La farsa de la 4T
Armando Ríos Ruiz lunes 31, Ene 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Entre otras preocupaciones, los gobiernos dictatoriales suelen despojarse lo más pronto posible de los comunicadores que no están de acuerdo con ellos. Desde que Andrés Manuel se hizo de la Presidencia, convirtió en prioridad de su gobierno trabajar para despojar a los periodistas más conocidos por los foros en los que se desenvuelven, de su quehacer, con una rabia de tal tamaño, que nubló su percepción de lo que eso podría acarrearle.
Su desempeño de por sí, ha dejado mucho qué desear y bastante para la crítica. Prácticamente no hay día que no amanezca con una nueva ocurrencia que incomode a los ciudadanos. Parece empecinado en la creación de problemas de tamaños descomunales, de muchas formas. Desaparecer medicinas y con ello provocar la muerte de cientos de miles de niños, no es cosa menor. Minimizar la pandemia y aconsejar lo contrario a lo que aconsejan las autoridades de salud internacionales, tampoco.
Concebir actos de inconsciencia que evidentemente arruinarán la economía del país y que hundirán a los mexicanos en la mendicidad, con el correr del tiempo, es inconcebible. Como lo es alimentar empresas como Pemex, verdaderos cadáveres que ni los hindúes podrían resucitar. O como empeñarse en la imposición de las energías sucias, contaminantes y mortales, que el resto del planeta ha optado por rechazar en bien de la salud de los seres vivientes.
Los que reciben sus dádivas le aplauden todo y defienden sus acciones con el argumento de que ningún presidente, antes, les había dado dinero. Hablamos de la inconciencia pura. De los que también defienden la desaparición del aeropuerto de Texcoco porque ellos no viajan. No son capaces de entender que una obra de tal magnitud traería riqueza al país. A ellos mismos. A sus descendientes. No tienen capacidad para apreciar los efectos a futuro.
La matazón de periodistas debe ser divertida para quien los detesta. Por ello se dice –sólo se dice-, que se investigará hasta las últimas consecuencias el asesinato de Lourdes Maldonado en Tijuana. No se dijo lo mismo de la muerte de Margarito Martínez y José Luis Gamboa Arenas, también victimados en enero que ya termina. Pero en el caso de la señora, tan anunciado como los otros dos, se habla de una indagatoria exhaustiva, pero se pide que los señalados no sean investigados. ¡Valiente orden de esclarecer los hechos!
Todos los días, en el momento que puede, el Presidente habla de su principal cometido como Primer Mandatario: del combate a la corrupción que sólo existe en sus palabras y que sólo sus seguidores le creen por esa falta inmensa, por esa total ausencia de caletre.
Pero los periodistas que jamás han creído una sola de sus palabras se han encargado de hacer investigaciones especiales. Acaba de aparecer un reportaje que contradice al mandatario en sus supuestos afanes de vida austera, con ilustraciones de la forma de vida del hijo mayor, que ya quisiera Obama, porque él sí trabaja. Exhibe dos mansiones al norte de Houston. Antes vivió en otra en Conroe, Texas, propiedad de Baker Hughes, petrolero con quien el gobierno de México tiene contratos por más de 150 millones de dólares.
Hace tres años, el vástago declaró que no sabía a qué iba a dedicarse. Que alguien sepa, continúa igual. Pero su estilo de vida llama la atención, por el contraste que establece entre lo que el padre pregona y lo que él se encarga de desvirtuar. Cualquiera se pregunta: ¿cómo hace para vivir en una mansión y con automóviles de lujo? ¿Para viajar en jets privados y para vacacionar en Aspen, la parte montañosa de Colorado que suele visitar el jet set internacional?
Después de la publicación, hasta hoy no se ha dicho “esta boca es mía”. Tal vez se esperará a que el tiempo haga su efecto amnésico. Pero nadie podría estar tan confiado con esos periodistas inquietos, que no paran de hacer investigaciones incómodas, que dejan completamente al desnudo a la 4T.