Tres años, ¿apenas?
Eleazar Flores jueves 2, Dic 2021Espacio Electoral
Eleazar Flores
BÁSICOS, A MÁS DEL DOBLE-. Los ya famosos “otros datos” olvidados en la magna concentración de ayer en el zócalo de la capital del país chocarían si el padre de la Cuarta Transformación diera los suyos en los rubros del día a día que sufre el pueblo sabio, donde los pobres son… primeros en apechugar carestía.
Van sin más. En 2018, el kilo de tortilla estaba entre 8 y 10 pesos, el bolillo o telera a 50 centavos pieza, el frijol 15 pesos en promedio y la gasolina, entre 15 y 16 pesos.
En este 2021, el kilo de tortilla está entre 17 y 20 pesos, el bolillo entre 2 y 2.50 pieza, el frijol entre 28 y 35 pesos promedio y la gasolina, entre 19 y 21 pesos. ¿Alguna duda?
De los precios anteriores se excluye el dólar, pues dirían que no es producto básico, pero repercute en todo, en 2018 estaba entre 15 y 17 pesos por dólar, hoy entre 20 y 22.
También excluyo precios de los productos considerados perecederos, pues más que por la ley de la oferta y la demanda se sujetan al “temporal” y la especulación, de ahí que frutas y verduras si bien no se citan aquí, cualquier ama de casa le dirá que chile, cebolla, tomate, jitomate y demás, indispensables en la cocina, también están por los cielos, justo ahora que los salarios están casi por los suelos.
La cadena de precios de unos cuarenta productos considerados en la canasta básica, incluyen azúcar que está no menos de un 50 por ciento más, el aceite para cocinar un 60 por ciento más considerando marcas y otras especificaciones de carácter nutrimental.
Reclamarían los defensores de la Cuarta Transformación si aquí se incluyeran los refrescos pero recuerde que para el conglomerado de a pie de la industria de la construcción es bebida básica, preferible y más económica que la cerveza. Un refresco -póngale nombre y marca que desee- es junto con una torta o unos tacos, la comida básica del medio día para las numerosas infanterías que “construyen un mundo que no les pertenece”, escribió el inolvidable Vicente Leñero en su libro Los albañiles.
Por estos y muchos datos parecidos más, olvidados en los cajones de los escritorios de Palacio Nacional, es que no hubo tristeza, sino jolgorio en el Zócalo de la capital del país, sede de los grandes eventos del padre de la Cuarta Transformación, para protestar cuando no presidía el gobierno, y para festejar como sucedió ayer.
Los divergentes de la Cuarta Transformación por ahora son espectadores u oyentes ¿por cuánto tiempo?