Yo acuso de AMLO
Freddy Sánchez jueves 11, Nov 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El mal de males: la corrupción. De eso habló en el seno de la ONU el presidente Andrés Manuel López Obrador. Señaló fallas y culpables y propuso soluciones.
Ante lo que como es de suponerse se ganó elogios y críticas.
Apoyos y rechazos, propiciando encuentros y desencuentros por haber dicho lo que dijo.
Y es que fue más allá de afirmar que la Organización de la Naciones Unidas nunca ha hecho nada sustancial a favor de los pobres.
Cosa que no pocos festejaron y otros fustigaron.
En las palabras de AMLO, indiscutiblemente, hubo grandes verdades, aunque obviamente incómodas para muchos de los oyentes.
De abusos e hipocresías, marrullerías legales, egoísmos, miserias humanas, inmoralidades, desamor al prójimo, todo ello, con la práctica de la corrupción hizo alusión Andrés Manuel. Y aseveró que tal cosa ha colocado al mundo actual en decadencia.
El Presidente de los mexicanos con su estilo peculiarmente pausado de hablar lanzó “dardos venenosos” en distintas direcciones, siendo los poderosos y ricos de este mundo los más vilipendiados.
Sobre la corrupción puntualizó: “causa la desigualdad, la migración y los conflictos sociales”.
Y añadió: “sería hipócrita ignorar que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones: la política, la moral, la económica, la legal, la fiscal y la financiera”.
Total que el Presidente de México, por decirlo de un modo coloquial: “no dejó títere con cabeza”.
Y después llegó la propuesta para solucionar el problema con una solicitud de apoyo económico que a más de uno (o mejor dicho muchos) de los ricos más ricos del orbe les debió poner los “cabellos de punta” o “los ojos cuadrados”, lo que se entienda mejor para describir lo que pudo ser su exclamación de asombro.
Andrés Manuel sugirió que para realizar diversos programas sociales, exactamente iguales a lo que su gobierno ha implantado en nuestro país (apoyo a personas de la tercera edad, aquellos con capacidades especiales, jóvenes sin empleo, campesinos y estudiantes entre otros), los mil hombres más ricos del mundo anualmente hicieran una aportación “voluntaria” del cuatro por ciento de su fortuna para la creación de un fondo solidario con los más pobres del planeta.
Lo mismo pidió que cooperaran las mil empresas más poderosas del planeta (propiedad, obviamente, de los mil ricos mencionados anteriormente).
Y para redondear su solicitud de caridad económica planeó una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrantes del G20.
Qué tanto pues caló lo dicho por el Presidente mexicano, seguramente mucho, pero qué tan dispuestos estarán los personajes más pudientes del mundo para “cooperar” con lo que ALMO llamó el Pan Mundial de Fraternidad y Bienestar, la verdad posiblemente casi nada.
Porque dos veces un cuatro por ciento de aportación anual de las fortunas personales y los capitales empresariales de los hombres o mujeres más ricos, aparte de lo que les podría tocar aportar en relación con la cooperación sugerida a los países más poderosos económicamente del planeta, en unos cuantos años significaría una gran merma a las riquezas de los que tienen más y difícilmente querrán mostrarse caritativos sin preservar sus posesiones, deseando más bien incrementarlas.
De ahí que el plan de cooperación propuesto al mundo primero lo debería intentar Andrés Manuel en México y demostrar que es factible, aunque eso lo obligue dejar de lado las confrontaciones hacia los adinerados a fin de lograr acuerdos para generar riqueza y poder repartir sus beneficios con justicia. Y antes que eso poner punto final al reiterado “yo acuso” de AMLO.