Buenos deseos imperiales
Armando Ríos Ruiz lunes 3, Ene 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Después de un descanso de la lectura obligada de las noticias, de donde derivamos nuestra visión de lo que acontece en nuestro país y la crítica a lo que consideramos desatinos, abusos, malas prácticas de los personajes que pueblan el mundo de la política y los aconteceres que aquejan, que perjudican a los mexicanos, estamos de vuelta para desear a nuestros lectores un año con más salud, bienestar y éxitos en todo lo que emprendan.
La crítica a las autoridades no se realiza por el prurito de hablar mal de alguien. Deberían servir para que quienes ostentan cargos públicos corrijan los errores que cotidianamente cometen hasta con abuso de los mismos. Se origina en la impericia. En la falta de cordura, de experiencia y conocimientos. En la evidente ineficiencia de los servidores públicos ahora inventados y por lo mismo, improvisados. Sacados de la chistera del mago de palacio sin que importe algo siquiera, que sólo pasan a engrosar el grupo de las figuras decorativas.
Hay quienes apuestan, por ejemplo, a que la señora Claudia Sheinbaum sólo es comparsa en la comedia presidencial. Que obediente y ciega como siempre, acata la orden de su Dios del sureste para hacer creer a los mexicanos que es la favorita, mientras el gran elector posa los ojos en otro “florero”, como ahora se denomina a los funcionarios que sólo van a sus oficinas a sentarse durante largas horas, sin resolver nada.
Muchos expertos en temas de sucesión elucubran que detrás del telón se oculta el verdadero preferido. El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quién estaría dispuesto a cambiar de silla sólo para sentarse en la nueva, de ganar las elecciones, mientras en actual mandatario mueve los hilos que impulsan las acciones del títere.
La señora Sheinbaum sería recompensada por prestarse a este juego, como se ha prestado siempre. Esto ha suplido su falta de inteligencia para hacerse de los cargos públicos que ha desempeñado. Su protector de siempre ha sabido recompensarla y salvarla de los desastres que han resultado de su torpeza en los lugares ocupados. Los niños muertos en el Colegio Rebsamen y los pasajeros muertos de la Línea 12 del Metro, entre otras pifias.
El Presidente debe saber que no cuenta con la presencia, el carisma necesarios para ser una candidata ganadora, con todo y que sería ideal para permitir que su maestro continúe en el poder tras el trono. Pero en este asunto, lo mismo se comprometería a ejecutar el Secretario de Gobernación. ¿Qué ha hecho hasta hoy? Sólo cumplir al pie de la letra lo que le ordenan desde la Presidencia o cosas muy secundarias, como recibir a quienes le indican. ¡Cuánto trabajo!
Mientras comienza formalmente el año nuevo, El Presidente y su esposa enviaron un mensaje a los mexicanos para afirmar que será indiscutiblemente mejor. La pandemia se va dejando a pesar de que nada se ha hecho para combatirla, que no sea alentar a los gobernados, como desde que apareció, a salir a las calles. Es necesario para mejorar nuestra castrada economía, que en boca del que manda no tiene ningún problema, porque así lo decreta y sanseacabó.
En su óptica, el año viejo fue muy bueno, mientras cientos de miles de niños murieron por falta de medicamentos para combatir el cáncer que padecían y que continúan inmersos en esa letal carencia que no tiene remedio, porque la muerte debe ser algo así como natural o necesaria, en un país que, gracias a su población, tiene necesariamente que sufrir.
Las palabras no salvan ni alientan. La señora dijo: “Hay un año nuevo y podemos hacer un nuevo propósito o nuevos propósitos de que nos salgan mejor las cosas, confiar, confiar en nuestra persona, en nuestra familia, en nuestra sociedad, en nuestra comunidad, en nuestra nación”. ¿Y cómo confiar en quienes de una y otra forma llaman a la muerte para que cumpla su tarea exterminadora?
Las palabras de aliento las buscamos los mexicanos para transmitirlas entre familiares y amigos. No necesitamos que nadie nos diga lo que no siente.