Crece la violencia
¬ Luis Ángel García miércoles 16, Mar 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Tras la detención de un capo en Tamaulipas, se desató una noche de terror en Nuevo Laredo; con gran impunidad se registraron balaceras frente a una guarnición militar y el edificio del Consulado americano en la ciudad fronteriza; las calles principales fueron bloqueadas con tráileres y camiones de carga incendiados, así como vehículos particulares en llamas en la vía pública. Se cerraron las oficinas de la representación diplomática y las escuelas públicas y privadas, muchos comercios no abrieron y se invitó a la población a abstenerse de salir de sus casas.
Pero ese violento escenario no es el único en el país, en días pasados fueron acribilladas tres mujeres en Oaxaca, en setenta y dos horas ejecutaron a siete personas en San Luis Potosí, en Sonora se localizaron fosas clandestinas con más de 20 cadáveres, además del ajusticiamiento de varias personas en el estado; se incrementó la ola de violencia en Colima por la captura de un jefe del crimen organizado en la entidad. La incidencia delictiva aumentó considerablemente.
Recientemente fueron asesinados el presidente municipal de Aguilillas y su asesor en Michoacán, más las masacres en esa entidad y en Zacatecas, estados que también son azotados por los desplazamientos forzados de comunidades enteras —al igual que en Oaxaca—, por la violencia del crimen organizado.
En Quintana Roo, se han suscitado varios asesinatos, sobre todo de empresarios extranjeros, ajuste de cuentas entre bandas rivales de narcotraficantes y sicarios que no tienen empacho en matar turistas como daño colateral.
En la última edición de las 50 ciudades más violentas e inseguras del mundo figuran 18 mexicanas y en el top ten, nos llevamos las palmas en los primeros ocho lugares. A ello se suma el asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos, lo que nos coloca como el país más peligro para ejercer cualquiera de esas dos actividades.
Contrario a la narrativa oficial, la crisis de seguridad que se vive en México parece no tener solución. Nos acercamos a las 115 mil víctimas mortales en lo que va de la administración, continúan las desapariciones forzadas -más de 95 mil- y la ONU misma hará una seria recomendación al gobierno mexicano, luego de su visita donde constató que este ilícito de lesa sociedad no es cosa del pasado, sino problema presente y en el que están involucrados agentes del Estado.
Por ello, es urgente replantear la estrategia de seguridad, la cual no se puede basar en el principio de “abrazos y no balazos”, porque eso no frena a los delincuentes y si provoca un baño de sangre, donde hay víctimas inocentes y se incrementa la percepción de inseguridad. Los cuerpos de seguridad deben tener la orden de enfrentar a los grupos criminales, no solo cuando son emboscados y como reacción a esas agresiones, sino resultado de un esquema de inteligencia que ubique a esos delincuentes y se les someta en sus campamentos, en las plazas mismas que se disputan con sus rivales. Más allá de desplegar más elementos sin ninguna lógica aparente, es imperativo desarticular a los grupos in situ, en las localidades mismas donde hacen alarde de su fuerza y muestran sus vehículos artillados hechizos. Para eso, se supone, están diseñados los servicios de inteligencia del Estado, y consecuencia de esa tarea, hacer uso legítimo de la fuerza.
El gobierno debe reconocer que hay un problema grave de inseguridad, el crecimiento del crimen organizado y el riesgo inminente de perder la gobernabilidad. La 4T tiene que pelearse con los mañosos, no con el Parlamento Europeo.