Suicidio priista
Freddy Sánchez martes 19, Oct 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si la reforma eléctrica de Andrés Manuel es aprobada y la de Peña Nieto cancelada. La primera sin cambiarle “ni un punto ni una coma” o su equivalente al dejar intacto lo sustantivo de la nueva ley, el priismo difícilmente se quitará el estigma de haber actuado en forma desleal a México.
Ya sea por haber aprobado irresponsablemente lo que Enrique Peña les ordenó que aprobaran o lo que ahora aprueben atendiendo al “llamado a rectificar” que le hizo Andrés Manuel, suponiendo que lo de ahora y no lo anterior exponga al país a enfrentar consecuencias negativas.
Y es que si los señores del PRI, nada o poco de lo que legislaron en el sexenio pasado lo defienden procurando que se conserve en la reforma eléctrica que se discute actualmente en el Congreso, eso podría considerarse como la confesión pública de su probable codicia y corrupción, dando cobijo a lo que les fuera beneficioso en lo personal, sin importar los daños que pudieran causarle al país.
La razón es obvia: al apoyar sin rechistar una nueva ley, contraria diametralmente a la anterior, sería lo mismo que reconocer su mala fe o de plano lo que podría verse como una negligencia criminal al haber obrado contra el país, consciente o inconscientemente, legislando normas eléctricas atentatorias contra el interés la mayoría.
Porque, de qué otro modo se podría catalogar que el priismo en pleno, como dijo el líder Alejandro Moreno que votaría lo hiciera apoyando totalmente la reforma del presidente en turno y dando por cancelada la del pasado sexenio.
Que no acaso lo priistas, panistas y perredistas, supuestamente interesados en promover una reforma estructural que sería favorable a los intereses nacionales, lograron unificar criterios en bien de México y con base en eso legislaron una ley eléctrica que contribuiría a forjar nuevas opciones de bienestar colectivo. Fue entonces una estratagema vil y sin escrúpulos haber “cacareado” por mucho tiempo que lo realizado en común dejando atrás egoísmos e intereses particulares, le estarían dando al país en el mediano y corto plazo una oportunidad de mejoramiento en las condiciones de vida de la población.
Porque, hay que decirlo con toda claridad: echar abajo todo lo que se hizo, en el sexenio de Peña Nieto en el campo energético, como parte de las reformas estructurales, aceptando que fue un error grave tomar el camino que se tomó, si bien no demerita la opción de rectificar, por supuesto que tampoco emprender una nueva ruta justifica creer en que ahora sí los priistas (si reculan de lo que hicieron), están haciendo lo correcto.
Y la duda cabría al no poder estar seguros de si antes engañaron al país o ahora es cuando quieren hacerlo, aviniéndose a los tiempos de cambio que corren, solamente por el afán de no afectar sus intereses particulares. Cómo estar realmente seguros entonces de que lo que ahora se quiere hacer en la industria eléctrica nacional, en efecto es lo que más nos conviene, si quienes estaría apoyando ese criterio fueron los mismos que en el pasado régimen dijeron y avalaron otra cosa.
Qué pensar pues de los priistas: reconocerlos como políticos honestos que reconociendo una falla cometida por ellos decidieron repararla en bien del país, o verlos como actores falaces y acomodaticios que van en dirección a donde les conviene así mismos, mintiendo antes y mintiendo ahora.
Tampoco se trata de que todo lo que ahora se propone, sea rechazado por quienes anteriormente legislaron en sentido contrario, porque habrá sin duda muchas cuestiones a tomar en cuenta para mejorar la normatividad eléctrica y energética en general, lo que quizás convendría que hicieran los señores del tricolor, como sus colegas de antaño de Acción Nacional y el PRD. Ante lo que los dirigentes del PRI pudieran decidir, cabe imaginarse que si dan un paso en falso y no justifican al menos una parte de lo que hicieron en el pasado podrían encaminarse hacia un suicidio priista.