Romanticismo democrático
Alberto Vieyra G. viernes 22, Oct 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Los griegos de la antigüedad practicaban 24 clases de democracia, entre ellas, la plena que es la más antigua y estúpida que ha tenido la humanidad. La democracia plena se hacía preguntándole al vulgo en plazas públicas e incluso, en escenarios teatrales ¿qué es lo que debería de hacer el gobierno el día de hoy? En una de esas estúpidas consultas, el gobierno griego preguntaría al pueblo si le declaraban la guerra a Esparta que era una nación vecina y amiga. El pueblo votó por el SÍ. Se hizo la guerra y después ya nada volvió a ser igual para Atenas.
¿Por qué hago historia? Mire usted:
El gobierno de López Obrador, quien juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan por 6 años, ahora está empeñado en que el pueblo de México lleve a cabo una romántica democracia que él llama “democracia participativa”, cuando que la propia ley de leyes consagra que en México impera una democracia representativa. Nos encontramos ante una vil patraña, una mezcla de dos chinches palabrejas que en nada se reflejan en las pansas, las mesas y menos en los bolsillos de la gente que históricamente ha servido como borregos pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral para perpetuar a algún partido político en el poder.
Recordaré que, en la antigüedad, los griegos, los sabios mayas y otras civilizaciones en el mundo practicaban también la democracia participativa.
¿Cuál es el espíritu de la democracia participativa? Se trata de la participación del pueblo en las decisiones del gobierno, pero tenía un ingrediente fundamental: Si los gobernantes no cumplían con sus promesas, carecían de ciencia política o sensibilidad humana, inmediatamente se convocaba al pueblo para que, ante este, los gobernantes renunciaran inmediatamente y se fueran a su casa.
En un ejercicio inútil de una supuesta democracia participativa con romanticismo, Andrés Manuel López Obrador nos acatarra con la revocación de mandato para el mes de marzo próximo, es decir que la supuesta democracia participativa diga si se va o se queda por falta de confianza en sus desempeños como Presidente de México, aunque antes tendrá que empujar un plebiscito para reunir, antes de que termine este año más de 3 millones de firmas que lógicamente buscará capturar entre sus adictos para que se pueda llevar a cabo la tan llevada y traída revocación de mandato innecesaria, pero que él presume como un demócrata romántico y arrastra a un pueblo que apenas comienza a entrar en una era de politización pero que todavía no sabe distinguir qué tipo de democracia impera en México.
¿Será la democracia del atolito con el dedo, la democracia de las mentiras y la simulación política, la democracia romántica que presume el presidente, la democracia de las dádivas de clientelismo electoral que cada Presidente de la República mueve a su antojo para perpetuarse en el poder presumiendo de ser un gobierno democrático hasta la pared de enfrente? ¿Qué ocurrirá en México el día que casi 100 millones de electores descubran que la ponzoñosa partidocracia los ha reducido a ser simples borreguitos pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral?