¿Y los gobernadores rebeldes?
Ramón Zurita Sahagún sábado 5, Mar 2022De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
¿Se ganó algo con los diversos enfrentamientos verbales sostenidos por el presidente López Obrador con algunos gobernadores?
En realidad nada, y eso que fueron días y semanas los de dimes y diretes, para que nada ocurriera, aunque eso sí, hubo desgaste de uno y los otros.
Fueron largos soliloquios presidenciales criticando la postura de esos gobernadores y en alguno de los casos se procedió legalmente, sin que, finalmente sucediera nada.
Tres han sido los momentos calientes con gobernadores, uno ya salido, otro en vías de hacerlo y el tercero vigente, pues su mandato comprende un período casi similar al del Ejecutivo federal.
Uno de ellos creyó que hablando fuerte y hacer reclamos al Presidente le valdría un mejor posicionamiento, pero no fue así y aunque fue el que abrió fuego desde el inicio del mandato de López Obrador, Enrique Alfaro Ramírez no pudo sostener sus dichos ni la revuelta que encabezó en su exigencia de un nuevo Pacto Fiscal.
Reclamos al por mayor y hasta se formó un grupo de gobernadores integrado, principalmente, por panistas y priistas, el único de MC que existía en ese momento y el perredista, los que sostuvieron varias reuniones para que les cumplieran su exigencia del nuevo Pacto Fiscal y, de esa manera, podrían recibir mayores recursos.
No prosperó la citada revuelta y pronto todos regresaron al redil, Alfaro Ramírez se desinfló y quienes vieron en él al mejor prospecto presidencial para el 2024 optaron por buscar otras alternativas.
Javier Corral encontró una veta maravillosa para explotarla y posicionarse y surgir como un líder. El pretexto era válido el reclamo de que no se entregara agua de México a Estados Unidos, como consta en un acuerdo firmado en los años 40, ante la escasez que sufría la entidad mexicana.
Campesinos del norteño estado tomaron la presa y realizaron actos vandálicos, para evitar el cumplimiento del compromiso, ya que de hacerlo se quedarían sin el líquido para sus cultivos, al pasar la entidad por una sequía atípica.
Hubo enfrentamientos, se acusó de manipulación y hasta de huachicoleo y se produjo la muerte de dos personas.
La protesta de los campesinos fue avalada por el entonces gobernador Javier Corral Jurado y saltaron fuertes señalamientos entre el gobernador y el primer mandatario.
El choque fue directo y Corral Jurado acusó al Presidente de manipular y faltar a la verdad. Dijo que se pasó de un Presidente corrupto y corruptor (Peña Nieto) a un Ejecutivo que siembra el odio. López Obrador lo acusó de no ponerse en contacto con él.
Los ánimos se mantuvieron exaltados entre los dos gobernantes, el federal y el estatal, durante algún tiempo.
Sin embargo, todo regresó a la normalidad y se cumplió con el pacto, los campesinos pudieron sembrar y todo quedó solucionado, con los consiguientes dos muertos.
Eso sí, al término de su gobierno, el Presidente hizo un reconocimiento de la gestión de Corral y el ahora ex gobernador también se mostró generoso con el Presidente de la República.
El tercer gobernador con el que los ánimos se exaltaron es Francisco Javier García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, al que se fincó denuncia penal por lavado de dinero, delincuencia organizada y defraudación fiscal, entre otros delitos y hasta fue desaforado por el Congreso de la Unión, desafuero que no prosperó, ya que el Congreso del estado ratificó a García Cabeza de Vaca como su gobernador.
Se suscitó un fuerte debate entre panistas y morenistas, se giró una orden de aprehensión entre controversias constitucionales y se armó un tremendo margallate.
El asunto se encuentra vigente y apenas hace unos días, el presidente López Obrador y el gobernador García Cabeza de Vaca se encontraron y convivieron, después de 18 meses de no hacerlo y acordaron un proyecto de modernización e infraestructura aduanera.
García Cabeza de Vaca se consideraba, él mismo, un serio aspirante a la candidatura presidencial del PAN. Hoy, seguramente ya lo olvidó y nadie menciona su nombre, aunque se encuentra enfrascado en una tarea difícil hacer ganar a su secretario de Gobierno como candidato a sucederlo.