Con el crimen, nada de qué presumir
¬ Luis Ángel García lunes 1, Nov 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La flamante gobernadora de Campeche saludó con sombrero ajeno. Reclamó al presidente el reconocimiento que hizo al mandatario de Yucatán por mantener la menor incidencia delictiva del país, y ella presumió con soberbia que su entidad era la que ostentaba ese primer lugar. De ser cierta la aseveración de Layda Sansores —quien tiene días en el cargo—, el mérito es de su antecesor, Carlos Miguel Aysa González, un priista, por cierto.
Atravesamos por la mayor crisis de seguridad en las últimas décadas, más de cien mil muertos en tres años de gobierno, no paran los feminicidios, se desató la peor violencia política durante el último proceso electoral, la mujer es cada vez más víctima de agresiones sexuales y de violencia intrafamiliar. El crimen organizado no sólo comercia con drogas, también secuestra, extorsiona, cobra derecho de piso. La delincuencia común asalta en el transporte público con más violencia, los robos a casa habitación y de vehículos particulares y de carga no cejan. ¿De qué presume Layda?
Efímera alcaldesa de la tercera demarcación más grande de la CDMX, estuvo más preocupada por cultivar sus aspiraciones a la gubernatura que por resolver los problemas de la Álvaro Obregón, donde persiste una incidencia delictiva muy alta, hay narcomenudeo y adicciones sin combate, enfrenta un caótico transporte público y sin vialidades, se incrementó el abandono de los espacios públicos, el ambulantaje y el comercio ilegal, se dio el crecimiento urbano caótico que disfrazó con algunas clausuras -seguramente esos desarrolladores no cubrieron la cuota-, pero otorgó más permisos para torres de departamentos, oficinas y plazas comerciales, sin que haya la infraestructura que permita el crecimiento sostenible. Y sin política pública de seguridad, se solapó una delincuencia rampante.
Los obregonenses votaron por una alcaldesa por tres años y de tiempo completo que les prometió el oro y el moro; sin embargo, no les cumplió nada, ni trabajó los siete días de la semana -los fines hacía proselitismo en la tierra de su papá, Carlos Sansores Pérez-, ni estuvo pendiente las 24 horas de su alcaldía. Vio a Álvaro Obregón como botín y trampolín político. Ejemplo de ello fueron las denuncias de los propios precandidatos de Morena que la acusaron de desvío de fondos públicos, incumplimiento de pago, negocios con las asignaciones directas y licitaciones y el desvío de dinero a sus actividades de campaña. La criminalidad empeoró con ella en Álvaro Obregón, donde se registraron muchas muertes por el narcotráfico, creció el narcomenudeo y las adicciones, los asaltos en el transporte público se incrementaron, así como el robo a transeúnte y a casa habitación. Simple y sencillamente no hubo una estrategia para combatir a la delincuencia, y cómo la iba a haber si la seguridad ciudadana se la encargó a una mujer cuyo mayor atributo es que fue modelo. Los ciudadanos le cobraron la factura y por ello Morena perdió ese bastión. Por cierto, pobres campechanos, la gobernadora nombró a esa bisoña “funcionaria” responsable de la seguridad en la entidad.
Así que doña Layda -tránsfuga del PRI-, no tiene nada de qué presumir, no bajaron los ilícitos mientras fue fugaz alcaldesa, ni pudo incidir en los resultados sobre incidencia delictiva en Campeche a 45 días de haberse entronizado en el palacio de gobierno. Para poder presumir eficiencia policial deberá de implementar una política pública de seguridad que realmente busque abatir el delito y no ser lambiscona con el presidente como lo hizo cuando AMLO visitó la alcaldía para supervisar las obras de ampliación de la fatídica línea 12 del Metro y lo glorificó al decirle que “un líder como él nace cada 100 años” o su arenga en la tierra de Justo Sierra, donde lo calificó de “líder, guía, libro y poema”. Así no se combate al crimen organizado. No tiene nada de qué presumir.