Vidas paralelas
Ramón Zurita Sahagún viernes 20, May 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Cortarse el cordón umbilical es una constante en la actividad política, donde los personajes que participan en ella son proclives a ello.
El parricidio es algo común entre los políticos mexicanos, donde se mantiene vigente la preferencia del género masculino en los principales cargos públicos.
Lanzar la primera piedra en contra de quién de alguna forma fue quién lo impulsó en la vida política es de lo más frecuente en ese mundo tan cambiante y pragmático como es el de la política.
Ascender a costa de lo que sea es algo que no sorprende en esta actividad, en la que los personajes que como Pedro niegan antes de que cante el gallo tres veces y hasta más a su formador y con gran cinismo olvidan los agravios del pasado para mostrar su faceta de grandes actores.
El pasado lunes al inicio de la campaña de Alejandro Encinas Rodríguez acudieron los únicos candidatos presidenciales que ha presentado el PRD en sus 22 años de vida.
Varios años tenían Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador de no reunirse, cuando menos públicamente, hasta que fueron convocados por el candidato al gobierno mexiquense.
La presencia de ambos provocó especulaciones de todo tipo y destacó por encima de la de Marcelo Ebrard Casaubón, quien también estuvo en el evento, pero se vio desdibujado ante los otros dos.
Marcelo quiere emular a Cárdenas Solórzano y López Obrador, para convertirse en el tercer militante del PRD en alcanzar la figura de candidato presidencial, pero con su presencia en este evento mostró que se encuentra lejano de ser una figura del calibre de sus antecesores, que, curiosamente, también lo fueron en la jefatura de gobierno del Distrito Federal.
Con 77 años encima, Cuauhtémoc mostró que cuenta con el empaque suficiente para jalar las miradas de militantes, simpatizantes o simples curiosos que acudieron al evento.
Tres veces candidato presidencial, Cuauhtémoc se mantiene pendiente de la política, pero alejado de la actividad de la misma, donde es visto como un gran referente que mantiene autoridad moral dentro del partido.
La realidad de Cuauhtémoc es que desde hace seis años no participa activamente en política, aunque se deja ver cíclicamente en los sitios que es necesario hacerlo. Mantiene vigencia como opinador de los temas de izquierda o de las grandes discusiones nacionales, pero se duda que quiera ir de nuevo al Senado de la República o a otro cargo de elección popular.
Con todo y ello, la presencia de Cárdenas Solórzano es necesaria dentro del partido, como símbolo de unidad al interior de un organismo político que se destaca por los enfrentamientos y fracturas que provoca las diferentes candidaturas.
El tres veces candidato presidencial de la izquierda mexicana tiene un proyecto político que es su hijo Lázaro, quien ya fue diputado federal, senador y gobernador, ganado cada una de las elecciones en que ha sido postulado.
El espacio lo tiene disponible el nieto del Presidente del mismo nombre e hijo del tres veces candidato presidencial, ya que el peso del apellido sigue representando un gran respaldo político.
Por el otro lado se encuentra Andrés Manuel López Obrador, quien continúa siendo factor de cohesión en algunos grupos de la izquierda, aunque ya menos que antes.
El tabasqueño busca nuevamente ser candidato presidencial y para que represente una opción verdadera que ponga en jaque a los candidatos de los otros partidos, deberá contar con un frente sólido, cohesionado y que solamente se podrá alcanzar con la fusión de las distintas corrientes que convergen al interior del PRD y de sus partidos satélites.
Por eso, fue tan importante la reunión del lunes 16 de mayo, sin importar que Cuauhtémoc y AMLO casi ni siquiera se miraran.
La foto está ahí y el mensaje enviado fue bien recibido, para malestar de Marcelo Ebrard que es el tercero en discordia y busca lo mismo que AMLO, la candidatura presidencial del PRD y la izquierda en general.
Para Marcelo el reencuentro entre AMLO y CCS no es lo óptimo, ya que la distancia entre los dos personajes le beneficia a él.
Y es que a diferencia de AMLO, Marcelo si es un hijo político agradecido, ya que mantiene como su principal guía y asesor a Manuel Camacho Solís, quien lo ha llevado paso a paso por la actividad política.
Mientras que AMLO cometió el parricidio cuando inició su ascenso hacia la candidatura presidencial y advirtió que Cuauhtémoc quería una cuarta candidatura, Marcelo mantiene vigente al figura del padre político bondadoso que ha sido para él Manuel Camacho Solís.
Camacho lo llevó por todos los cargos posibles dentro de la ciudad de México, cuando fue un hombre poderoso. Primero fue director de Gobierno, luego lo mandó al PRI capitalino, lo hizo candidato priísta a la ALDF, con la finalidad de convertirlo en el pastor priísta en el Congreso local.
Cuando fracasó en su intentona, ya que Marcelo no pudo ser diputado local, lo reinstaló en el gobierno del Distrito Federal, donde alcanzó el rango de secretario de Gobierno, aunque por poco tiempo.
Al abortar el proyecto camachista, Marcelo se convirtió en flamante y efímero subsecretario de Relaciones Exteriores, con el flamante canciller Manuel Camacho Solís y luego se fue a intentar la paz en Chiapas, claro que con el mismo Camacho.
Rompió con el PRI, al tiempo que su padre político y fue sembrado en el Partido Verde para que pudiese ser diputado federal, luego fundó con el mismo Camacho Solís el Partido de Centro Democrático, que desapareció del mapa político por falta de clientela electoral, aunque antes Camacho lo envió como aliado de Andrés Manuel en su propósito de ser jefe de gobierno del DF.
Por todo ese trayecto recorrido de la mano de su mentor político, Marcelo muestra una de las tantas diferencias que tiene con AMLO.