1994, el año de la tragedia
Ramón Zurita Sahagún viernes 25, Mar 2022De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
¿Qué habría pasado si en 1994 las cosas en México no se hubiesen descompuesto?
¿Sería México otro país, habría cambiado, la democracia sería total, el endeudamiento del país no sería tan grave, la corrupción no existiría? ¿Seguiríamos siendo cómo somos?
Tal vez, los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, no se habrían producido, el error de diciembre no hubiese ocurrido ni tanto pesimismo económico, la oposición no habría triunfado un sexenio después. Seguiríamos regidos por un PRI podrido y corrupto, el foxismo era solamente una quimera en aquel entonces, los García Luna, Luis Videgaray, Rosario Robles y hasta posiblemente, Gertz Manero no alcanzarían los niveles políticos que consiguieron. Mucho menos habrían saltado como figuras políticas Enrique Peña Nieto, Javier Duarte, Roberto Borge, Jaime Heliodoro Rodríguez y otros más.
El levantamiento del Ejército Zapatista no se podría haber evitado el primer día de 1994, ya que se venía gestando con muchos meses de anticipación y, posiblemente, hasta años.
De no haber ocurrido el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, todos dan por hecho que ganaría los comicios presidenciales, sin importar el crecimiento que había tenido en ese momento Diego Fernández de Cevallos.
Los priistas tenían una poderosa maquinaria de producir votos y el acuerdo gestado entre Colosio Murrieta y Manuel Camacho Solís provocaba la confianza en la remontada de los priistas.
Cuauhtémoc Cárdenas ya no convocaba a multitudes y sobre Diego se mantenían sombras de sospecha sobre su cercanía con Carlos Salinas de Gortari, lo que erizaba la piel de muchos.
En cambio, Colosio Murrieta en su paso por la Cámara de Diputados y su breve estancia en el Senado de la República logró cercanía y acuerdo con muchos militantes y dirigentes de los partidos de oposición al PRI.
Como presidente de la Comisión de Programación y Presupuesto tendió puentes con los partidos de izquierda, PSUM, PRT, PMT, mientras que, con la derecha, PAN y PDM, se mostró simplemente sensible.
La candidatura de Luis Donaldo Colosio le allegó las simpatías de personajes como Pablo Pascual Moncayo, Eduardo Valle Espinosa, Rodolfo Echeverría y otros personajes representativos de la izquierda.
El manejo que tuvo como dirigente nacional del PRI, donde reconoció el primer triunfo de un partido opositor en un gobierno estatal (Ernesto Ruffo, Baja California 1989) y el manejo con el gobierno de Guanajuato y San Luis Potosí en 1991, donde se originó el crecimiento de Vicente Fox, lo hacía tener una relación tersa con el PAN. Arreglado el asunto que provocó la disidencia de Manuel Camacho y sus seguidores, todo parecía color de rosa para el sonorense, que cayó víctima de un disparo en Lomas Taurinas.
Hay quienes se cuestionan si Luis Donaldo habría roto con Carlos Salinas de Gortari y la respuesta es que no. Salinas de Gortari veía en Colosio a su pupilo, el hombre que fue formando, paso a paso, rumbo a la candidatura presidencial.
Lo que sí pudo haber sucedido es que, al año de gobierno de Luis Donaldo, como sucedió tradicionalmente con los Presidentes de la República emanados del PRI, un año después de ponerse la banda presidencial daban por terminada la influencia de su antecesor.
Claramente, la salida de capitales provocada por los asesinatos de Luis Donaldo y de Ruiz Massieu no habría ocurrido y, posiblemente, el error de diciembre tampoco, ya que la fuga de capitales coadyuvó al grave problemas de la economía prendida de alfileres.
Lo que queda descartado es que Carlos Salinas no hubiese realizado su fallida huelga de hambre, ni tampoco su hermano Raúl habría pasado una década en la cárcel.
Seguramente el sucesor de Colosio Murrieta como candidato priista no habría sido Ernesto Zedillo ni alguno de sus cercanos, sino Jaime Serra Puche, para quien se hizo la reforma constitucional que luego fue aprovechada por Vicente Fox.
La vida da muchas vueltas y el PRI ya herido habría podido gobernar, posiblemente, un sexenio más, pero no mucho más.
Colosio Murrieta habría terminado con la corrupción, seguramente no, pero no era un personaje proclive a la corrupción como muchos de sus compañeros de partido de aquellos años. Tampoco los cárteles de la droga harían valer su ley, pues su imperio inició un poco después, aunque ya existían.