Telmex, empresa estratégica que no necesita ser rescatada
Miguel Ángel Rivera lunes 25, Oct 2021Clase Política
Miguel Ángel Rivera
En algún momento, como reportero en los años 80 del siglo pasado, tenía que cargar una bolsa especial, llena de monedas con valor de 20 centavos, para poder comunicarme con mi redacción y transmitir la información que había logrado conseguir.
Esto ocurría especialmente cuando se trataba de marchas y de protestas en contra del gobierno. Lo importante es que el medio al que servíamos tuviera una visión más o menos actualizada de cómo evolucionaban los hechos.
¿Celulares? ¿WhatsApp? ¿FaceTime? Nada de eso, si teníamos algún acercamiento con la futurología, nos imaginábamos algún sistema de comunicación inalámbrico de comunicación. En ese momento los únicos privilegiados eran algunos empresarios o funcionarios de altísimo nivel que tenían teléfonos inalámbricos en sus automóviles que, para empezar, tenían elevadísimos costos de instalación y de operación.
Hubo un periodo, a partir del terremoto de 1985 que los teléfonos públicos –para los cuales se requerían las monedas de 20 centavos– se convirtieron en gratuitos, pero resultaba casi imposible encontrar alguno que funcionara bien.
En esas condiciones, llegaron los ahora repudiados gobiernos neoliberales que dejaron atrás los monopolios estatales y decidieron dar oportunidad a la empresa privada de incursionar en terrenos que hasta entonces eran exclusivos de las empresas estatales, que por cierto abarcaban muchas áreas, como la fabricación y venta de bicicletas.
El proceso de privatización de las empresas públicas empezó con Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), que de manera destacada dio marcha atrás a la nacionalización de la banca ordenada por su antecesor José López Portillo, quien se definió a sí mismo como el “último Presidente de la Revolución”.
El heredero de De la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, aceleró la privatización, proceso en el cual, de manera destacada, se contó la privatización de la empresa telefónica nacional Teléfonos de México. El beneficiario fue el empresario de origen libanés Carlos Slim Helú, hasta entonces destacado sólo a nivel doméstico, pero que a partir de esa concesión alcanzó relevancia mundial, al grado de que en algún momento fue considerado el hombre más rico del mundo, al tiempo que las “malas lenguas” difundieron la versión de que su nombre, traducido al español, significaba Carlos Salinas.
Slim no está entre los malos empresarios catalogados por la 4T
Al triunfo de la llamada Cuarta Transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, los grandes empresarios del país, salvo excepciones, pasaron a formar parte de los enemigos de la planeada transformación para beneficio del “pueblo bueno”.
Entre los que se salvaron de la condenación se contó Carlos Slim Helú, quien ya había colaborado en programas de alto valor para el presidente López Obrador como el rescate del Centro Histórico de la Ciudad de México, cuando fue jefe de Gobierno del entonces DF.
Como parte de la diversificación de negocios del ya prominente empresario internacional Carlos Slim, algunas empresas de su consorcio obtuvieron contratos para realizar obras en la capital mexicana, como la construcción de la Línea 12 del Metro capitalino.
Para su infortunio, esa línea del Metro registró en mayo pasado un grave accidente en el que fallecieron 26 personas y resultaron lesionadas ocho decenas más.
Los peritajes indican que el desastre provino de fallas en la construcción, pero la empresa de Slim no fue inculpada. De cualquier forma, con espíritu altruista, la constructora aceptó participar en la corrección de los errores e indemnizar a los afectados, lo cual le valió el reconocimiento de la llamada Cuarta Transformación.
La prueba es que el consorcio Carso, en este caso bajo la denominación de América Móvil, encabezado por el mencionado Slim Helú, acaba de recibir la buena noticia de que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) autorizó el periodo de concesión de Teléfonos de México y Teléfonos del Noreste (Telmex) hasta 2056, es decir, por 35 años más.
Es de destacar que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) es un organismo autónomo, de los cuales el presidente López Obrador no tiene muy buena opinión.
También es de notar que el anuncio de que se amplía la concesión no lo hizo el mencionado IFT ni ninguna otra dependencia federal, sino el propio consorcio beneficiado.
Al respecto es de hacer notar que, en algún momento de la historia de nuestro país, Teléfonos de México fue considerado como una institución estratégica, como Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) que actualmente la llamada Cuarta Transformación está empeñada en rescatar, al grado de reformar la Constitución.
Esto no obstante que Telmex es pieza fundamental de uno de los planes del gobierno mexicano para poner al país en los primeros planos de empleo de la tecnología moderna: llevar el Internet a todos los rincones de la República.
En el referido comunicado acerca de la prórroga de la concesión, la empresa de telefonía más grande de América Latina detalló que la prórroga del periodo de vigencia de las concesiones fue solicitada en tiempo y forma por Telmex al IFT en 2016.
También menciona que, como parte del proceso para otorgar las prórrogas solicitadas por la compañía, el IFT acreditó que se encontraba al corriente en el cumplimiento de las obligaciones establecidas en sus títulos de concesión, así como en la ley y demás disposiciones aplicables.
Desde todos los sectores, salen en defensa de la UNAM
Egresado de la Facultad (antes Escuela Nacional) de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, sorprendió que el presidente López Obrador criticara a la llamada máxima casa de estudios de nuestro país.
Este título no es gratuito. Diversas organizaciones internacionales que realizan periódicos estudios comparativos clasifican a la UNAM entre los principales centros de estudios del mundo y, de manera destacada, entre las instituciones iberoamericanas.
Tal vez, en recuerdo de las clases de sus maestros que se presumían de izquierda pero cobraban con la derecha, el primer mandatario lamentó que la UNAM “se haya derechizado, como sucedió en los últimos tiempos”, y señaló que todas las instituciones de educación superior “fueron sometidas al pensamiento neoliberal”.
López Obrador aseguró no actuar de mala fe, pero afirmó que “sí se requiere una sacudida. Es una gran universidad, pero no estuvieron a la altura de las circunstancias”.
Entre otras respuestas, diputadas y diputados del PRI condenaron cualquier tipo de intromisión en la UNAM y destacaron en particular que no puede haber influencia del poder político sobre la cátedra, el debate de las ideas y los académicos y estudiantes, ya que la lucha por la autonomía, es el reflejo del interés de la comunidad por generar conocimiento.
Además, la fracción parlamentaria del tricolor expresó preocupación por el ataque permanente contra las finanzas de todas las universidades públicas, no sólo de aquellos estatales o de la UNAM, también de las universidades politécnicas y tecnológicas.
En el PRI, advertimos que las instituciones públicas de educación superior viven momentos muy difíciles ante la falta de recursos, y lo que pareciera un abandono, por parte del Estado mexicano.
Esto preocupa sobremanera, porque se limita la generación de conocimiento, la formación de profesionistas y de investigadores, sobre todo cuando México demanda de la universidad pública un debate inteligente, autónomo, nacionalista y que sea en beneficio de las y los mexicanos.
Consideramos que es imprescindible hacer prioridad a la educación, la ciencia y la investigación, por lo que el Estado debe realizar una inversión sin precedentes, pero impostergable, para dotar a nuestras universidades de los recursos presupuestales que requieren a fin de asegurar oportunidades, un mejor futuro y preparación, para nuestras niñas, niños y jóvenes, apuntaron los legisladores priistas.
Para el grupo parlamentario del PRI, añadieron, la UNAM se ha distinguido por tener en su seno una gran corriente de pensamiento, por impulsar la difusión del mismo y por atesorar y custodiar las más diversas formas de comprensión de la naturaleza e identidad mexicana.