El Estado patrón
Alberto Vieyra G. viernes 15, Oct 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
AMLO ha dicho una y otra vez que detesta a las empresas privadas y comulga con las empresas públicas, es decir las empresas creadas por el gobierno. Se trata de una tesis del Foro de Sao Paulo y la ideología comunista.
¿Qué quiere decir AMLO con semejante aberración? Pues que, para él, las únicas empresas válidas son las empresas públicas del gobierno en las que el Estado sea un Estado patrón, en el que parta el queso de todas, todas; cuando que la función del gobierno y del Estado deben ser únicamente de rector o regulador de las empresas privadas.
Durante la era de la llamada economía mixta, el estado mexicano era dueño de más de mil 200 empresas paraestatales o públicas, muchas de las cuales como Pemex, Telmex, la CFE, Banobras y otras, sirvieron como cajas chicas o cajas grandes para que muchos funcionarios públicos se revelaran como vulgares sinvergüenzas e imperara la corrupción, que hasta hoy sigue ahogando a la sociedad mexicana.
No sólo se agudizaría la corrupción cuando el estado era un estado patrón, sino que la mayoría de los politicastros demostraron con creces ser malos, malísimos como empresarios. Siempre, el gobierno ha sido pésimo como empresario. Y es justamente lo que Andrés Manuel López Obrador busca con la CFE y otras empresas del Estado mexicano es que estén por encima de las empresas privadas. Odia a las empresas privadas porque, según él, la mayoría de ellas abusan en el lucro, es decir sus ganancias son estratosféricas. Pero usted y yo sabemos que los empresarios invierten su dinero para crear empleos y junto con los trabajadores, generar la riqueza nacional. Naturalmente que quien invierte su dinero necesita ganar, pues hasta ahora no conozco empresarios que hagan el papel de damas de la caridad.
Los grandes economistas y estudiosos saben que el único papel que debe jugar el estado en el ámbito de las empresas es de ente regulador, de las relaciones laborales, fiscales, económicas; pero única y exclusivamente para evitar abusos, jamás debe hacerlo con la finalidad de regular los mercados, la oferta y la demanda, las relaciones económicas, para eso están los mercados, sobre todo en un mundo multipolar donde impera la economía de libre mercado. Es ahí donde el estado solamente debe estar como el chinito “nomás milando”, que nadie se salga del huacal. Por supuesto lo que nunca debiera hacer el Estado es convertirse en empresario, eso lo vuelve pesado, inoperante, ineficiente y a la larga fracasan las empresas y fracasa el Estado. La mayoría de las empresas del estado que los gobierno priístas y panistas vendieron a particulares, incluyendo los bancos, las telecomunicaciones, los ferrocarriles, etcétera las convirtieron primero en empresas inoperantes hasta convertirlas en empresas odiadas por la gente y de ese modo justificaban su venta entregándolas en auténtica venta de garaje a precios de ganga, como ocurrió con Telmex, que Carlos Salinas vendió a Carlos Slim en mil 800 millones de dólares, una mina de oro con la cual el empresario se convirtió en el hombre más rico de México y aún figura en los primeros lugares a nivel mundial.
No, mire usted esa era del Estado patrón que hoy AMLO quiere revivir ya quedó atrás, el mundo es otro, hoy vivimos en un mundo cambiante en el que imperan los tratados comerciales y México los ha suscrito con más de 50 países y echar reversa hablaría muy mal de México y nos pondría en las grandes Cortes Internacionales con demandas multimillonarias por incumplimiento de eso tratados.
Ni hablar, AMLO se quedó en el pasado, por lo cual su contrarreforma eléctrica está condenada al fracaso porque empinaría a México ante sus socios comerciales, y ya los priístas llegaron a la conclusión de que no van con AMLO ni a misa y desde ahora, el bloque opositor PRI, PAN, PRD trabajan en hacer un candidato presidencial para que AMLO y Morena muerdan el polvo en las elecciones presidenciales de 2024.