, denunció el colectivo Jóvenes por Solidaridad, mismo que reveló que este tramo se inició sin estudios de impacto ambiental. Pero como éste, hay más por destruir.