Sacar los trapos al sol
Freddy Sánchez martes 22, Feb 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Como veo doy”…
Algo así podrían decirse mutuamente los periodistas y familiares del Presidente y de otros altos funcionarios de la 4T que han sido conminados socialmente a dar cuenta de la procedencia de sus ingresos para probar que son lícitos.
Y es que lo mismo que se exige a los comunicadores desde el Palacio Nacional para que demuestren su honorabilidad habría que hacerlo con todos y cada uno de quienes han estado bajo sospecha de recibir beneficios indebidos aprovechando su relación con los que detectan actualmente el poder en México.
Más allá de lo que la ley estipule, los periodistas de renombre a los que se ha puesto bajo una “mirada escrutadora” (dándose a entender que lo que tienen es mal habido porque supuestamente comercian sus consideraciones al mejor postor y critican al que no quiere pagarles), obviamente, si accedieran espontáneamente a transparentar sus ingresos y posesiones mucho tendría que reconocérseles, una vez acreditada su honestidad.
Pero justo es decir que de igual manera hay que esperar que los que están del lado gubernamental (aparentemente “cobijados” y a salvo de cualquier indagatoria sobre sus presuntas conductas irregulares), suponiendo que sea una falsedad lo mal que se habla de ellos, deberían demostrar su honestidad voluntariamente, aunque no se los imponga la ley.
Y es que ambas cuestiones ameritan ser objeto de las pertinentes acciones institucionales que permitan dejar en claro que tratándose de buscar presuntos responsables de conductas amorales e incluso delictivas, la intención de insinuar probables corruptelas de algunos periodistas, no tiene el propósito de desviar la atención de las posibles inmoralidades y actos de corrupción de los cercanos al poder presidencial.
Dicho de otro modo: Lo que se demanda a los comunicadores ni más ni menos hay que pedírselos a los familiares de Andrés Manuel y parientes de sus respectivos secretarios de despacho, legisladores y demás funcionarios de alto nivel en la 4T.
O es que unos están obligados a “desnudarse en público”, aunque la ley no los obligue a divulgar la fuente de sus ingresos y los supuestamente protegidos del gobierno en turno, por el contrario, nada ni nadie los puede obligar a que acrediten la legítima procedencia de sus bienes e ingresos.
Eso de plano sería una incongruencia de la honestidad que se dice defender por la sencilla razón de que no se puede andar pidiendo cuentas a los demás y querer ocultar las propias cuando se trata de acreditar una conducta correcta en la conducción del comportamiento público y social.
Un refrán lo dice puntualmente: “no hay ratero que no sea desconfiado”.
Así las cosas, es preciso que aquellos que demandan a los periodistas que prueben que no son unos “sinvergüenzas”, igual se muestren solícitos a acreditar la rectitud de sí mismos y su parentela. Porque si bien es cierto que en la relación de gobiernos pasados con distintos medios periodísticos y comunicadores (en especial los más conocidos) se habló de tratos especiales con distintas deferencias, canonjías o prebendas en compensación de opiniones mesuradas o poco críticas hacia el poder, eso exactamente se dice en la actualidad de otros medios periodísticos y comunicadores cercanos a la 4T.
Así que como dijo Andrés Manuel: Hay que transparentar todo, porque el que nada debe nada teme.
De tal suerte que el combate a la corrupción en este caso para que no sea una simulación hipócrita dedicada exclusivamente a hostigar a periodistas “incómodos” hacia el gobierno, es preciso que se actúe sin distingos ni privilegios de ninguna clase.
Y que por lo tanto: “Propios y extraños” de la Cuarta Transformación sean invitados a divulgar sus ingresos y de aquellos que se conozcan casos concretos de deshonestidad proceder a sacar los trapos al sol.