La inseguridad que no cede
¬ Luis Ángel García lunes 24, Ene 2022Por la Derecha..!
Luis Ángel García
El gobierno utiliza toda clase de artilugios para convencer al pueblo bueno y sabio de que vamos requetebién en materia de seguridad. Casi todos los días el Presidente sortea los cuestionamientos sobre la inseguridad y refiere los otros datos, que ya se investiga o cede los trastos a otro funcionario para que aclare el tema; cada mes presentan en el Salón Tesorería las estadísticas sobre incidencia delictiva, acomodadas de tal suerte, que buscan destacar una reducción en algunos delitos, si son de alto impacto, mejor.
Pero la realidad es otra, en la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, con datos de diciembre del 2021, se devela que siete de cada diez mujeres se sienten inseguras en sus ciudades, el 65.8 por ciento de los mexicanos tampoco están seguros en sus localidades. Debiera de sonrojar a las autoridades federales, estatales y municipales que, en Fresnillo, casi toda la población, 96.8 por ciento, viven el terror de la inseguridad, con todo y que las fuerzas federales patrullan la zona. Pero otras ciudades no le van a la zaga, Ciudad Obregón registra un 95 por ciento de percepción de inseguridad, seguido de Naucalpan con el 92 por ciento.
En Zacatecas, donde recién le aventaron al bisoño mandatario diez cadáveres a las afueras del Palacio de Gobierno, la percepción de inseguridad es de casi el 90 por ciento, 89.4. Irapuato tiene el 89 por ciento y Uruapan el 86.
Si vemos, como dice el clásico, otros datos, encontramos en la Encuesta Nacional del Inegi que más de la cuarta parte de los hogares del país, el 25.2 por ciento, tuvo al menos una víctima de robo o extorsión. Las alcaldías o municipios más afectados son: Gustavo A. Madero con el 48.6 por ciento, Chimalhuacán con el 42 por ciento, Tláhuac con el 41.7 por ciento, Irapuato con el 40.3 por ciento y Venustiano Carranza con el 38.4 por ciento. Tres demarcaciones de la CDMX lideran las casas con al menos una víctima del delito.
Esa es la realidad, por más que maquillen las cifras, no pueden ocultar que en tan sólo tres años han asesinado a 110 mil mexicanos, que el crimen organizado incrementa la violencia a lo largo de todo el país, que persistan 95 mil personas desaparecidas, que México cuente con más de diez de las ciudades de las 50 más peligrosas del orbe, que seamos el segundo país con más periodistas abatidos, que los feminicidios vayan al alza, que las elecciones estén marcadas por la violencia política donde las bandas delincuenciales acribillan o imponen candidatos.
Continúan las masacres, las desapariciones forzadas, los embolsados, los descuartizados, los colgados en puentes, los cuerpos amontonados con mensajes para gobernadores y políticos, los secuestros. La violencia se ha apoderado de las calles.
Pero el ciudadano de a pie no solo vive los horrores de la delincuencia organizada, también sufre el acoso del delincuente común, el robo en el transporte público y como transeúnte, el asalto en su casa o negocio, el secuestro exprés, la extorsión, el pago por derecho de piso. Las mujeres, de las que el 70 por ciento se sienten inseguras, son víctimas de dos delitos deleznables que no ha podido combatir el gobierno: el feminicidio y la violación, los cuales van al alza.
Mientras tanto, el gobierno carece de una política pública que dé seguridad y tranquilidad a sus gobernados. Sin estrategias de inteligencia y sin el deseo de hacer uso legítimo de la fuerza, difícilmente se obtendrán márgenes aceptables de paz social y tampoco se podrá revertir la percepción de inseguridad, sentimiento que afecta la gobernabilidad.