Traición priista
Freddy Sánchez jueves 28, Oct 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La hora fatal para el priismo está por llegar, puesto que la discusión en la Cámara de Diputados de la reforma eléctrica propuesta por el Presidente, dará paso al gran momento de la definición para los que apoyen o rechacen lo que antes su partido aprobó con la convicción del deber cumplido: la reforma de Peña Nieto.
Un conjunto de normas legales que la nueva ley se propone derogar al acusarse al Ejecutivo federal del pasado sexenio de haber entregado con la más absoluta falta de decencia y rectitud lo que podría ser catalogado como una “mina de oro” para su explotación casi exclusiva por parte de empresarios privados, particularmente extranjeros.
Igual o mucho más que una traición a la patria, puesto que en aras de justificar la imperiosa necesidad de aprobar la reforma que surgió en materia de electricidad desde el Palacio Nacional, el gobierno en turno no ha tenido el menor empacho en tildar, prácticamente, a Peña y su “séquito de poder” de unos “vulgares delincuentes” que uno podría imaginarse que recurrieron a malbaratar un gran tesoro nacional.
Andrés Manuel ha sido categórico al demandar al priismo que rectifique y apruebe su reforma para enmendar lo que hicieron mal en el pasado. Así que de entrada, el tácito señalamiento de corruptos e indecentes para los priistas ahí está a la vista de todo el país, en espera de que los que apoyaron a Peña Nieto desde el PRI modifiquen su postura en torno a lo que antaño vieron como una tarea positiva y provechosa para el bienestar nacional y ahora ellos mismos tendrían que reconocer con su marcha atrás que se dejaron engañar o se “vendieron” descaradamente y engañaron con su voto anterior al país entero. Como “Judas” lo hizo con “Jesús”, el priismo habría cometido traición al incurrir en entregar para “su sacrificio”, lo que equivaldría virtualmente al bienestar futuro de este país, favoreciendo el enriquecimiento de unos cuantos como muchas veces antes se le atribuye haberlo hecho a este partido, promotor y encubridor de muchas corruptelas, según sus críticos.
Los que, obviamente, estarán en condiciones de confirmar lo peor que siempre han pensado y dicho del PRI, en cuanto medio centenar de sus diputados o muchos más incluso, votando por la reforma eléctrica de la 4T, estarían confirmando su falta de valor civil, devaluada integridad y más que infame actitud de un pasado vergonzoso por haber hecho mal aprobando cínicamente la reforma de Peña Nieto o haciendo con idéntico cinismo ahora exactamente lo mismo con la reforma de Andrés Manuel.
Porque de inmorales y “vendidos” antes o ahora, los que anulen lo que apoyaron con anterioridad, difícilmente se escaparán de ser hallados por una parte de la población.
Y es que el cambio a todas luces radical de lo que se hizo y lo que se propone hacer en materia de manejo del sector eléctrico en el país, dibuja claramente dos proyectos distantes del “cielo a la tierra” y, obviamente, uno de ambos es una aberración atentatoria del interés nacional.
Sea por inmoralidad y codicia engañosamente favorable a la sociedad mexicana o ceguera institucional obstinada en repetir esquemas fallidos y perniciosos, una u otra de las reformas deberían someterse a la más escrupulosa revisión de expertos independientes para que hagan ver qué es lo que en verdad conviene que se haga con la energía eléctrica, pensando en beneficiar a las masas y no a élites burocráticas o empresariales que se “froten las manos”, queriendo lograr sin mayores obstáculos sus propósitos de “llevar agua a su molino”.
El Presidente ya dijo que estaría dispuesto a modificar su propuesta, en tanto se respete lo esencial y del PRI depende que eso pueda ocurrir poniendo un sano equilibrio entre las dos reformas, a efecto de que se adopten las acciones encaminadas a desarrollar una industria eléctrica acorde con lo nuevos tiempos, sin abrir “boquetes” para la corrupción ni afectando nuestro entorno, además de tener como ideal el beneficio colectivo primordialmente.
Todo depende pues de que no se cometa un acto de traición priista.