Revolución interrumpida
¬ Luis Ángel García lunes 22, Nov 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A 111 años de iniciada la Revolución Mexicana, primer movimiento social del siglo XX, sigue como asignatura pendiente la justicia social. Una centuria después, más del sesenta por ciento de los mexicanos vive entre la pobreza y la pobreza extrema; este año la tasa de desempleo es de 4.2 por ciento de la población económicamente activa, es decir, hay dos millones y medio de personas en edad de trabajar sin empleo —en 2020 hubo un millón de desempleados más—. En los últimos tres años, casi 40 millones de connacionales no cuentan con servicios de salud.
La Revolución Mexicana se inició más como una lucha política que de carácter social, la idea era restaurar la democracia y básicamente sólo se ideó para sacar a Porfirio Diaz de Palacio Nacional. Se pensó para hacer efectivo el sufragio, pero como la revuelta requirió del apoyo popular y campesinos, “la bola” obligó a los demócratas a ceder y también abanderar las reivindicaciones sociales. El sacrificio de Madero y los subsecuentes cuartelazos dieron la razón al historiador Adolfo Gilly, quien dice que la Revolución no ha concluido ni fracasado, sólo está interrumpida.
Plutarco Elías Calles institucionalizó el movimiento armado y los generales pasaron el poder a los civiles -abogados casi todos-, pero la justicia social no llegó plena. Todos quedaron a deber, ni la expropiación petrolera, ni la industrialización del país -la transformación de país eminentemente rural a urbano-, ni el desarrollo estabilizador, ni la nacionalización de la industria eléctrica, ni la apertura democrática, ni el populismo setentero, ni el neoliberalismo ni la autollamada 4T pudieron satisfacer las necesidades urgentes de la población mexicana.
La justicia social sigue pendiente. El millón de muertos que dejó la revolución sólo son ahora una efeméride, un recuerdo que se conmemora cada año por el gobierno en turno, pero que no reivindica las luchas populares. Curiosamente una festividad eminentemente cívico deportiva dio un giro para que las fuerzas armadas sean las protagónicas, tal vez para recordar que fue un movimiento armado el que nos retornó a la democracia, pero fueron obreros y campesinos los que derrotaron al ejército federal.
Esta fecha también da oportunidad a los militares de refrendar su lealtad a las instituciones y reiterar que no ambicionan el poder político, como sus pares en el siglo XIX y la mitad del XX. Pero la tentación está latente, tal vez por eso tanta complacencia y canonjías para los verdes en esta administración.
Lo que el gobierno parece soslayar es que la presión social cada día se agudiza más. Las promesas de campaña incumplidas, la terquedad de imponer un proyecto político basado en un populismo trasnochado, alentar la polarización y el divisionismo social, confrontar a las clases sociales, suponer que con dádivas se contiene la miseria, pretender acabar con la movilidad social o desaparecer a los clasemedieros solo alienta a al tigre con el que en su momento el presidente amenazó al gobierno y al árbitro electoral con desatar si no reconocían su triunfo.
Ahora ese tigre asecha a la 4T, los resultados en las pasadas elecciones son muestra del hartazgo de la gente, la protesta social todavía es pacífica y por los cauces institucionales, pero hay casi tres millones de desempleados, más pobres, más familias sin servicios de salud, la inseguridad también es una afrenta social y el control económico y político que ejerce el crimen organizado debilita la gobernanza. No se podrá mantener la paz social con subsidios a los pobres o canonjías a los militares. El tigre efectivamente se puede desatar y, como dijo el entonces candidato, a ver quién lo amarra. La Revolución sólo está interrumpida.