Corrupción, peor que antes
Armando Ríos Ruiz lunes 28, Mar 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Una nota periodística basada en hechos reales, investigados, alejados de la imaginación y de lo que el gobierno quisiera hacer verdad a fuerza de repetir la mentira día tras día para meterla con ese martillo de la insistencia en el cerebro de los mexicanos, pero sólo de los obtusos a fuerza de permanecer en la ignorancia; de los que viven en el limbo y hasta se atreven a aseverar lo que escuchan: que ya se acabó ese mal, se publicó ayer con toda la crudeza de su verdad.
La investigación asegura lo que muchos conocemos: que el combate a la corrupción es selectivo. Los enamoradizos partidarios de la 4T lo niegan, no por estar seguros, sino sólo por repetir las palabras de su amo y señor: Corean argumentos que imitan con una debilidad molesta por el tono del siervo ciego, del lacayo sorprendido, que aflora de esas personalidades huecas que carecen por completo de la capacidad para generar respuestas propias.
Estos personajes habitan adentro y afuera de la 4T. Los políticos en funciones, inclusive los que antes revestían una personalidad importante, que acabaron por desdibujarse gracias a exhibirse tal y como son, como la ex secretaria de Gobernación, por ejemplo, terminaron por decirle a México que están para servir, no a los mexicanos, sino a un señor que tiene en sus manos la pervivencia en el cargo que ostentan con la más ineficiente opacidad.
La nota se refiere a que, apenas nueve meses después de iniciada la administración, el Presidente anunció que la corrupción había sido desterrada y recuerda sus palabras: “Ya puedo decirles aquí con la frente en alto, viéndoles a los ojos, de que ya se acabó la corrupción arriba, puedo sacar hasta mi pañuelito blanco para decir ya no hay corrupción arriba”. “Él recurso del pañuelo blanco −añade−, lo ha repetido en al menos otras seis ocasiones.
Dice que hoy se hace un uso político del combate a la corrupción. Hay un deterioro de las instituciones encargadas de su combate y persecución, que abona a la impunidad. Esto es sólo parte del reporte denominado Evaluación Anticorrupción en Latinoamérica 2020-2021, elaborado por el Consejo de Abogados por los Derechos Civiles y Económicos del Centro Cyrus R. Vance para la Justicia Internacional, con sede en Nueva York.
“Además, existe mucho interés por perseguir casos de corrupción de administraciones pasadas, pero no casos actuales, incluyendo el reciente caso de posible corrupción para beneficiar a uno de los hijos del Presidente”. En este punto, hay que aclarar que sólo se condena al pasado. Pero a la fecha no hay un sólo corrupto que haya sido investigado ni castigado.
Debemos observar, asimismo, que la corrupción está en todos los actos de gobierno que diariamente aparecen en el escenario de la actual administración. Imponer conductas al Congreso, como aprobar iniciativas “sin cambiarles una coma”, es un acto deleznable de corrupción. Decir que los hermanos del Presidente, primos y hasta un hijo son investigados e impedir u obstaculizar la investigación, es un terrible acto de corrupción.
Obligar a los senadores y diputados de Morena a servir al Presidente y no al pueblo, para lo que se supone fueron elegidos, es un acto de corrupción. Solapar a los funcionarios de la 4T, cuyos actos de corrupción han quedado impunes, es un acto de corrupción. La fórmula de abrazos, no balazos a la delincuencia, que la ha incrementado a niveles nunca vistos, es un acto de corrupción. Influir en la población para que asuma conductas nocivas durante la pandemia, es un acto indiscutible de corrupción.
Destruir un aeropuerto de dimensiones colosales y tirar a la basura cientos de miles de millones de pesos que hubieran servido para subsanar múltiples problemas que padece México, es un acto de corrupción. Condenar a muerte a cientos de miles de niños y soslayar los feminicidios, son incalificables actos de corrupción. Fustigar a la prensa con la voz presidencial y condenarla a morir, es un acto brutal de corrupción. ¿No estamos peor que antes?