Los vándalos de Ayotzinapa
¬ Luis Ángel García lunes 7, Feb 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Los normalistas de Ayotzinapa han hecho del vandalismo, la toma de casetas, el secuestro de autobuses, el asalto a camiones repartidores y el bloqueo de carreteras una industria de la extorsión y el chantaje.
Amparados en la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014, esta nueva generación y otros grupos porriles han encontrado en la protesta una forma cómoda de hacerse de dinero sin estudiar ni trabajar. Estos “ninis” activistas buscan -como la canción-, cualquier fecha en el calendario para manifestarse, pedir dinero, robar camiones o asaltar a los repartidores y presionar a los gobiernos con investigaciones para esclarecer la desaparición de sus compañeros, cuando a quienes menos conviene que se castigue el delito es a ellos, porque se les acabaría el negocio.
Desde hace ocho años han utilizado el secuestro de sus compañeros con fines políticos y como fuente de ingresos cada vez más generosa, pero también se han vuelto más violentos en sus manifestaciones. Del “boteo” voluntario, pasaron a la toma de casetas, donde inicialmente dejaban el libre tránsito de vehículos y luego al cobro “voluntario” de entre 50 y 150 pesos por unidad particular, de pasajeros o de carga.
Cada vez recurrieron con más frecuencia a la violencia, así se hace en el asalto a las casetas de peaje, el secuestro de autobuses turísticos y de camiones repartidores de refrescos, botanas, abarrotes y otros productos. De la toma momentánea de automotores de pasajeros para transportarse a las casetas dieron el salto a la expropiación de las unidades, en algunos casos con todo y choferes. A la fecha tienen en su poder, en las instalaciones de la Normal, varios de esos vehículos. Lo mismo sucedió con los camiones repartidores, primero los saqueaban y luego los incendiaban como protesta contra el gobierno, práctica que mantienen, incluso los atraviesan para bloquear carreteras, donde también le imponen tributo a los que transitan rumbo a Acapulco. Enormes pérdidas han dejado a empresas como FEMSA (Coca-Cola), Bimbo, Barcel y otras embotelladoras o de comestibles.
Su violencia también la han trasladado a sus enfrentamientos con las fuerzas del orden. Cada vez es más difícil romper sus bloqueos en las vías de comunicación, abandonan las casetas de cobro hasta que ellos quieren y desafían a los policías y a los propios militares. En días recientes hubo dos enfrentamientos con la Guardia Nacional y la Policía Estatal de Guerrero. Cuando un operativo impidió que tomaran la plaza de cobro en la Autopista del Sol, se enfrentaron con piedras y palos a la autoridad. Agreden y luego se victimizan, buscan la justificación y el apoyo en organismos afines, pero ya no cuentan con el respaldo de la opinión pública. A su vandalismo, que afecta lo mismo a particulares usuarios de las carreteras que a los empresarios del transporte y el turismo, además de interrumpir las cadenas de suministro, se suma el reto directo a las policías, quienes se habían contenido de contestar las agresiones por la simpatía que tiene este gobierno con los ayotzinapos, pero no pueden justificar la agresión directa que sufrieron cuando con irresponsabilidad y la clara intención de asesinar policías, dirigieron un tráiler sin chofer contra el escudo formado por elementos de la Guardia Nacional, tragedia que se evitó por la retirada de los efectivos y el desvío providencial del transporte que se estrelló contra otro vehículo.
Tan reprobable es la desaparición de los 43 normalistas hace ocho años, como la tentativa de homicidio de estos vándalos que desde el anonimato pretendieron agredir a las fuerzas del orden. Olvidan que el Estado, aunque este gobierno sea omiso -por simpatía o complicidad-, puede hacer uso legítimo de la fuerza, en cambio la violencia de particulares, además de ilegal, raya en la anarquía.