Un salto al pasado
Alberto Vieyra G. jueves 7, Oct 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El 21 de octubre de 1960, Adolfo López Mateos célebre por mujeriego y con el mote de López paseos nacionalizó la industria eléctrica con los votos del otrora poderoso PRI. Era la era del trasnochado nacionalismo priista y del estado social, más tarde traicionado por los gobernantes priístas tecnofondomonetaristas que se echaron en brazos del neoliberalismo económico que consagra el Decálogo de Washington.
Pero, ¿cuál era ese famosísimo decálogo que los gobiernos tecnofondomoneraristas de México entregaran en charola de plata más de mil empresas del Estado mexicano a particulares, entre ellos parte del sector energético?
El decálogo es:
- Disciplina presupuestaria.
- Reorientación del gasto público desde los subsidios indiscriminados a actividades ineficientes hacia la sanidad, la enseñanza primaria y las infraestructuras.
- Reforma fiscal encaminada a ampliar la base imponible y a mantener tipos marginales moderados.
- Liberalización financiera (sobre todo en lo relativo a los tipos de interés).
- Tipo de cambio competitivo.
- Apertura comercial.
- Liberalización de la inversión directa extranjera.
- Privatización de empresas públicas.
- Desregulación (eliminación de barreras a la entrada y salida en los mercados de trabajo y de productos).
- Derechos de propiedad garantizados.
El próximo 21 de octubre se cumplirán 61 años de aquella expropiación de la industria eléctrica que fue tan estruendosa, no tanto como la petrolera, pero los mexicanos que se alumbraban con velas, quinqués de petróleo o gasolina aplaudieron que López Mateos echara de México a las careras empresas generadoras de electricidad como la Mexican Light and Power Company de origen canadiense y capital multinacional y la American and Foreing Power filial de la Electric Bond and Share, las cuales no estaban interesadas en el desarrollo industrial, comercial y agrícola del país; solo buscaban ganancias rápidas.
¿Por qué hago historia? Mire usted, Andrés Manuel López Obrador se está echando un salto al pasado de 61 años, pues quiere pasar a la historia como aquellos presidentes reformadores y nacionalistas como Lázaro Cárdenas o López Mateos, con una contrarreforma eléctrica regresiva que busca devolverle a la Comisión Federal de Electricidad el monopolio de la generación eléctrica que tenía con la nacionalización de la industria eléctrica promovida por López Mateos.
Hoy, el PRI con solamente 71 diputados federales tiene en sus manos hacer que AMLO concrete su reforma constitucional o la aborte pues, aunque el régimen morenista se ufana en hacer creer a los mexicanos que “la electricidad era tuya, te la vamos a devolver”, no es más que otra de las casi 60 mil mentiras de AMLO toda vez que la electricidad prácticamente nunca ha sido de los mexicanos y cuando lo fue estuvo por las nubes y otra vez estará por las nubes. ¿Por qué? Por supuesto que eso no lo dicen ni AMLO, ni sus aliados, pero la electricidad no bajará mientras en el plano internacional, los precios del petróleo estén por las nubes y diariamente van pa´rriba, pa´rriba, pa´rriba…
Así que, si AMLO quiere que nos traguemos la píldora de que la electricidad será más barata en manos del Estado mexicano, pues entonces tendrá que destinar un millonario subsidio del gobierno federal para que la electricidad sea más barata, pero no hay duda que estamos ante un sueño guajiro, como ocurre con el Gas Bienestar, que hoy está al mismo precio que lo venden los grandes especuladores de la industria gasera del país.
Además, AMLO tendrá que hacer derroche de nuestros dineros públicos pagándoles a las empresas generadoras de electricidad instaladas en el país; porque de no hacerlo, México enfrentará a millonarias demandas internacionales a cargo de esos inversionistas que no están dispuestos a que sus inversiones las mande a la basura un régimen comunista y nada republicano.
Pero, también los empresarios no están dispuestos a pagar electricidad cara y menos perder sus privilegios que obtuvieron con anteriores gobiernos bajo la promesa de generar empleos para los trabajadores de México. Así que el salto al pasado de AMLO se ve con muchos, pero muchos obstáculos.