¿Reencontrará el PRI la ruta del triunfo?
Ramón Zurita Sahagún lunes 7, Mar 2022De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los 93 años de fundado le están empezando a pesar al Partido Revolucionario Institucional (PRI),que desde la pérdida de la Presidencia de la República en 2018 no levanta cabeza y se advierte difícil que lo haga en breve.
El otrora partido invencible, que hasta 1989 no había perdido nunca un gobierno estatal, necesita recobrar algo de esa vigencia del pasado si es que quiere subsistir en el futuro.
Dos fracasos recientes hacen prever que los priistas se encuentran en unas arenas movedizas en que cada elección los hunde más y amenaza con pasar a convertirse en uno más de los partidos satélite, dejando en el olvido aquellos años de grandeza en que sostuvo la Presidencia de la República por más de 70 años consecutivos.
Los priistas habrán de enfrentar un nuevo reto el cinco de junio del presente año cuando vaya a las urnas a competir con candidatos propios en 4 de los seis estados en juego.
Es una urgente necesidad para los tricolores obtener cuando menos un triunfo en esos comicios si es que quieren seguir siendo tomados en cuenta por los electores, ya que de no hacerlo sumaría una nueva cadena de fracasos, después de lo sucedido en 2018, en que cayó su candidato presidencial, el que fue enviado por segunda ocasión hasta el tercer lugar de las preferencias y tres años más tarde perdieron los ocho estados que gobernaban y quedaron reducidos a solamente cuatro entidades en las que mantienen a un representante de este partido al frente del Ejecutivo local. Ahora puede caer uno de los tres estados en que los ciudadanos jamás han sido gobernados por alguien ajeno a ese instituto político.
Hasta mayo de 2021, los priistas mantenían cinco estados en que nadie sin militancia priista podía gobernar, aunque en junio de ese año cayeron Campeche y Colima en manos de los opositores.
Ahora toca el turno a Hidalgo en que cacicazgos sucesivos impidieron a los opositores al tricolor gobernar y ahora se podría romper esa racha. Los priistas mandaron una de sus últimas “joyas” como candidata a gobernadora, Carolina Viggiano, secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional y esposa del coordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira.
De no conseguir la victoria, la cifra de estados jamás gobernados por la oposición se reduciría a dos, cuyo proceso electoral se efectuará el año próximo, Coahuila y Estado de México.
La dirigencia nacional del partido está consciente de que, si el cinco de junio no obtiene cuando menos una gubernatura, los comicios del año próximo se le complicarán y entonces el PRI estaría condenado irremediablemente a ser uno de los partidos pequeños que sobreviven apenas rebasando el tres por ciento necesario para su registro nacional. Y es que hay aves de rapiña sobre el padrón de militantes priistas que pondrían en jaque la templanza de los seguidores de este organismo político.
Para los priistas, el reto está cercano y deberán redoblar esfuerzos en los cuatro estados en los que sus candidatos tienen esa militancia que son Durango, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, yendo en alianza en los dos primeros con un candidato de extracción tricolor, mientras que en los restantes dos van solos. En los otros dos estados, Aguascalientes y Tamaulipas, los priistas avalan al candidato de la alianza que proviene del Partido Acción Nacional.
El reto para los priistas es grande y hay quienes dudan que lo pueda solventar, lo que pondría al partido en inminente riesgo de quebranto y con posibilidades de que un año más tarde caiga en la entidad que les es más representativa, el Estado de México, sitio de nacimiento del mítico grupo Atlacomulco, que durante décadas aportó los suficientes votos para el mantenimiento del priismo en los primeros lugares de la competencia nacional.
Apenas el pasado viernes, el Revolucionario Institucional festejó su 93 aniversario y su esqueleto se nota aletargado, con una carga pesada que le impide movimientos rápidos y vigorosos, mientras que se aleja cada vez más de las preferencias ciudadanas.
93 años de edad en que transformó su nombre, pero mantuvo sus ideales, los que ahora se advierten lejanos de ser el ideario de los votantes.