¿Combate a la corrupción?
Armando Ríos Ruiz lunes 18, Oct 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
En México, todo mundo sabe a ciencia cierta, que su Presidente habla diariamente de su combate a la corrupción. Que ha hecho lema de ese supuesto ejercicio. Que es su aparente preocupación. Que debe soñar también cada vez que se queda dormido, con esa obsesión que sólo existe en su cabeza como una pesadilla que lo acosa cada instante de su vida.
Cuando tomó posesión de su encargo dijo: “La transformación que llevaremos a cabo consistirá básicamente en desterrar la corrupción del nuevo gobierno. Bajo ninguna circunstancia, el próximo gobierno de la república permitirá la corrupción y la impunidad. Sobre aviso no hay engaño. Sea quien sea, será castigado”.
Muchos asistentes aplaudieron a rabiar y vitorearon palabras no escuchadas antes. Creyeron fervientemente en el nuevo líder. En el cristo redentor nacido en México para fortuna de sus hijos que, acicateados por la desilusión sexenio tras sexenio, al fin veían aparecer al ángel o a una figura superior que acabaría con todos los males. La espera tan larga había valido la pena.
Los aplausos no han terminado. A pesar de que ya transcurrieron tres años de evidentes desatinos, de abusos en el gabinete y en la familia imperial. De engaños a diestra y siniestra. De despilfarros en aras de borrar un pasado oprobioso. Los que fueron hipnotizados desde antes de la toma de posesión, continúan inmersos en el sopor de la seducción, alejados de la realidad. En muchos casos no hay forma de volverles la conciencia.
El profesor e investigador de El Colegio de México, Fernando Nieto Morales, afirma que a pesar de los discursos de este y otros gobiernos, el país está “empantanado” en el tema de combate a la corrupción. El Inegi, destaca que la tasa de incidencia de la corrupción es muy cercana a la de la incidencia delictiva: 30,456 actos de corrupción por cada 100,000 habitantes, frente a 33,659 delitos por cada 100,000 habitantes.
Fernando Nieto añade: “No ha habido grandes avances. Muy a pesar del discurso oficial que se proclama desde el día 1, que la corrupción se acabó y que estamos en un combate total, la realidad es que la corrupción está ahí y que los avances han sido pues relativamente pocos”.
Un estudio del World Justice Project (WJP) revela que México ocupa el lugar 135 de 139, entre las naciones más corruptas del mundo. Es decir, se encuentra en el mismo nivel de países africanos pobres o envueltos en violencia. Prueba irrefutable de que la insistencia de que “hemos avanzado en el combate a la corrupción”, es una ficción que ni quien la emite cree. Pero hay quiénes sí.
El informe asevera que México pasó de ocupar el lugar 117 en 2019, al 135 en 2021, de las 139 naciones analizadas. Entre ocho indicadores que se utilizan en el análisis, se incluye “Ausencia de Corrupción”, en el que resultamos reprobados. A nivel global, apenas superamos a Uganda, Camerún, Camboya y El Congo. En América Latina y el Caribe, México fue el peor de 32 países analizados.
Además, nuestro país resultó con un Estado de Derecho comparable con Nigeria, Madagascar, Angola y Mali. En el piso o en el abismo aparece Venezuela, modelo de país para nuestro mandatario, empecinado a copiar sus formas de conducción al pie de la letra, seguramente hasta que alcancemos sus niveles de empobrecimiento, de abusos y en una palabra, de corrupción.
El próximo 9 de noviembre, el presidente López Obrador viajará a Estados Unidos, para hablar precisamente del tema, en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Tal vez lo ignora, pero allá sí saben bien de cómo realmente se encuentra México en esta materia. Allá no hay chairos.
El estudio anterior es revelador de la clase de gobierno que hoy tiene México, secundado y admitido con profunda aceptación, con la vista nublada y la ilusión que hierve en el crisol de la esperanza, aún por millones de mexicanos que esperan el verdadero milagro, de resurgir, como el Fénix, de sus cenizas.