Percepción también es realidad
¬ Luis Ángel García viernes 22, Oct 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Más del 60 por ciento de la población vive con miedo, se siente insegura en su casa, la calle, el trabajo o la escuela. Mientras tanto, el gobierno juega con las estadísticas para convencernos de que los delitos van a la baja. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana mantiene en 64.5 por ciento la percepción de inseguridad de los ciudadanos mayores de 18 años, pero la narrativa oficial hace malabares para comparar cifras a modo. La percepción de inseguridad golpea al Estado de Derecho.
El Inegi informó que el 69.1 por ciento de las mujeres se siente insegura en su localidad, mientras que el porcentaje de hombres es del 58.8. Los lugares donde la población se cree menos segura son el cajero automático (75 por ciento), el transporte público (68.7 por ciento), las instituciones bancarias (61.4 por ciento) y las calles por donde transita cotidianamente (56.2 por ciento).
Pero la inseguridad no solo se refleja en el entorno comunitario, también se siente en casa, donde se incrementó la violencia intrafamiliar en un mayor número de hogares y también creció la cifra de víctimas mayores de 18 años, sobre todo en las mujeres.
Las ciudades con más percepción de inseguridad son Fresnillo, Ciudad Obregón, Irapuato, Coatzacoalcos, Naucalpan y Zacatecas con porcentajes que van del 94.6 al 86.1.
En la presentación de las cifras oficiales sobre inseguridad, las autoridades manejan indicadores distintos. Por ejemplo, si los homicidios suben de un mes para otro, buscan compararlos con el del año anterior o año contra año; si otro delito de alto impacto tuvo una disminución respecto del mes de hace un año, evitan compararlo con el inmediato anterior. No hacen comparaciones metodológicas, es decir no lo comparan mes con mes, año contra año, prefieren no usar el acumulado. De tal suerte que siempre tienen una salida que no se refleja en la percepción.
El fracaso en las estrategias de seguridad afecta la gobernabilidad y el Estado de Derecho. La inseguridad no sólo se mide con la incidencia delictiva, las actividades del crimen organizado y sus sangrientas secuelas como las masacres, el tráfico de armas, la trata de personas, las desapariciones o los desplazamientos forzados. Vulneran otras conductas también el Estado de Derecho.
Es el caso de la toma de casetas de peaje por comuneros, vecinos, seudo estudiantes, “normalistas” y otros grupos sociales que han hecho de la protesta social su modus operandi para convertirse en verdaderas mafias que quebrantan el orden y las leyes, creando también sensación de inseguridad, sobre todo porque la gente ve que no se respeta el marco jurídico.
Tan solo el año pasado se tomaron, en promedio, nueve casetas de peaje diarias, en total 3 mil 331 eventos y se obstaculizaron mil 156 carreteras, con pérdidas superiores a los cuatro mil millones de pesos. Esto sin tomar en cuenta la obstrucción de las vías férreas, lo que ha provocado desabasto y pérdidas millonarias para el comercio, la industria automotriz y de autopartes.
Ante este panorama, es difícil que se pueda revertir esa tendencia, si bien es cierto que la misma encuesta señala una disminución respecto de otros trimestres. La seguridad es la asignatura pendiente de esta administración y no parece factible que se cumplan los pronósticos oficiales de disminuir realmente el delito. La 4T reconoce que si no logra disminuir la inseguridad, no se podrá justificar históricamente.
El reto es enorme, tienen el diagnóstico del problema, pero no cuentan con las herramientas para resolverlo. Sí hay que atacar las causas sociales, pero no con programas clientelares. También hay que combatir literalmente al crimen organizado. De no lograrlo, la percepción será realidad.