Infantilismo crónico
Alberto Vieyra G. viernes 4, Feb 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Como diplomático, AMLO se moriría de hambre. Ignora que el asunto de la diplomacia internacional es un arte en el que se dice mucho, pero se entiende poco, es un arte sin adjetivos calificativos terribles como el hecho de llamar a la canciller panameña Érika Mouynes, “la santa inquisición” que le valdría ser tildado de infantil por un ex presidente de aquel país latinoamericano, Ernesto Pérez Balladares.
El tumbaburros de la Real Academia de la Lengua Española nos recuerda que infantilismo se refiere a la persistencia de los caracteres físicos y mentales propios de la infancia en la adolescencia o en la edad adulta. De acuerdo con los estudiosos del carácter, cuando esa conducta se repite cotidianamente hablamos de que esa persona o grupo de personas padecen de infantilismo crónico y que jamás deberían de ocupar cargos tan relevantes en los que estén de por medio los destinos de la nación.
Como AMLO es un ignorante en materia de diplomacia, desconoce que la Convención de Viena del 23 de mayo de 1969, en su artículo 4° reza que cuando una nación desea acreditar a un embajador, cónsul o representante diplomático ante otro estado en el plano internacional, debe solicitar por escrito el beneplácito de ese gobierno, siempre y cuando sea aceptado por el gobierno del país en el que se solicita. Esa Convención de Viena sería adoptada por el gobierno de México en 1980 y todo indica que los asesores de AMLO están también en ayunas en materia de Tratados Internacionales en cuestiones diplomáticas.
AMLO cometió el error de anunciar en la mañanera a mediados de enero pasado la designación del historiador Pedro Salmerón como embajador de México en Panamá, pero el mundo se le vino encima cuando varias mujeres, casi todas ellas alumnas o ex alumnas de Salmerón en el ITAM, lo denunciaron por acoso sexual. AMLO se escudaría en que era una guerra sucia por parte de los conservadores.
Tan agrio fue el debate que la cancillería panameña adelantó que AMLO debería de cambiar de caballo porque el señor Salmerón apestaba en Panamá. Se puso de uñas el inquilino de Palacio y finalmente optaría por Jesusa Rodríguez una gris senadora de Morena que también tiene sus asegunes en Panamá, lo que motivó a que AMLO se le fuera encima a la canciller Érika Mouynes tachándola de “la santa inquisición”.
Al pleito se sumó el ex presidente panameño Pérez Balladares, quien además de tachar a AMLO de infantil le advirtió que “México necesita más de Panamá, que Panamá de México”. ¡Órale! ¿Qué le sabrá el ex presidente panameño sobre los paraísos fiscales secretos de funcionarios mexicanos entre los que figuran algunos morenistas? ¿Fue eso lo que le quiso decir?
Será el sereno, pero AMLO ya se enredó con Panamá, con Joe Biden y sin faltar con los reyes de España. La verdad que esa conducta infantil de un gobernante apena a los mexicanos bien nacidos, porque México había sido considerado en el plano internacional, sobretodo en América Latina, como el hermano mayor que en materia de diplomática sabía arreglar sabiamente los conflictos internacionales con solo mantenerse al margen de ellos o sirviendo como mediador. México se ubicaría como líder en derecho internacional con las sagradas tesis de Isidro Fabela Alfaro y de Genaro Estrada como una nación que no se metía en camisa de 11 varas, respetando la libre autodeterminación de los pueblos.
Seguramente que ya es muy tarde para enviar siquiera a la “nocturna” a don Andrés Manuel López Obrador para que le den, por lo menos, una embarradita de lo que es el arte de las relaciones internacionales o la diplomacia en este mundo multipolar.