Sonrisas, tras el regaño
Armando Ríos Ruiz miércoles 13, Oct 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Desde la llegada de Joe Biden a la Presidencia de Estados Unidos, México se ha visto visitado de manera inusitada por los nuevos funcionarios, en repetidas ocasiones. Algunas de ellas ni siquiera anunciadas o registradas como importantes, aunque lo han sido. ¿Por qué? Porque en el país vecino hay preocupación por la forma en que se gobierna en el nuestro.
Porque lo que aquí ocurre en muchas materias, afecta a los habitantes del país del norte. Como el trasiego de droga, las matanzas que se realizan casi diariamente en muchos estados fronterizos, la cruza de migrantes centroamericanos rumbo a la Unión Americana y hoy más que nunca, la insistencia del gobierno de Manuel Andrés, de consumar su “contrarreforma” energética, que contraviene los planes vecinos de contribuir con toda la fuerza de ese Estado a aminorar la contaminación ambiental.
Aunque México se plegó al Acuerdo de París para contribuir con el plan de bajar las emisiones de toxinas que envenenan el ambiente y contribuyen con la creación del efecto invernadero, que entró en vigor en noviembre de 2016, hoy, nuestro mandatario no lo recuerda, empecinado no sólo en la desobediencia, sino en caminar exactamente en sentido contrario.
La semana pasada se consumó una visita más, integrada por Antony Blinken, secretario de Estado; Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional; y el fiscal General, Merrik Garland. Tras la reunión con el Presidente mexicano y con Marcelo Ebrard, el último declaró sonriente que la reunión fue un éxito. Poco le faltó para decir que los visitantes vinieron a reconocer personalmente todos los aciertos de nuestro gobierno.
Aunque nadie haya hablado de la realidad, podemos imaginarla. Los vecinos convinieron, efectivamente, en el fin de la Iniciativa Mérida, que significaba para Estados Unidos una erogación de miles de millones de dólares para combatir el narcotráfico.
Otros objetivos son la “Protección de los ciudadanos de Estados Unidos, la prevención de delitos transfronterizos, la persecución de organizaciones criminales y la promoción de los derechos humanos y del cumplimiento de la ley”.
Pero también imaginamos el tono. Por ahí se ha filtrado que “Nuestros Buenos Vecinos”, como los bautizó Mario Gill, hablaron fuerte sobre el combate al narcotráfico, que aquí se ha convertido en una verdadera pifia. En una especie de burla para locales y extranjeros. En un consentimiento abierto al actuar de los criminales que hoy por hoy han encontrado cobijo en un gobernante.
Cualquiera, con dos dedos de frente, puede imaginar que la táctica tan llevada y traída de “abrazos, no balazos”, es precisamente un consentimiento tácito a todos los desplantes de los criminales, que en ningún caso pueden ser bondadosos. Todo lo contrario. Seguramente lo dijeron. El procedimiento vale para puras vergüenzas y sólo sirve para engañar a chairos.
Alguien asegura que también exigieron la entrega de algunos capos de la droga y que inclusive pusieron un plazo para que cumpla. Esto, presumiblemente revelado por empleados del gobierno estadounidense que conocen el asunto y que decidieron filtrar la información. Ocurre siempre.
Por otro lado, el representante comercial adjunto de Estados Unidos, Jayme White, se mostró en contra de la política energética que se sigue aquí. Hizo ver que tanto el empresariado como funcionarios de aquel gobierno la desaprueban. Esto quiere decir que pronto habrá noticias que dejarán ver a quien tenga ojos para ver, que Estados Unidos podrá sacar de la manga uno de tantos ases que guarda, en casos de indisciplina o rebeldía, a las que es tan proclive nuestro Presidente.
Desprecia nuestras leyes e instituciones. Vamos a ver si también las del país más poderoso del mundo.