¿Apenas un regaño a los culpables de la tragedia en estadio de Querétaro?
Miguel Ángel Rivera lunes 7, Mar 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
¡Es una salvajada!
Ese es un grito característico de un comentarista de televisión, el cual a partir del sábado dejó de referirse únicamente a aspectos deportivos para convertirse en un lamento por la grave violencia que se abate sobre nuestro país.
Por desgracia, este inadmisible suceso no puede reducirse sólo al ámbito deportivo, aunque obviamente las sanciones a los presuntos responsables deben empezar por los estadios. Para iniciar debe de terminar la protección a los “grupos de animación”, “barras” o, mejor, simplemente “porras” como las conocimos desde siempre o mejor dicho desde los años 40 del siglo anterior, cuando las creó José Luis Rodríguez “Palillo”, que no el cómico del mismo sobrenombre, cuyo nombre era Jesús Martínez Rentería, quien también dejó huella al hacer crítica política desde las carpas y los teatros de variedades. Pero, eso es otra historia.
Esa porra universitaria creada por el otro “Palillo” era una copia de los grupos de animación de las universidades de los Estados Unidos que acompañan a sus equipos deportivos, principalmente de futbol americano.
En México, esa porra original y las que siguieron se pervirtieron por la influencia de la política, al ser usadas como grupos de choque para servir a grupos de interés. Tanto que los capitanes o jefes de las porras hacían de esa actividad su modo de vida.
En el futbol soccer o asociación también surgieron grupos de animación, por lo general integrados por aficionados que pagaban sus entradas, que sólo se encontraban los días de juego y tenían casi como único privilegio ocupar los mejores sitios en el graderío.
Entonces se hablaba y era una realidad “el amor a la camiseta”, pero al crecer los intereses comerciales también se “profesionalizaron” las “porras”.
En esta fase el ejemplo a seguir ya no fueron los grupos de animación de las universidades de Estados Unidos, sino las “barras” de los clubes argentinos, que son verdaderos grupos de combate que, con frecuencia, luchan a muerte y, al decir de los conocedores, encubren o se dedican a actividades delictivas.
En busca de colocarse en la preferencia de los aficionados, con el consiguiente aumento de ingresos por derechos de televisión y la venta de productos, la mayor parte de los equipos de futbol de México “institucionalizaron” sus “porras” que reciben no sólo entradas gratuitas sino otros privilegios. Entre los evidentes están “ayudas” para trasladarse a diferentes partes de la República para “apoyar” a sus equipos.
En varias ocasiones se han dado luchas entre las “porras” y las sanciones respectivas incluyen anuncios de que ya no se regalarán espacios a los grupos de animación, que pronto se olvidan, hasta llegar a la tragedia del sábado en Querétaro.
En busca de la reconciliación nacional
Lo paradójico del caso es que el actual torneo de primera división de futbol fue bautizado “Grita por la paz”.
Las autoridades del deporte de las patadas ya anunciaron sanciones que podrían comprender la desafiliación del equipo de Querétaro.
Sin embargo, aunque el origen de la tragedia es supuestamente deportivo, vale insistir en que la solución no debe quedar en el ámbito deportivo-comercial.
Tal vez se necesite un psicólogo o psiquiatra social, pues en el enfrentamiento dentro del estadio La Corregidora, pero también en las repercusiones externas es posible apreciar un alto grado de rencor y de violencia apenas contenida en nuestra sociedad. Lo mínimo que se puede decir es que prevalece una honda división entre los mexicanos.
Como ejemplo, cabe mencionar lo acontecido en torno a un mensaje aparecido en las antes “benditas redes sociales”:
“Todo es culpa de los gobiernos prianistas corruptos saqueadores, que han gobernado Querétaro, empezando por el pinche Calderón que robó la Presidencia de la República y que dejó un pinche cochinero….por eso es necesario ya un cambio y sacar el prianismo de Querétaro… urge ya un cambio”.
Ese comentario, que repite el discurso que hemos escuchado durante más de tres años desde Palacio Nacional, recibió inmediata respuesta de otros suscriptores de Twitter, igualmente airados y llenos de furia:
“No mames, tu Presidente ya lleva más de 3 años y sigues culpando a Calderón? Jajaja
“Hace 10 años que no está Calderón en el poder. Supérenlo acomplejados!!!!
“Pinche chairo, cállate el hocico, gracias a tú ´Mesías de mierda´ el país está como está, con su pendeja política de Abrazos no balazos”.
Eso es en lo individual. Es posible que el comentario original o las respuestas producto de bots o de equipos dedicados a replicar cualquier comentario que no sea agradable para una parte de la sociedad o del gobierno, pero también instituciones que deberían cuidar la buenas relaciones entre los diferentes sectores de nuestra población en los hechos contribuyen a consolidar el ambiente de desconfianza y desacuerdo.
Es el caso de la “autónoma” Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) que al anunciar que iniciará queja de oficio para investigar y determinar la responsabilidad de las autoridades involucradas y defender a las víctimas, señala de entrada que, a pesar de que los sucesos violentos ocurrieron en edificios e instalaciones propiedad de particulares “no puede pasarse por alto que la principal responsabilidad recae en las autoridades, obligadas a garantizar la seguridad de las personas en los eventos masivos tanto dentro como fuera de las instalaciones donde se lleven a cabo, lo que implica intervenir para contener y detener las agresiones, preservando los derechos humanos de los involucrados y protegiendo a todas las personas”.
Como en el mensaje de un particular en Twitter, el anuncio de la CNDH que preside la ex militante de Morena Rosario Piedra Ibarra, lleva a recordar que el gobierno de Querétaro lo encabeza un miembro del partido opositor Acción Nacional (PAN).
Es decir, antes de deslindar responsabilidades y de enjuiciar a las bestias (decirles animales sería un insulto para estos) que golpearon impunemente a personas inánimes, incapaces de defenderse, lo que se destaca es la diferencia: De un lado están los buenos y, del otro, los enemigos.
En una de sus primeras declaraciones, el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri González, manifestó que se dará con los criminales responsables de las lesiones que se generaron durante el enfrentamiento en el partido de futbol “Gallos”-Atlas. Informó que el saldo es de 26 personas lesionadas producto de la violencia en el estadio, 16 de Jalisco, 10 de Querétaro.
Esto quiere decir que hubo violencia de las dos partes. Los cronistas deportivos recuerdan que las dos porras han sostenido rencillas, algunas con escenario en el estadio Jalisco, sede del Atlas, desde hace años y que el sábado anterior se llegó al extremo.
Sin embargo, al parecer existe una tendencia a cargar todas las responsabilidades en Querétaro, en especial sobre el gobierno panista.
Al respecto, el gobernador Kuri -antes coordinador de los senadores del PAN, posición desde la que mantuvo decidida oposición frente a la llamada Cuarta Transformación- indicó que la falta de seguridad adecuada en el estadio es responsabilidad de particulares, la empresa que tiene en comodato el estadio La Corregidora y, en particular, una empresa de seguridad privada, contratada para la vigilancia en el recinto, la cual al parecer no envió el suficiente número de elementos para garantizar el control de la multitud.
El secretario de Seguridad Ciudadana en Querétaro, Miguel Ángel Contreras, confirmó que el estadio La Corregidora no disponía del número adecuado de elementos para resguardar la seguridad y aseguró que, previo al encuentro, sostuvo varias reuniones con representantes de la empresa de seguridad privada contratada por el Club Querétaro en las que se definieron las consignas de cada área para salvaguardar a los aficionados, pero la empresa incumplió con el número de elementos que participaron.
De cualquier forma, estas explicaciones no libran de culpa a las autoridades queretanas, ya sea el municipio o el gobierno del estado, a quienes correspondía la vigilancia de acuerdo con las leyes y reglamento aplicables.
De acuerdo con versiones de testigos, cuando el equipo de seguridad privada fue rebasado por los violentos, hubo tiempo para que llegaran refuerzos, pero la fuerza pública tardó mucho en aparecer.