¿Cuánto cuesta la popularidad?
Armando Ríos Ruiz miércoles 9, Mar 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La popularidad de los políticos cuesta demasiado cara. La de un Presidente de México es inimaginable. Una muestra ínfima: sólo para presumir la suya, nuestro mandatario pagó en su segundo año de gobierno más de medio millón de pesos por una encuesta. Y eso porque la elaboración fue interna.
Los programas sociales nuevos han seguido una ruta siempre cuesta arriba, desde que se implantaron en 2018. Desde el principio apuntaron a desquiciar la economía de un país pobre que, aunque tiene un presupuesto anual de más de siete billones de pesos, resulta insuficiente por la cantidad que cualquiera demanda para mantener y mejorar su vida cotidiana.
En México se incluyeron programas que ya se ejecutaban, pero de diferente forma. Se estableció la entrega mensual y bimestral directa de numerario, encaminada a activar el agradecimiento de ciertos sectores sociales, para usarlos en determinados momentos, como a la hora de requerir el voto.
Las dádivas incluyen a los mayores de edad, a los llamados “ninis”, a estudiantes, a madres trabajadoras, a discapacitados, etc. y el monto aumenta cada año, como aumenta el número de quienes reciben esas pensiones.
Parece que al establecer esos programas no se pensó en las sorpresas que aparecen en todos los países del orbe, que provocan desbalances en la economía de los pueblos. Verbigracia, la pandemia inesperada y prolongada que obligó a parar la actividad económica del mundo y a imaginar a toda velocidad la forma de mantenerlo menos golpeado.
En México, el programa Sembrando Vida cerró 2021 con 450 mil campesinos. Incorporará 10 mil más sólo en La Montaña de Guerrero y el costo será de 29 mil millones de pesos este año. El monto bimestral para discapacitados será de 43 mil millones de pesos. 238 mil millones para los adultos mayores de 65 años. 20 mil millones para un millón de niños con discapacidad. Tres mil millones bimensuales para mayores de 30 años.
Una gran parte de la popularidad del Presidente, la debe precisamente a estos programas, de los que existen quejas por su aplicación incorrecta. Por mencionar lo menos, los funcionarios de Sembrando Vida muestran grandes irregularidades poco investigadas y sancionadas. Los campesinos son dados de baja de manera arbitraria y son acusados de corrupción.
Otro fenómeno inesperado por el mundo entero es la guerra que desató Rusia contra Ucrania, que vino a trastornar la economía mexicana, al provocar un aumento en los precios de petróleo y que obliga a nuestro gobierno a implementar medidas emergentes, como el subsidio a las gasolinas, que traerá como consecuencia otra merma a nuestra economía con el aumento del precio del barril a más de 100 dólares.
¿Por qué subsidiarla? Para mantener la promesa de campaña de no incrementar el precio, aunque de por sí haya resultado una pifia completita la oferta de mantenerlo a 10 pesos y aunque no tardemos en pagar mucho más del doble. ¿Qué remiendo efectuarán en un futuro ya muy cercano?
El panorama que se avizora, de por sí nada halagador y gris, se tornó intempestivamente oscuro, con tintes sumamente preocupantes. Lo peor de todo es que no parecen avizorarse medidas que representen alivio. El máximo mandatario está más empecinado en consumar planes para concretar su sueño de perpetuarse en el poder mediante la revocación de mandato, que en descubrir una fórmula menos costosa para preservar el bienestar de los mexicanos.
¿Cuánto podrá durar el presupuesto de México, cada vez más creciente y costoso, con esas estrategias económicas que tienden a complicar la vida de los coterráneos en un futuro nada lejano? ¿Acaso no comenzó así Venezuela, el país más rico de América Latina, convertido hoy en el más depauperado, fabricante de menesterosos que ya pueblan los estados vecinos con hambrientos que salieron a buscar cualquier medio de sobrevivencia?