Capufe: productos de mercado y no servicios públicos
¬ José Antonio López Sosa jueves 25, Feb 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
En México padecemos de aberraciones tales que, después de años parecieran pertenecer a la normalidad, en otro orden de ideas, lo ridículo pasa a las filas de lo admisible y lo inexplicable pasa a las filas de lo cotidiano.
Hace muchas décadas que “con muchos esfuerzos” las administraciones priístas se avocaron a construir la autopista México-Cuernavaca, decidieron que se cobraría una “cuota” a los usuarios para recuperar la millonaria inversión y con eso, poder construir muchas más.
Al paso de los años las autopistas se convirtieron en un gran negocio, en una fuente inagotable de corrupción y recursos fáciles a costa de los ciudadanos y finalmente hasta privadas se hicieron, inclusive quebraron y tuvieron que rescatarlas con dinero de nuestros impuestos. Hoy en día algunas son propiedad del gobierno —a través de Caminos y Puentes Federales de Ingresos (Capufe)—, otras son fideicomisos y algunas más de empresas privadas. El hecho es que las autopistas en México son un artículo de lujo porque no cualquiera puede acceder a ellas, se requiere de muchos cientos de pesos para transitar por ellas y eso no necesariamente quiere decir que den un servicio de calidad.
Hace años en esta columna denunciamos la gran cantidad de tramos en reparación que existen cotidianamente en la autopista 95-D que va de México a Acapulco, son interminables y constituyen una fuente más de ingresos y corrupción para distintos niveles públicos y privados, ante ello Capufe no responde y se limita a mandar “notas aclaratorias” argumentando que su mediocre servicio no es responsabilidad directa de Capufe. La tarde de ayer transitamos por distintos tramos de autopistas que concretan la vía Veracruz-Ciudad de México, resulta increíble ver la cantidad de vados, baches, falta de señalización y estado en general de las autopistas, no hace falta decir que además del pésimo estado en que se encuentran, cualquier ciudadano tiene que desembolsar 448 pesos (plaza de cobro Paso del Toro por 74 pesos, Cuitláhuac por 81 pesos, Fortín por 23 pesos, Esperanza por 101 pesos, Amozoc por 49 pesos, San Martín por 30 pesos y San Marcos por 90 pesos) para hacer uso de los cerca de 405 kilómetros que en general, se encuentran en mal estado. En Puebla hay un tramo en eterna reparación que hace perder al ciudadano más de media hora y ante ello no hay ni el intento por reembolsar o descontar eso a cuota alguna, lo mismo a la altura de Chalco donde se desbordara el canal de La Compañía.
Esta anécdota resulta una breve síntesis de lo que es el sistema carretero en México, un monopolio en manos de privados y un organismo ineficiente (Capufe) que tiene un mercado cautivo reflejado en cada ciudadano, que de no usar sus autopistas se ve obligado a transitar por la “carretera federal” que promete tránsito vehicular en exceso y riesgos en cuanto a la seguridad personal, las carreteras y autopistas en México dejaron de ser (o quizá nunca fueron) un servicio público, son un producto de mercado al que acceden consumidores a quienes maltratan sin protección alguna que alcance para garantizar un servicio de calidad, cuando en otros países que son socios nuestros (como Estados Unidos o Canadá), las autopistas son de primer nivel y simplemente gratuitas a la sociedad.