Obediencia y conciencia
Alberto Vieyra G. jueves 13, Ene 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
2022 arrancaría con un escándalo mundial desatado por un desobediente que cobra millonadas como el número uno del tenis en el mundo llamado Novak Djokovic, el hombre antivacunas que al arribar a Australia para intervenir en el Abierto de Tenis, el pasado miércoles 5 de enero, se encontró con que en Australia sí hay gobiernos y leyes que se aplican a todos por igual, sean ricos, pobres o famosos fufurufos como Djokovic.
La prohibición de ingreso al territorio australiano por no estar vacunado generó ya un encontronazo diplomático entre Australia y Serbia, pero el tenista ya se exhibió ante el mundo como un irreverente contreras y desobediente, que podría perder su privilegio de ser desbancado como el número uno en el mundo del deporte blanco.
Es cierto que cada individuo tiene el derecho de hacer de su cuerpo y su vida lo que se le pegue la gana, pero estamos ante una mortífera pandemia que ha generado protocolos, que a veces no nos gustan porque transgreden las libertades, pero estamos también ante un problema de conciencia de que si alguien de nosotros corre el peligro de contaminarse de Covid-19, nuestra conciencia nos debe dictar que debemos aislarnos para no ser irresponsables y convertirnos en una larga cadena de muertes.
La conciencia es una virtud que tiene que ver con la capacidad del hombre de poder distinguir lo bueno de lo malo. Y ¿qué es entonces la obediencia? Se trata de una cualidad del ser humano de acatar las leyes divinas y terrenales, así sea muy fufurufo y muy famoso que, dicho sea de paso, cuando se vuelven famosos o tienen el poder en sus manos se convierten en irredentos desobedientes al no acatar la voluntad de la persona que manda, de lo que establece una norma o de lo que ordena la ley.
Lo ocurrido al tenista Novak Djokovic es un mal ejemplo que cunde por el mundo y en México tenemos a un Presidente de la República que además de mentiroso, chillón y peleonero, se distingue por ser desobediente hasta la pared de enfrente. Es un hombre terco que solamente hace que impere su ley: La ley de Herodes.
Durante toda la pandemia, AMLO se ha negado terminantemente a usar el cubrebocas y a obedecer los protocolos que imperan en casos de una emergencia sanitaria, que debe ser responsabilidad de todos para no llevarse entre las patas a gente inocente.
Antier por la tarde, don Peje nos dio la buena nueva de que otra vez la burra al trigo. Sí, se volvió a contagiar de coronavirus por segunda vez, aun contando, según él, con 3 dosis. Lo tiene muy merecido porque de manera irresponsable tuvo contacto con mucha gente, incluyendo su familia en los últimos 5 días ya contaminado y aunque él diga que son síntomas leves o que se trata de un catarrito que seguramente podría ser paleado con paracetamol, Vick vaporub o tecitos para sacar los demonios de los huesos, lo cierto es que el virus es macabro y actuar de ese modo es una monumental irresponsabilidad.
¿Qué nos dice semejante irresponsabilidad por parte del Presidente de la República?
Bueno, pues nos revela que con esa irresponsabilidad ha sido manejada en México la pandemia del coronavirus que hasta el pasado 20 de noviembre, de manera oficial contabilizaba 646 mil compatriotas muertos, es decir 6 estadios azteca repletos de fanáticos del deporte de las patadas. Pero, AMLO y sus corifeos de salud Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell se pavonean como pavorreales, cuando deberían estar en la cárcel por su negligencia criminal en el combate a la pandemia y el engaño a los mexicanos.
Nos dice también que, aunque se tengan 3 o más vacunas, el coronavirus no respeta ni a los poderosos inconscientes y desobedientes sean tenistas o cobren como Presidentes.