“Pandora Papers” y la falsa moral
¬ Luis Ángel García viernes 8, Oct 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La revelación de que tres mil mexicanos utilizaron paraísos fiscales para depositar sus ahorros, sacar capitales o hacer inversiones no debe escandalizar, desde la nacionalización de la banca, en 1982, la gente de dinero ha preferido asegurar su patrimonio y fomentar los capitales “golondrinos”. Las sucesivas crisis monetarias y las devaluaciones favorecieron la fuga de divisas. Lo reprobable es la evasión de impuestos y la doble moral con la que se manejan empresarios y políticos.
No es un delito que la gente decida llevar su dinero a las Islas Vírgenes o cualquier otro paraíso fiscal, aseguran el futuro familiar, pero no reparan en el daño que le hacen a la economía del país. Es de miles de millones de dólares la sangría que se hace a la nación, la que requiere de inversiones para generar empleos, una banca sólida que puede atender la demanda de créditos para microempresarios o respaldar nuestra moneda. Pero el mexicano prefiere demostrar su individualismo -tan criticado por el Presidente-, que tener confianza en el futuro de su país. Desde la época del populismo de los setenta la iniciativa privada y no pocos políticos utilizaron los bancos americanos para depositar sus dólares, especulaban con la moneda y se favorecían con las interminables devaluaciones.
Mientras tanto, la nación pasaba por una de sus peores crisis económicas con el consecuente deterioro de las clases más necesitadas.
Pero ya estábamos acostumbrados a la utilización de esos paraísos fiscales para encubrir fortunas mal habidas o asegurar el dinero de los grandes empresarios.
Vino entonces la promesa electoral de que primero estaban los pobres y que se erradicaría el mal endémico de la corrupción. Más de treinta millones de mexicanos se ilusionaron con la propuesta de un gobierno diferente, de gente impoluta que castigaría los excesos y el desvío de los recursos que eran para los más necesitados. La nueva moral anunciaba un país idílico, utópico, donde ya no habría pobres, se lograría la igualdad social y la equitativa distribución de la riqueza. El gobierno, integrado por hombres sin mácula, sería el mejor garante de la nueva bonanza.
Sin embargo, el periodismo de investigación revelaría la terca realidad. Los nuevos funcionarios son igual de inmorales que los neoliberales. Cierto, los servidores públicos pueden tener otros recursos lícitos, más allá de los emolumentos que los obligan a vivir “en la honrosa medianía” que pregonaba Juárez y a la que los ha orillado el Presidente. Lo que solo opera para los burócratas del servicio civil de carrera, para los servidores públicos “aspiracionistas” que quieren ganar decorosamente y dar un mejor futuro a sus hijos, pero que se ven frenados por un mandatario que les recorta el salario, les quita prestaciones y los obliga a “donar” parte de sueldo para apoyar sus causas o extravíos.
Vendieron una falsa moral, resultaron tan corruptos como los anteriores, porque evadir impuestos es una forma de corrupción; además, de dónde salió tanto funcionario rico que ahora está en el sector público por mero altruismo. Resulta infantil la justificación del secretario de Comunicaciones que informó a su jefe que los millones depositados en un paraíso fiscal era su liquidación de cuando laboró en la iniciativa privada, pero que lo defraudaron.
Insisto, no es un delito sacar dinero del país, sino defraudar al fisco. Aquí el SAT no perdona a nadie, desde el trabajador más modesto hasta los causantes mayores, todos pagan sus contribuciones, incluso hasta persiguen a quienes recibieron la condonación por el tipo de régimen en el que tributaban.
Ahora, las autoridades hacendarias deberán exigir a esos malos mexicanos, empresarios y funcionarios, cuentas claras y no hacerlos víctimas. Su inmoralidad afecta tanto al país como las acciones del delincuente común.