Periodismo ensangrentado
Freddy Sánchez jueves 3, Feb 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Quién podría asegurar que ningún caso de los asesinatos de periodistas ocurridos en este país fue por un comportamiento incorrecto del propio comunicador al que se le quitó la vida.
Negar o afirmar algo así requeriría haber aclarado cada crimen con la confesión y la captura de los criminales.
Y eso justamente es lo que no ha sucedido en varios sexenios en México.
La suma de atentados mortales contra los que ejercemos el periodismo se acumula constantemente sin que se avance en las indagatorias de todos y cada uno de los crímenes cometidos para saber a ciencia cierta que pudo ocasionar la muerte de un periodista, en muchos casos “sacrificado” por manos asesinas que actuaron a mansalva. O sea, dejando a su paso una muestra evidente de oído hacia el comunicador asesinado.
Bajo esta premisa existe la suposición de que la mayor cantidad de los asesinatos obedecieron a venganzas por el trabajo periodístico de las víctimas, ya sea por haber denunciado o estar en posibilidades de denunciar actos de corrupción, crímenes sin esclarecer o colusiones de autoridades y mafiosos dedicados a la comisión de los delitos.
Es natural que en la lista de sospechosos se apunte en primer lugar a los integrantes de grupos del crimen organizado que cuentan en sus filas con “pistoleros” dispuestos a matar a quien sea sin medir las consecuencias, en especial jóvenes e incluso menores de edad influenciados por el consumo de alguna droga y la idea de que estarían pasando “un examen” para ser parte importante en el organigrama de una organización delictiva.
En otro orden de ideas, es inevitable pensar que detrás de las muertes de periodistas puedan estar funcionarios o políticos de una u otra fracción partidista, prestos a victimar a los informadores que pudieran significar un obstáculo en sus aspiraciones de acaparar uno u otro cargo público o electoral.
Cuáles son pues las principales causas de estos crímenes, se ha convertido en un misterio en torno a las pesquisas o supuestas indagatorias que distintas autoridades realizan o dicen realizar para el esclarecimiento de los asesinatos de periodistas en México.
Lo dicho por el Presidente acerca de que el gobierno de Peña Nieto lo integraba una banda de malhechores y que por eso se dio la impunidad en la muerte de periodistas del pasado régimen, es una afirmación de fácil decir, pero difícil de probar.
Asimismo se convierte en un aserto que obliga al gobierno actual a dar una muestra de que los crímenes contra periodistas en el sexenio que corre serán castigados con el sustento de indagatorias puntuales sin ánimos de encubrimiento alguno, trátese de quien se trate aquel que esté involucrado en cada muerte de comunicadores.
El compromiso pues es grande para el presidente López Obrador, ya que no cumplir con su palabra de evitar la impunidad en estos casos lo colocaría en la incómoda posición de ser criticado del mismo modo que él criticó al gobierno de Enrique Peña Nieto, diciendo que si los asesinatos de periodistas no se aclararon fue porque ese gobierno lo integraba una banda de malhechores.
Así las cosas, es de desear que los atentados mortales contra los representantes de medios de comunicación, en efecto reciban el castigo debido y con ello desalentar los afanes de cegar la vida de periodistas que por la razón que fuera su quehacer sea o haya sido factor de incomodidad para hombres dedicados a la política, los negocios o el crimen organizado, quienes actualmente están bajo sospecha de autorías criminales.
Y en aquellos crímenes a causa de conductas indebidas de personajes de la presa, igual deberá aplicarse un castigo porque privar de la vida a cualquier persona no se justifica por ningún motivo. Es preciso entonces esclarecer cada caso en relación con lo que se ha convertido en un oficio de alto riesgo como secuela de un periodismo ensangrentado.