Caso Robles, no hay venganza
Armando Ríos Ruiz miércoles 27, Oct 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
En todos los países del mundo y a lo largo de la historia de la humanidad, se han dado casos de injusticia dictada por los poderosos de todos los ámbitos. La Iglesia ha dejado una estela de crímenes contados y no contados. Los Papas se han visto envueltos en hechos de venganza por el mismo poder y hasta por envidia. Los mandatarios, dueños de una fuerza descomunal, han procedido contra el enemigo y hasta de los amigos, por simple pérdida de confianza.
En otros casos, muchos personajes han sido llevados a la cárcel por mera sospecha, para cerrar temas delictivos. En otros más, por equivocación. Algunos han pagado precios demasiado altos, hasta de 30, 40, casi 50 años de prisión y hasta con la muerte adentro, sin haber cometido el crimen por el cual fueron obligados a pagar con su reclusión. No son pocos los que en Estados Unidos han demandado sumas millonarias de dólares, por los abusos cometidos en su contra.
Joseph Stalin aparece en una encuesta del Centro de Estudios Levada, como el personaje más sobresaliente, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que, desde 1930 inició la llamada Gran Purga o Gran Terror Mundial. “Cientos de miles de miembros del Partido Comunista Soviético, socialistas, anarquistas y opositores fueron perseguidos, juzgados y, finalmente, desterrados, encarcelados o ejecutados en los campos de concentración gulags”.
Hitler es sólo comparable con el anterior y hasta existe una discusión sobre quién de los dos llevó a la muerte a más personas por los motivos que se quiera imaginar. Éste, hasta porque sus víctimas eran de raza diferente. Sin haber movido un solo dedo en contra de alguien. Eran llevados a campos de concentración, en donde la esperanza de vida se recortaba al mínimo, igual que en México durante el mandato de Porfirio Díaz, en la zona henequenera de Yucatán y en los campos de Valle Nacional, Oaxaca.
Tal vez nos fuimos demasiado lejos. Pero todo viene a colación por lo que ocurrió la semana pasada con Rosario Robles. Todo indica que alrededor de su encarcelamiento existe el prurito de venganza de personajes muy poderosos, a quienes les basta con señalar a quien quieran, para que sea sometido a un juicio tan largo como la esperanza de los desvalidos, con la cooperación de los que intervienen en el mismo.
Los argumentos de Ganther Alejandro Villar Cevallos, juez de control del Centro de Justicia Penal Federal del Reclusorio Sur, de negarle la prisión domiciliaria, resultan hasta infantiles. Nadie podría creer que la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, piense ni por equivocación, en abandonar el país, después de dos años encerrada, durante los cuales, sus abogados han desvirtuado todos los señalamientos en su contra.
Si se trata de una venganza, parece que quien la desea ya se excedió, cuando los abogados han demostrado un trabajo denodado para demostrar su inocencia, que han logrado con un éxito que no debe ser reconocido por el juzgador. Parece que la orden es mantenerla hasta que el poderoso deje de serlo, sin importar lo que significa un encierro que obedece a un agravio.
Porque la señora debe pagar sus faltas contra amigos de su verdugo.
Juzgada principalmente por el asunto de la llamada “estafa maestra”, ¿por qué entonces sólo la señora debe pagar, cuando todo México sabe que hubo otros actores, desde el propio Presidente en aquel entonces hacia abajo? ¿Por qué no han ido tras ellos? Hoy gozan de cabal salud, de libertad y de riquezas que les permiten exhibirse en los lugares más caros de otras latitudes del mundo, mientras alguien paga por ellos en una prisión.
No queremos saber qué siente una persona encerrada durante dos años, que espera, no la voluntad, sino la intervención justa del juez, que para la mayoría de los juristas debería haber actuado en su favor, al escuchar que permanecerá en confinamiento. ¿Cuánto tiempo más?