Vanidad política
Alberto Vieyra G. martes 30, Nov 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Todos los seres humanos tenemos siete defectos de carácter o pecados capitales, según algunas afirmaciones de los credos religiosos y son: Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, orgullo o soberbia y envidia.
Alguno de estos siete defectos, sobre todo cuando se han descoyuntado, son capaces de convertir a los seres humanos en títeres de sus propias emociones. Los políticos suelen ser títeres principalmente de dos defectos: orgullo y avaricia.
¿Políticos orgullos y soberbios o vanidosos en México? Ufff… los hay hasta pa´ventar pa´rriba, pero hay uno que se las gana a todos. Se llama Andrés Manuel López Obrador, a quien el defecto del orgullo lo hace ser títere de sus emociones, según opinan psicólogos, sociólogos, grupos de autoayuda y otros estudiosos del carácter, consultados por este átomo de la comunicación.
El defecto del orgullo se manifiesta en la gran mayoría de los casos como un exceso de vanidad. ¿Pero qué es la vanidad? De acuerdo con el tumbaburros, la vanidad se define como la creencia excesiva en las habilidades propias o la atracción causada hacia los demás. Es un tipo de arrogancia, engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia, aunque algunos estudiosos del carácter, particularmente los grupos de autoayuda definen que la vanidad es sinónimo de vacío espiritualmente.
Pero ¿a qué viene este estudio sobre los defectos de los politicastros mexicanos? Mire usted:
La vanidad política o sea el orgullo y la soberbia de AMLO lo hace que sea como Narciso, aquél célebre personaje que tanto estaba enamorado de su figura que terminaría ahogándose en el agua al contemplarse ahí. AMLO desde antes de que salga el sol, ya está bajo los reflectores en el soliloquio de Palacio Nacional, luego sale de gira artística con todo un aparatazo de comunicación, incluyendo los medios de comunicación del Estado; después no para de decir en las plazas “aquí toy” promoviendo una consulta a mano armada… perdón quiero decir, a mano alzada, malpensados y si está en el rancho que tiene un nombre de la tostada y la guayaba, también Narciso, desde Chiapas nos está diciendo “aquí toy” o cuando va a los yunaites, allá suele presentarse con los que mandan allá y acá como un político vanidoso muy mansito, muy humilde, cuadrándose ante los halcones de Washington y exhibiéndose con sus mejores cartas de la diplomacia.
Y con esa vanidad política y soberbia suele llamar la atención injuriando a periodistas, medios de comunicación, empresarios, juristas, jueces, ministros, pero sobre todo a las oligarquías de la derecha fifí, a las que odia con toda su alma y con ese odio, ha llevado a México a la división y confrontación entre los mexicanos la más escandalosa de que se tenga memoria en la historia del ponzoñoso presidencialismo mexicano.
Con tal vanidad y soberbia de su orgullote, AMLO anunciaría hace mes y medio que reanudará este 1 de diciembre, cuando se cumplen 3 años del peor accidente político en la historia moderna del país, sus concentraciones masivas y esta vez lo hará en la histórica Plaza de la Constitución, frente a Palacio Nacional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha prendido otra vez los focos rojos y las alarmas en el mundo, advirtiendo que la cuarta ola del coronavirus trae más pilón que nunca y la variante Ómicron africana es PREOCUPANTE. ¿Preocupante para AMLO? No. A él lo que le preocupa es dar rienda suelta a su vanidad política. Que se contaminen mil, dos mil o los que sean y que se mueran los que se vayan a morir por andar permitiendo ser acarreados a los mitines de AMLO eso no le importa porque su soberbia le dice “que se mueran los que se tengan que morir, para que otros puedan vivir”. Y usted ¿qué opina de la vanidad política de AMLO y compañía?