Un mundo incierto
Alberto Vieyra G. lunes 3, Ene 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Terminó un 2021 con un mundo incierto y enfermo emocionalmente por un coronavirus que ha puesto por segundo año consecutivo a la humanidad de cabeza, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos diga que la pandemia alcanzará en este 2022 su nivel más bajo, no deja de ser preocupante no sólo porque está en juego el pellejo, sino porque mucha gente ha perdido ya a muchos de sus seres queridos, sus trabajos y por momentos pareciera lanzar un desafío al virus que en apariencia comienza a morir lentamente, aunque en realidad los virus no tienen palabra de honor porque no se sabe con qué letalidad será su próxima mutación; no se sabe si pasará a la historia o la Covid-19 llegó para quedarse.
Y aún está en el aire la misteriosa interrogante ¿el coronavirus fue obra de alguna perversa potencia o es parte del destino manifiesto de la humanidad, pues las profecías bíblicas hablan de que, en el final del actual sistema de cosas, el mundo sería azotado por epidemias? ¿Sabremos algún día lo que está ocurriendo en el planeta? Por lo pronto el coronavirus ha dejado una estela de muerte de casi 5 y medio millones en el mundo, de los cuales casi 600 mil han muerto en México, ante la incapacidad gubernamental.
La variante Ómicron, que según científicos es más contagiosa que las anteriores cepas del Covid-19, pues mientras aquellas contagiaban entre 8 y 9 personas, la nueva variante sudafricana es capaz de contagiar de 14 hasta 17 individuos, y en México apenas comienza a causar estragos, donde por cierto el gobierno de AMLO realiza las menores pruebas posibles para evitar que las cifras letales hundan a su gobierno, como ocurre en Francia y aún en Estados Unidos, donde dicha variante está pegando con tubo.
Arribamos los mexicanos a un 2022 incierto, con un México dividido y enfrentado, un México de chairos y fifís, merced a una nula civilidad política con la que se conduce el presidente de la república; un México polarizado en el que campea la ingobernabilidad y el vacío de poder, pues simplemente el gobierno o el Estado no puede con las mafias criminales que han hecho de la nación azteca un México macabro y morboso.
Arribamos a un 2022 en medio de un desbordado futurismo político rumbo a las elecciones presidenciales del 2024 y a una carroña política atizada por AMLO quiere que a toda costa y sin dinero el INE haga una innecesaria revocación o ratificación de mandato para satisfacer su ego y sus caprichos demenciales, quien ha llegado al colmo de decir que si el INE no lleva a cabo dicha revocación, él lo hará mediante encuestas pagadas y lógicamente violando el artículo 35 constitucional que mandata al INE a realizar dicho ejercicio instalando más de 163 mil casillas en el todo país, como si fuera una elección presidencial.
AMLO no puede ni debe hacer lo que por ley le corresponde al árbitro electoral de México, sólo que el INE para hacerlo requiere de dinero, pero el negrerismo del Presidente se hace sentir para desprestigiar al INE y presentarlo ante los mexicanos como una institución que no es garante de la democracia, obviamente la democracia que le interesa a AMLO.
Arribamos a un 2022 con un gobierno reprobado en prácticamente todo, un México sin medicamentos en hospitales, con una galopante crisis económica y una imparable carestía que se deja sentir durante el régimen amlista que había prometido el oro y el moro, pero todo ha quedado en eso: promesas electorales, atolito con el dedo o sea, la democracia del Presidente.
Pero compatriotas ya cabeceamos para dónde va el golpe, pero ánimo y nos amanecemos.