La inseguridad avanza
¬ Luis Ángel García miércoles 2, Mar 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Las benditas redes sociales difundieron el domingo el “fusilamiento” de al menos diez personas —otros hablan de 12 o 17—, en un poblado de Michoacán mientras asistían a un velorio. A plena luz del día fueron formados contra la pared y, desde varias posiciones, hombres armados dispararon contra los civiles. El humo de las armas y la interrupción del video grabado desde el interior de una casa, impiden ver los cuerpos caídos, inertes.
De momento, se paralizaron los gobiernos estatal y federal ante la indignación y temor que provocó entre la población las imágenes de la ejecución. La masacre era signo inequívoco de que fracasó la estrategia de seguridad del régimen, que no es con el buen deseo de “abrazos y no balazos” como se debe atacar al crimen organizado, ni la sólo presencia de las fuerzas armadas puede contener el avance de la delincuencia, si no se ejerce el uso legítimo de la fuerza. Estáticas se quedaron las autoridades ante la noticia, pero la ausencia de los cuerpos dio un respiro al gobierno federal, quienes rápidamente utilizaron a sus medios de comunicación afines para denostar a quienes subieron el video y argumentaron que había sido un montaje, una estrategia para demeritar las acciones de la 4T, que en días pasados había desplegado tropas y equipo pesado para contener a las bandas criminales. La derrota del gobierno se patentiza cuando se utiliza al Ejército y la Guardia Nacional para escoltar a los desplazados a sus comunidades, no para que regresen a vivir, sino para que puedan rescatar sus últimas pertenencias.
Más allá de la aparición de los cadáveres, queda el mensaje del narcotráfico de que ellos son los que gobiernan, los que deciden sobre la vida de los civiles, así como son responsables de los miles de pobladores desplazados de sus comunidades por la violencia de que son objeto o de las desapariciones forzadas que asolan a muchos mexicanos. Así que no es de extrañar que se cometan estas barbaridades, como lo han hecho en funerarias de Guanajuato y Zacatecas.
Pero para el gobierno es más fácil negar la realidad, hacer changuitos para que se trate de un falso fusilamiento, que sólo hayan pretendido espantar a la ciudadanía y vaya que lo lograron. Los datos son abrumadores, más de 111 mil asesinatos en tres años hacen dudar que se trate de “un montaje”, además de las mismas evidencias que reconocen las autoridades como son los casquillos percutivos y las machas de sangre en el piso. Para mañana, estas posibles víctimas sólo serán una estadística más, ya sea de los homicidios dolosos o de los más de 95 mil desaparecidos.
Michoacán, Zacatecas, Chihuahua y Sonora son entidades donde la violencia no ceja, además de Guerrero, Oaxaca y Veracruz, la CDMX experimenta un repunte “atípico” -dicen las autoridades- de feminicidios. Poco duró el gusto de las cifras alegres que presentó el gobierno sobre la reducción de la incidencia delictiva en enero. De comprobarse la ejecución sumaria de civiles, habrá indicios de que se pierde la gobernabilidad en los estados mayoritariamente comandados por la 4T. A eso habrá que sumarle el asesinato de periodistas, de defensores de derechos humanos y de políticos. Sin embargo, la seguridad pública no parece ser una prioridad para este régimen, ocupado más en distraer la atención sobre la “casa gris”, el affaire de Julio Scherer y el tráfico de influencias y otros temas de corrupción en la impoluta 4T. Al Presidente le preocupa su popularidad, aunque diga que no le han quitado ni una pluma; la verdad es que ha perdido el manejo de la agenda pública y la inseguridad rampante le traerá más dolores de cabeza, aunque él se empecine en negar la terca realidad.