Pero, ¿qué significó la marcha?
Roberto Vizcaíno lunes 9, May 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- A ver si ésta no queda como la sexta marcha nacional, mientras el problemón de la inseguridad y la violencia que ya llega a casi 40 mil muertos, no pasa a otra cosa
Marcharon durante tres días y llenaron el Zócalo del DF, ¿y?… A los reclamos de su promotor, el poeta Javier Sicilia -a quien le asesinaron a su hijo-, se sumaron los de otros muchos mexicanos y extranjeros, reclamos tan reales como variados, distintos.
Por eso, ahí estuvieron los padres de los niños muertos en la guardería de Hermosillo, algunos padres de jóvenes ejecutados en ciudades del norte, familiares de decenas de levantados, secuestrados y desaparecidos, hasta los infaltables macheteros de Atenco, encabezados por Ignacio del Valle, activistas políticos y sociales como del Comité del Movimiento del 68, del Movimiento “La Otra Campaña” -del Ejército Zapatista de Liberación Nacional-, politólogos, periodistas, fotógrafos, camarógrafos y otros muchos.
En y a lo margo de la marcha ondearon cientos de pequeñas y grandes mantas y carteles con nombres y fotos de mexicanos de todas las edades y poblaciones que han sido asesinados o desaparecidos supuestamente por el narco y crimen organizado.
Algunos periodistas dijeron durante la larga concentración de la Plaza de Constitución que al parejo se dieron marchas similares y de solidaridad, en otros 16 países y más de 25 ciudades del país. Alguien más recuerda que durante los últimos 15 años se han realizado otras cinco marchas como ésta.
¿Qué han logrado estas movilizaciones? Realmente nada. La situación de la inseguridad y la violencia es sumamente peor.
Poblaciones enteras del norte como Ciudad Alemán, San Fernando son apenas la punta del iceberg del abandono, de exilio, de la huida masiva. El reciente enfrentamiento verbal del alcalde de Ciudad Juárez con agentes federales, son la muestra de cómo PFP’s y militares se apoderan de municipios y ciudades y anulan a las autoridades electas.
El sinsentido se ha convertido en algo común. ¿Realmente le conviene al crimen organizado balear centros comerciales, agencias de autos, restaurantes, matar civiles como si fuesen sus enemigos… o todo esto es parte de una estrategia en niveles oficiales para crear un estado de excepción que les reditúa mayores presupuestos y el acceso a sofisticados armamentos?
Dicen que quizá son ambas cosas. Que los malos atacan centros comerciales, supermercados, restaurantes y agencias de autos porque sus dueños y gerentes se niegan a pagar cuotas de “protección”. Y también porque a los altos jefes de los cuerpos de seguridad les garantiza no sólo permanencia, influencia así como más dinero y equipos.
Todo pues ha empeorado y no se ve para cuándo cambie esto.
¿Lograremos una solución con marchas y discursos un tanto dispersos?, ¿Procede la resistencia civil si el gobierno no frena violencia? ¿Realmente Sicilia y quienes aplaudieron ayer su exigencia creen que el presidente Felipe Calderón va a correr al secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna”.
No sé ustedes, pero la verdad es que yo no tengo claro qué con esta marcha. Creo que cada uno de nosotros tenía algún motivo para sumarse a ella, ¿pero en qué coincidimos todos? ¿qué queremos realmente todos?
Javier Sicilia se ha convertido en la voz que de alguna forma resume esto. Su enorme dolor por la pérdida de su hijo Francisco, junto con su lanzamiento no previsto ni deseado al centro de la atención y reclamo de los medios informativos todos, hace que a veces sus pronunciamientos sean dispersos y contradictorios.
Todos lo entrevistan y él quizá a veces ya no sabe qué decir. Pero como sea su voz expresa lo que quizá muchos quisieran señalar. Ayer en el Zócalo fue creo el orador número 60, y ahí pronunció un discurso largo y lleno de figuras, deseos y quejas, exigencia y anuncios en el que, entre otras muchas cosas, dijo:
“Si hemos caminado y hemos llegado así, en silencio, es porque nuestro dolor es tan grande y tan profundo, y el horror del que proviene tan inmenso, que ya no tienen palabras con qué decirse.
“Es también porque a través de ese silencio nos decimos, y les decimos a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad de este país, que no queremos un muerto más a causa de esta confusión creciente que sólo busca asfixiarnos, como asfixiaron el aliento y la vida de mi hijo Juan Francisco, de Luis Antonio, de Julio César, de Gabo, de María del Socorro, del comandante Jaime y de tantos miles de hombres, mujeres, niños y ancianos asesinados con un desprecio y una vileza que pertenecen a mundos que no son ni serán nunca los nuestros; estamos aquí para decirnos y decirles que este dolor del alma en los cuerpos no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad y la balbuciente democracia que estamos perdiendo; para decirnos y decirles que aún creemos que es posible que la nación vuelva a renacer y a salir de sus ruinas, para mostrarles a los señores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos de defender la vida de todos los hijos y las hijas de este país, que aún creemos que es posible rescatar y reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, barrios y ciudades…
“Por eso, les decimos que es urgente que los ciudadanos, los gobiernos de los tres órdenes, los partidos políticos, los campesinos, los obreros, los indios, los académicos, los intelectuales, los artistas, las iglesias, los empresarios, las organizaciones civiles, hagamos un pacto, es decir, un compromiso fundamental de paz con justicia y dignidad, que le permita a la nación rehacer su suelo, un pacto en el que reconozcamos y asumamos nuestras diversas responsabilidades, un pacto que le permita a nuestros muchachos, a nuestras muchachas y a nuestros niños recuperar su presente y su futuro, para que dejen de ser las víctimas de esta guerra o el ejército de reserva de la delincuencia…
“Estamos, pues, ante una encrucijada sin salidas fáciles, porque el suelo en el que una nación florece y el tejido en el que su alma se expresa están deshechos. Por ello, el pacto al que convocamos después de recoger muchas propuestas de la sociedad civil, y que en unos momentos leerán Patricia Duarte y Olga Reyes, que ha sufrido el asesinato de 6 familiares, es un pacto que contiene seis puntos fundamentales que permitirán a la sociedad civil hacer un seguimiento puntual de su cumplimiento y, en el caso de traicionarse, penalizar a quienes sean responsables de esas traiciones; un pacto que se firmará en el Centro de Ciudad Juárez -el rostro más visible de la destrucción nacional- de cara a los nombres de nuestros muertos y lleno de un profundo sentido de lo que una paz digna significa”.
Muy bien, ¿pero quién va a encabezar ese pacto?
A ver si ésta no queda como la sexta marcha nacional mientras el problemón de la inseguridad y la violencia que ya llega a casi 40 mil muertos, no pasa a otra cosa.
¿SENADO EN DUDAS?: Hace ya 10 días, Mayra Correa Hernández, ex corredora de bienes raíces puso de cabeza a coordinadores parlamentarios y autoridades de los tres niveles de gobierno.
Resulta que en una entrevista a Ramón Alberto Garza, director de Reporte Índigo -que ya hacía rato no daba campanazo alguno-, denunció que los ex coordinadores del Senado en la legislatura anterior: el panista Diego Fernández de Cevallos, el priísta Enrique Jackson y el perredista Jesús Ortega se metieron millones y millones y millones de dólares a la bolsa con la compra ilegal del terreno donde ahora se ubica la nueva sede del Senado.
Y no sólo eso: que sus sucesores, el priísta Manlio Fabio Beltrones, los panistas Santiago Creel, Gustavo Madero y ahora José González Morfín, así como el perredista Carlos Navarrete en extraño contubernio, aprobaron la construcción de 18 pisos del nuevo edificio del Senado cuando existen dictámenes y estudios que indican que sólo se podían construir 4 pisos por lo cual irremediablemente la nueva edificación se va a caer.
Ni qué decir que en todo eso va de por medio la responsabilidad del gobierno de la ciudad de México, que finalmente expidió los permisos para construir los 18 pisos del nuevo Senado y los gobiernos de Fox y de Calderón que soltaron los muchisisímos millones de dólares con que finalmente se compro el terreno y se construyó el edificio.
A todo esto le han dado vuelo Ramón Alberto Garza y la conductora Carmen Aristegui, quienes han logrado movilizar a los supuestos involucrados para presentar sus denuncias ante la PGR y dar explicaciones sobre cómo, cuándo y cuánto costó realmente todo eso.
La verdad, es que todo este asunto suena más a una super fantasía de una señora con motivaciones insospechadas como desconocidas, que a algo real. ¿Quién de los antes mencionados podría buscar un ingreso ilícito cuando sabían que la construcción del nuevo edificio del Senado pasaría por muchísimos controles y ojos? ¿Para qué obstinarse en construir un edificio de 18 pisos si todos ellos sabían que se iba a caer? ¿En verdad se coludieron los gobiernos panistas de Fox y Calderón con el capitalino de los perredistas Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard para beneficiar a los antes señalados que son no sólo de partidos distintos sino abiertamente enemigos?
¿En serio, Ramón Alberto Garza y Aristegui le creen a Mayra Correa?