Ana Goffin pone la violencia de género “En la boca del cocodrilo”
Espectáculos jueves 16, Dic 2021
La escritora y psicoterapeuta
- Regala caminos para sanar y prevenir desde la psicoeducación
Arturo Arellano
La escritora y psicoterapeuta Ana Goffin nos habla de su más reciente publicación “En la boca del cocodrilo”, donde relata historias de violencia de género que le fueron enviadas de manera anónima y en cada una, nos regala caminos para sanar y prevenir desde la psicoeducación, ya que cabe mencionar, ella en su momento fue víctima de este tipo de agresiones.
Y es que de acuerdo con ONU Mujeres “antes de la pandemia 243 millones de mujeres y niñas han sufrido maltrato”, por lo que la doctora Ana Goffin, también maestra en Salud Mental y Speaker internacional nos relata “lo iba a presentar en la Feria Internacional del Libro el año pasado, pero no hubo y se presentó hasta este año, aunque de manera virtual. Se me ocurrió juntar historias de mujeres que hayan sufrido violencia de género. Llegué a la conclusión de que es un problema familiar del que no nos va a venir a sacar del pantano, ni una institución, ni el gobierno, debemos trabajar en sistemas familiares”.
Aclara que “modifiqué las historias para que no fueran identificadas estas mujeres que nos confiaron su testimonio y puse un anexo psicoeducativo para darles las lectoras herramientas para trabajar en nuestras propias vidas y salir adelante de esos problemas. Inicio con una historia que me impactó muchísimo, incluso, más que la mía”.
Afirma que “las mujeres y los hombres tendemos a formalizar, casarnos, tener hijos, demasiado rápido, durante en la etapa del enamoramiento, es tan rápido que no pensamos, no vemos y no nos damos cuenta de lo que es la otra persona realmente, nuestro cerebro no funciona es como una orquesta haciendo ruido y es difícil detectar los defectos o problemas a resolver”, por lo que invita a las personas a esperar un poco más antes de formalizar de esta forma.
Explica que para titular este libro “tomé la teoría del cerebro, que sostiene que nuestro cerebro es uno que contiene tres pensamientos: primero el reptiliano, que te hace huir o atacar, después el racional y por último el emocional. Estamos viviendo como cocodrilos, desconectados, por eso hago uso de esa teoría, porque si nos conectamos con alarmas internas, desde sensaciones corporales, va a ser más sencillo salir de este tipo de violencia, no ejercerla tampoco y educar a quienes tenemos cerca”.
De manera que este tipo de lecturas afirma “nos auxilian, aprendemos tips, alertas, como se da el síndrome de Estocolmo doméstico, la relación que hay de las adicciones con la violencia”.
Sobre su caso particular nos cuenta “la situación la viví muy de niña con mi mamá, era un tema secreto en mi casa, como suele suceder, mi papá era bipolar, violento, sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial con problemas psicológicos muy serios, en los sesentas no había ni medicinas, ni tratamientos, ni diagnóstico, no es justificación, pero así sucedió, él estaba muy mal, hasta que tomó una escopeta y nos disparó, la bala pasó entre mi mamá y yo. No se hablaba de eso, mi papá se fue a Europa, mi abuelo lo deportó, pero es algo con lo que crecí”.
Señala que un contexto así “lo primero que hay que hacer es romper el secreto, porque si no va pasando de una generación a otra, después hay que trabajar en sanar. En mi caso soy medio loca para escribir, escribo y escribo hasta que acabo, empecé a recibir cartas muy rápido y de forma simultánea trabajé en mi historia. Todas tienen patrones claros y similares, dependencias, secretos, adicciones, cosas que se van repitiendo y por lo que abogo es por la educción en sistema familiar, no sirve de nada una manifestación si no hago nada en mi casa, es a favor de las mujeres, pero no contra los hombres, porque me he topado con hombres fuera de serie, de hecho estoy casada con uno de ellos, leen el libro para guiar a sus hijas, incluso”.
A las mujeres, finalmente, les aconseja “bajar un violentómetro de cualquier buscador de internet, es súper útil porque va por semáforo para saber cuándo es necesario pedir ayuda, muchas me dicen dame un teléfono para que vengan a rescatarme, pero no hay tal, eso es parte de las repercusiones y asunto social, que no tenemos instituciones realmente encargadas de dar albergue a las mujeres que sufren violencia, por eso hay que ver otras herramientas”.
Entre ellas dice “hablarle a alguien de confianza, no papá o mamá porque a veces son quienes no dejan que se salga de esa situación. por prejuicios. No se generaliza, pero no siempre es la familia quien te tiende la mano de forma correcta, a veces puede ser una amiga, amigo, un psicoterapeuta, una institución, pero hay que alzar la mano”, concluyó.
El libro está disponible en Amazon, tanto en físico como en digital.
“Lo primero que hay que hacer es romper el secreto, porque si no va pasando de una generación a otra, después hay que trabajar en sanar”