Democracia a perpetuidad
Alberto Vieyra G. lunes 21, Mar 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Siete décadas de hegemonía de la llamada democracia perfecta, terminarían en el año 2000 cuando un ranchero llamado Vicente Fox, impulsado por la derecha panista y los ultraconservadores del cinturón de la Biblia norteamericana decidieron que el PRI en México ya era un estorbo, haciendo creer a los electores mexicanos que “el tricolor era ya un estorbo para los Halcones de Washington y una inmoralidad para el pueblo azteca”.
Sí, los electores mexicanos ya estaban hartos de la inmoralidad de un sistema priista, surgido de la Revolución Mexicana con un estado social que finalmente sería traicionado por los gobernantes tecnofondomonetaristas en lo que se conoce como la era neoliberal.
Vicente Fox representaba la esperanza de ese pueblo al que ofreció un cambio, pero se quedó con el cambio y sarcásticamente, el vulgo acuñaría aquella máxima de que “la reversa también es cambio”. Fox nos representaba la esperanza para desmantelar la vieja y caduca democracia priista, que por primera vez quedó de manifiesto que no hay democracias a perpetuidad, e incluso tampoco dictaduras a perpetuidad.
Fox les falló a los cocaculeros de los yunaites y a los mexicanos, deslegitimándose muy pronto en el poder, por no poder. Dejó que mal gobernará su mujer, Marta Sahagún y que sus hijastros hicieran de las suyas bajo el amparo de su amá y su apá.
Antes que la dictadura perfecta priista, en Italia la dinastía de los Médici era una de las familias más ricas y poderosas de esa nación, permanecería en el poder durante casi 300 años. Sin embargo, esa dictadura o democracia tampoco fue a perpetuidad.
¿Por qué viene a cuento eso de la democracia a perpetuidad?
Después de 3 intentonas en busca de la silla presidencial, al más puro estilo del Zúñiga y Miranda del porfiriato, aquél horrendo personaje que simulaba disputarle la silla presidencial al dictador Porfirio Díaz, Andrés Manuel López Obrador llegaría a la grande con una votación única de más de 31 mil millones de votos, el 52% del electorado nacional y llegaba legitimado de origen y con toda la esperanza de que cambiaría absolutamente todo, pero hasta el momento nada ha cambiado. AMLO ha sido incapaz de desmantelar hasta hoy las estructuras del viejo sistema político priista y lo peor es que paulatinamente se ha ido deslegitimando en el poder, por no poder. No puede con el paquete y de todo le echa la culpa a los regímenes que le antecedieron, a los periodistas y medios de comunicación, así como a los conservadores, es decir, los ricos a los que ha hecho ver como el enemigo común del pueblo de México, sólo por ser ricos. AMLO vino a construir una nueva oligarquía gobernante aliándose con los hombres más potentados del dinero en México e incluyendo en su gabinete a personajes de lo más corrupto como Manuel Bartlett quien es dueño de cuando menos dos docenas de domicilios y arrastra el oscuro pasado de haber realizado el fraude electoral de 1988, haciendo que Carlos Salinas usurpara el poder presidencial.
Nada ha cambiado con AMLO. A los ojos de propios y extraños se ha revelado como un hombre que se pelea con todo el mundo y se exhibe como un gobernante soez y corriente. No hay duda que el poder desgasta y deslegitima. AMLO va en un tobogán y en caída libre perdiendo agigantadamente su popularidad y como recurso utiliza la mentira y la simulación, AMLO lleva más de 58 mil mentiras, de acuerdo con datos del politólogo Luis Estrada. Tanto AMLO como sus adictos esgrimen la idea que nadie había tenido la popularidad que él tiene y lo equiparan a un Mesías, el “falso Mesías” que encarna a la patria, al pueblo, a la pureza democrática a perpetuidad y solo falta que lo equiparen con la Santísima Trinidad.
La engañifas Revocación de Mandato del 10 de abril dejará en claro que la democracia participativa que AMLO dice enarbolar se extingue, no es a perpetuidad. AMLO olvidó que el poder desgasta y un líder que llegó legitimado de origen al poder, se deslegitimó en él, por no poder.