Todos quieren beneficiarse de la legalización de autos “chocolate”
Miguel Ángel Rivera lunes 10, Ene 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Todavía no llega el momento en que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregue el máximo regalo, la candidatura presidencial, pero sí tiene un presente para el “pueblo bueno y sabio”: la regularización de los llamados autos “chocolate”, es decir, que entraron ilegalmente a territorio nacional.
Desde que anunció su propósito de regularizar esos automotores, el primer mandatario destacó que los beneficiados serán familias de escasos recursos, que no tienen capacidad para adquirir un auto en agencias. Además, destacó que, con frecuencia esos autos son utilizados en acciones criminales, por lo cual resultaba conveniente tener un registro de los mismos, el cual se crearía al tiempo que se legalizaban esos vehículos.
Como sucede con otras acciones y decisiones del Presidente, hubo muchos comentarios positivos, sobre todo por simpatizantes de la llamada Cuarta Transformación, por considerarse que resulta una efectiva ayuda para familias de escasos recursos.
De hecho, desde 2019, cuando se discutió el Paquete Fiscal 2020, una diputada del partido oficial, Morena, Teresita Vargas, propuso que se adicionara un artículo transitorio Décimo Quinto, el cual ordenaría al Congreso de la Unión a buscar, en un plazo máximo de 8 meses, un mecanismo para regularizar los autos “chocolate”.
Pero, también se escucharon críticas, sobre todo de quienes viven de la producción y comercialización de autos “legales”.
Por ejemplo, la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT) indicó que, por cada 100 vehículos nuevos que se colocan en el mercado mexicano, se importan 35 unidades adicionales de forma irregular.
A su vez, la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotores (AMDA) advirtió que la regularización generaría una caída de hasta el 39 por ciento en las ventas del mercado nacional y la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) recordó que la importación de autos “chocolate” es un fenómeno que se ha acelerado en los últimos años, pues en 1992 se calculaba que los autos chocolate oscilaban entre los 600 y 700 mil unidades; no obstante, para 2001 incrementó su estimación hasta 1.5 y 2.5 millones. A la fecha, algunas estimaciones hacen llegar que la cifra de autos que han entrado ilegalmente al país llega a 18 millones.
Otros cálculos son más conservados. Por ejemplo, la AMIA calculó que, en 2015, el total de estos vehículos alcanzaba los 7.5 millones.
Otro cálculo proviene de Manuel Nieblas, socio líder de la Industria de Manufactura de Deloitte México: “si se venden en 2019 alrededor de 1.3 millones de vehículos nuevos y hay 18 millones de autos “chocolate” circulando en el país, estamos hablando de que esa cantidad representa la pérdida de 13 años de ventas de autos nuevos. Este balance provoca un impacto en cascada porque vender menos vehículos implica que se disminuya la recaudación, se corte la cadena de suministro que provee autopartes para la fabricación de vehículos, disminuya la inversión en el sector automotriz y se generen menos empleos”.
Con todo, el presidente López Obrador no esperó a que la regularización fuese legalizada por el Congreso. El pasado 17 de octubre firmó un acuerdo por el cual autoriza legalizar esos vehículos, pero limitado a siete estados del norte: Baja California, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Baja california Sur.
Los diversos aspectos que abarca el proceso de legalizar estos vehículos estarán a cargo de las secretarías de Gobernación, de Economía, de Hacienda y de Seguridad y Protección Ciudadana, según confirmó en su momento la titular de esta última dependencia, Risa Icela Rodríguez.
“Todos coludos o todos rabones”
Al margen de los efectos negativos señalados por los involucrados en la producción y comercialización de los autos “legales”, la medida del presidente López Obrador ha tenido un efecto que tal vez no se esperaba; se puso de manifiesto que el problema de los “chocolate” no se limita a los estados del norte, sino que se ha extendido por toda la República.
En consecuencia, los propietarios de autos importados ilegalmente y que residen en entidades del centro y del sur de la República reclaman tener el mismo privilegio.
Los reclamos de quienes quedaron fuera de su decreto han orillado al jefe del Ejecutivo a hacer las veces de uno de esos personajes que llevaron oro, incienso y mirra al Niño Jesús. Bueno, no se le pide tanto, apenas un documento oficial que legalice su compra.
Esto ya sucedió, por ejemplo, en Michoacán. En la inauguración del cuartel de la Guardia Nacional, el titular del Ejecutivo federal detalló que a este acuerdo entrarán sólo los autos que estén en la entidad hasta el 31 de diciembre de este año.
“Vamos a cumplir con esa demanda, esa petición de que todos los carros que no tengan papeles y que hayan introducido nuestros paisanos para los trabajos del campo y también para transportar a sus familias, llevar a sus hijos a la escuela, todos los vamos a regularizar, hacemos ese compromiso, nada más que vamos a poner un límite, hasta el 31 de diciembre, los que entran, los que ya están aquí y los que entren hasta el 31 de diciembre porque vienen nuestros paisanos y a lo mejor van a traer sus carros y que se los regularice porque nos ayudan mucho, mucho, mucho, nuestros paisanos michoacanos”.
Acompañado por Alfredo Ramírez Bedolla, el nuevo gobernador, postulado por su partido, Morena, el primer mandatario hizo referencia a las protestas de los distribuidores de vehículos nuevos, a quienes les pidió entender que todos “tenemos derecho a ser felices”.
Los que de inmediato le tomaron la palabra fueron los propietarios de los vehículos ilegales, pues en Nayarit, tuvo la misma demanda. Todos quieren beneficiarse de la legalización.
El Presidente, que ha repetido que “primero los pobres”, ofreció que la legalización se extenderá a ese estado. Sus críticos dirían que es una acción que garantizará un aumento de votos para los candidatos “morenos”.
En respuesta a comentarios de un reportero local, el mandatario aceptó incluir a Michoacán, bajo el argumento que los coches los traen los paisanos que han ayudado mucho a la entidad y al país a través de las remesas. Presentó incluso una gráfica (enero-octubre) en la que se muestra la recepción en Nayarit de 672 millones de dólares.
El mandatario estuvo en Chihuahua y presentó el citado acuerdo para la regularización de vehículos usados de procedencia extranjera. El evento se realizó en la fronteriza Ciudad Juárez.
“Ya se emitió un acuerdo para que se regularicen los carros que no tienen papeles, que han traído nuestros paisanos para ayudarles, porque no todos tienen para comprar un carro nuevo”, repitió López Obrador los argumentos antes expuestos en Michoacán.
También comentó que, originalmente ese programa estaba pensado para la zona fronteriza, pero ya nos hicieron la solicitud también en Michoacán y decidimos también ampliar a Michoacán. “Nosotros le tenemos mucho afecto al pueblo de Nayarit. Mucho, mucho afecto porque por mucho tiempo se le marginó, entonces, me comprometo que también se va a aplicar el programa para Nayarit la regularización de los carros. Los paisanos nos han ayudado muchísimo”, reiteró el mandatario.
En aras de simplificar procedimientos, en congruencia con el otro criticado acuerdo presidencial para proteger las obras prioritarias de su gobierno, lo lógico sería que de plano la legalización de los “chocolate” se aplicara en toda la República, pero es poco probable que así ocurra, pues se conoce la tendencia del Presidente a buscar la manera de hacer llegar personalmente los programas de beneficio a grupos sociales.
Cabe destacar que el primer mandatario ha ordenado que el dinero que se cobrará por la regularización de los “chocolate” – 2,500 pesos por cada auto- se destinará a programas de reparación del pavimento en zonas urbanas, es decir a “bacheo”. Ojalá se cumpla cabalmente su orden y no se desvíen los recursos, pues como es posible comprobar en casi cualquier ciudad, prácticamente todas las calles tienen enormes hoyancos.