La CIA y la sucesión presidencial en México
Alberto Vieyra G. lunes 18, Oct 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1939, el general Lázaro Cárdenas del Río se reunía secretamente en las catacumbas del poder con su compadre Francisco J. Mujica, convertido en el hombre favorito que daría continuidad al régimen socialista del hijo predilecto de Jiquilpan, Michoacán.
El dedo sagrado estaba listo para que el PRI postulara como candidato presidencial a J. Mujica en 1940, pero se atravesaron los que mandan en Estados Unidos y echaron a caminar el ponzoñoso aparato de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) para que por todos los medios evitara que Lázaro Cárdenas postulará a su compadre para dar continuidad al proyecto socialista o social-demócrata del Tata. La CIA operó para que el ungido priísta fuese el general Manuel Ávila Camacho, último Presidente de la República mexicano de extracción militar y Francisco J. Mujica se quedaría chiflando en la loma.
Aunque en un principio, los Halcones de Washington simpatizaban con el socialismo de Lázaro Cárdenas y hasta toleraron la expropiación petrolera porque les convenía, pues sabían que, echando de México a las compañías petroleras inglesas, tarde o temprano los norteamericanos se apoderarían del petróleo mexicano, lo cual ocurrió un siglo después con Peña Nieto.
Pero en realidad, la presencia de la CIA y los tentáculos de los norteamericanos en México no sólo se limitaron a operar la sucesión presidencial en 1940, sino que ha sido cada 6 años y de ello, hay sobrados antecedentes como se relata en el libro La Noche Priiste del 2000, de la autoría de este servidor.
Nada se mueve en México si no es con la luz verde de Washington; por ejemplo, el 16 de julio de 1974, el asesinado periodista Manuel Buendía documentó que un individuo de nombre Richard K. Lorden, agente de la Central Intelligence Agency (CIA) fue quien operó en México parte de la campaña electoral de José López Portillo. Dicho agente ha cambiado de identidad en por lo menos media docena de ocasiones y durante la campaña presidencial de Vicente Fox se le conocería como Ricardo Lorden, representante de la Universidad de Newport, Beach, California, dicho individuo sería la pieza clave con la que los petroleros texanos, los cocaculeros de Atlanta, cigarreras y otras trasnacionales norteamericanas operaron la campaña de Vicente Fox a quien le sugerían qué es lo que debía comer diariamente, cómo debía vestirse, lo que debía hablar en sus discursos y entrevistas ante medios de comunicación. Fox y la CIA convinieron en que debía hablarle a la gente de tú, para que se sintiera que los mexicanos tendrían como presidente de la república a un hombre que les hablaba de tú; solo que ese tú no era un tú de iguales, tampoco un tú solidario, sino un tú de patrón o caporal. Con esa estrategia, Fox enterró la era de la ponzoñosa dictadura perfecta del PRI.
¿A qué viene tanta historia? Mire usted: Los Halcones de Washington están que trinan contra los excesos socialistas y comunistas por parte del régimen de Andrés Manuel López Obrador, quien busca que la continuidad de su gobierno recaiga en su gran favorita Claudia Sheinbaum.
La gran pregunta es: ¿Permitirán los Halcones de Washington la continuidad de un socialismo o comunismo que pretende implantar en México una nueva era de la ya ida economía mixta, lesionado los intereses de poderosas empresas trasnacionales en materia energética que serán nacionalizadas con la contrarreforma eléctrica que AMLO empuja para quitar del camino empresas generadoras de energías limpias y baratas, y hacer que la CFE vuelva a hacer el gran monopolio del Estado mexicano en materia eléctrica? ¿Se repetirá la historia de Lázaro Cárdenas y Francisco J. Mujica? ¿Darán un manotazo los gringos?