El problema migratorio, talón de Aquiles
¬ Luis Ángel García miércoles 27, Oct 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
El Washington Post publicó recientemente cifras de terror. Las autoridades migratorias estadounidenses detuvieron a cerca de dos millones de ilegales a lo largo de la frontera con México de enero a septiembre de este año y la Patrulla Fronteriza registró el mayor número de arrestos en su historia. Nuestro país fue la mayor fuente de esa migración ilegal con 608 mil compatriotas detenidos. Mientras tanto, la administración Biden espera que el gobierno federal detenga la caravana que salió de Tapachula.
La crisis económica y política que vive América Latina ha recrudecido los flujos de trabajadores en persecución del sueño americano. México, como paso obligado para llegar a los Estados Unidos, se ha convertido en el policía fronterizo que trunca esa aspiración y, además, es virtualmente el tercer país seguro, es decir, acepta en tránsito a todos los ilegales rechazados mientras consiguen asilo o estadía en la Unión Americana. Doble conflicto para el gobierno, ya que mientras en el sur desplaza a militares, marinos, la Guardia Nacional y a los agentes de Migración, en las ciudades fronterizas norteñas tiene que distraer recursos para la atención elemental de los rechazados en sobrepoblados refugios, campamentos o estaciones migratorias.
Tanto las autoridades federales como estatales y municipales han sido rebasadas por miles y miles de migrantes que se niegan a retornar a sus países y exigen comida, atención médica, agua, cobijas, colchonetas y lugares dónde dormir. Ha sido la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y la Iglesia las instancias que auxilian realmente a los centroamericanos y haitianos, incluso les han dado opciones de trabajo y estudio a muchos de ellos. En Tijuana hay una comunidad haitiana que ha conseguido trabajo como intérpretes o maestros de inglés y francés, otros han terminado sus estudios universitarios e incluso hay escritores que publican libros sobre sus experiencias o novelas con temas migratorios.
El comercio es otro de los rubros en que se han ocupado los migrantes, como la gastronomía y la fabricación de artesanías o la pintura naif. Todo bajo el amparo de la acción ciudadana. No existe una política pública federal o estatal que permita, si no resolver, si atender de manera inmediata y eficazmente las necesidades de las familias migrantes, mucho menos puede cumplir con las obligaciones de un tercer país seguro.
Tampoco es mejor el panorama en la frontera sur que a lo largo de los casi tres mil kilómetros de colindancia con los Estados Unidos. México ha tenido que distraer y destacamentar a miles de militares en funciones de agentes migratorios, incluso ha reprimido a los integrantes de las diversas caravanas que intentan cruzar el país para ingresar al otro lado del Río Bravo. Las garitas y estaciones migratorias están atiborradas de hombres, mujeres y niños en situaciones precarias que además han obtenido el amparo de la justicia federal para que no se les detenga.
Sin embargo, los cercos policiacos les dificultan esa travesía. Una enésima caravana, integrada por cinco mil personas, se acantonó en Tapachula y emprendió su andar, el cual fue inicialmente impedido con los escudos de las fuerzas del orden y la Guardia Nacional; sin embargo, la superioridad numérica de los migrantes rompió el pretendido encapsulamiento y continuaron su camino. No sabemos hasta qué punto, las autoridades permitan su avance, lo más seguro es que no puedan salir de Chiapas ni conectar con Oaxaca o Veracruz.
La instrucción americana es tajante, no deben pasar y mientras no se encuentre la solución a las causas que originan ese éxodo, la presión será para las autoridades mexicanas. Los norteamericanos rehúyen implantar los programas asistencialistas que les han propuesto y cada día se ve más lejana la propuesta inicial de la Casa Blanca de aceptar una migración legal ordena.
En la ONU, México debiera abordar el tema y no pretender regañar a los organismos financieros internacionales ni mandar mensajes moralinos sobre la corrupción.