PRI defendió la reforma de EPN, pero tal vez ahora encuentren una “más mejor”
Miguel Ángel Rivera lunes 4, Oct 2021Clase Política
Miguel Ángel Rivera
El tercer intento del presidente Andrés Manuel López Obrador de revertir la reforma energética impulsada por su antecesor, Enrique Peña Nieto, pondrá a prueba a todos los partidos, pero en particular a las reducidas bancadas de dos institutos políticos con tronco común: el PRI y el PRD.
Surgido de una fusión de fuerzas de izquierda, entre ellas una fracción del antes invencible PRI, el PRD fue una de las fuerzas que, con mayor empeño, se opusieron a la privatización de las industrias petrolera y eléctrica.
Entonces, en 2013, todavía el sol azteca tenía como uno de sus guías al ya para entonces dos veces derrotado candidato presidencial, quien se decía despojado como producto de un fraude, pero que no confiaba plenamente de una organización que era dirigida por sus rivales internos, “Los Chuchos” y que, por lo mismo, ya preparaba el terreno para crear un nuevo partido, que sería el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), ahora ampliamente mayoritario.
La diferencias se ahondaron a partir del éxodo registrado en las filas del PRD para engrosar las filas del nuevo partido, en donde todo responde a la única voluntad de su líder y guía, mucho más a partir de su arrolladora victoria en las elecciones de 2018.
A pesar del ya evidente distanciamiento, las dos fuerzas de “izquierda” lucharon dentro de la corriente que se opuso a la reforma de Peña Nieto, por considerar que se privatizaba un patrimonio que debería ser exclusivo para los mexicanos a través de dos empresas de estado, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex).
La división fue muy marcada. Se formaron dos bloques, uno a favor y el otro en contra del ingreso de la iniciativa privada en esos dos sectores estratégicos.
En los últimos días de 2013, el Congreso de la Unión aprobó la reforma energética enviada por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, gracias al bloque conformado por PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza y sin atender las protestas de los partidos de oposición.
De lado contrario se colocaron los legisladores del PRD, del PT y de Movimiento Ciudadano, pues para entonces todavía Morena no tenía representación en el Congreso y muchos de sus luego militantes se alineaban en otros partidos, particularmente en el PRD.
Como ahora, se repite, pero a la inversa, en las dos cámaras del Congreso de la Unión, los legisladores del PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza bloquearon más de un centenar de reservas de la oposición y conformaron una mayoría calificada para aprobar la iniciativa del entonces presidente EPN.
Casi ochos años después, viene la resaca. Ahora los que tienen el control son Morena y sus rémoras del PT y PVEM, que tienen la oposición de las muy disminuidas bancadas del PRI, del PAN y de su ex aliado, el PRD.
Hasta ahora, el partido oficial y sus satélites prácticamente no han tenido problemas para realizar las reformas constitucionales que más les interesan, especialmente durante la recién concluida LXIV Legislatura, donde tenían mayoría calificada o lograron operar para “convencer” a legisladores de “oposición” para que depusieran su resistencia al menos temporalmente. Aprobadas las reformas en lo general, posteriormente resultaba relativamente fácil rechazar una tras otra las reservas de la oposición. Vale insistir: lo mismo pero al revés.
Las reformas en materia energética,
las que generan más resistencia
A pesar de que su líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador no rehúye los choques frontales, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación emprendió los cambios en materia energética de una forma un tanto soterrada.
En mayo de 2020,el Diario Oficial de la Federación publicó un decreto de la Secretaría de Energía, titulado Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, por el cual se intentaba fortalecer a la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de paso a Pemex, en la generación eléctrica.
La medida fue impugnada por las empresas privadas afectadas, que obtuvieron amparos de jueces federales, y, sobre todo, por la Comisión Federal de Competencia, por considerar que la Secretaría de Energía asumía facultades que le correspondían.
El pasado 3 de febrero de 2021, con 4 votos a favor y uno en contra de la ministra Yasmin Esquivel, la Segunda Sala de la Corte invalidó definitivamente 22 puntos clave de la política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional.
“El Acuerdo por el que se emite la Política de Confiabilidad (…) obstaculiza el cumplimiento de las finalidades constitucionales que se encomendaron a Cofece”, precisó el fallo.
Aunque no invalidó por completo la política de Sener, la Suprema Corte determinó que CFE no podrá participar en la elaboración de lineamientos y criterios de confiabilidad para la planeación y operación del Sistema Eléctrico Nacional, como definió el acuerdo.
Ante este fallo, el presidente López Obrador optó por una reforma directa de las normas que regulan las industrias eléctrica y petrolera, lo cual se presentó como una “reforma” al sector, para anular los cambios aprobados en el sexenio anterior.
La maquinaria legislativa encabezada por Morena impuso su peso y logró que se aprobaran las reformas propuestas por el primer mandatario, “sin cambiarle una coma”. El bloque oficial lo conformaron Morena, PES y PT que del lado opositor estuvieron PAN, PRI, PT y MC, a los cuales se sumó de última hora el PVEM, supuestamente en defensa del medio ambiente al oponerse a la generación de electricidad mediante la quema de combustibles fósiles altamente contaminantes.
En contra de su férrea oposición a la reforma de Peña Nieto, el PRD ahora la defendió frente a los cambios propuestos por López Obrador.
La diputada Mónica Almeida López, del PRD, sostuvo que la iniciativa es claramente “anticonstitucional, violatoria de los tratados internacionales, representará la fuga de inversiones y nos hundirá más en esta crisis económica”.
¿Qué es lo que tiene que pensar el PRI?
Como el decreto que la antecedió, esta reforma también ha quedado sin efecto por decisión del Poder Judicial Federal. Siguió la misma ruta y está en suspenso.
Por eso el presidente López Obrador decidió tomar el camino radical de una nueva reforma constitucional que comprenda tanto la actividad petrolera como la generación y distribución de electricidad, con el novedoso agregado de reclamar para el Estado mexicano la explotación del litio, mineral que ha adquirido gran relevancia en el mundo moderno para la elaboración de pilas, en particular para los nuevos autos eléctricos.
Luego de anunciar la nueva reforma, el primer mandatario le turnó al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, explicar los principales aspectos de los cambios propuestos.
De conformidad con esta iniciativa, dijo el funcionario al que tanta deferencia del jefe del Ejecutivo ha elevado al grado de precandidato presidencial, se modificarán los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución. Con ello la CFE ahora será un organismo con “personalidad jurídica propia”.
“Se trata de rescatar y fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), garantizar a través de ella la seguridad energética del país, en este caso de la industria eléctrica nacional y que sea posible que haya electricidad a menor costo para los mexicanos, que todos podamos tener acceso a electricidad y a mejores precios”, dijo López Hernández en la ‘mañanera’.
Con anterioridad, el presidente López Obrador había dicho que buscaría votos a favor de su reforma en las filas del PRI, lo cual dio origen a rumores de que resurge el PRI-MOR.
Algunos cuadros del tricolor expresaron de inmediato que no se someterían, pero la dirigencia nacional del tricolor, encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, emitió un comunicado en el que anuncia “que estará reflexionando y analizando los alcances de la propuesta, de manera coordinada con las diputadas y los diputados del Grupo Parlamentario de este instituto político”.
Aquí viene una pregunta elemental: ¿qué es lo que tienen que pensar?
Hace ocho años defendieron con pasión la reforma de Peña Nieto, la cual fue firmada, entre otros muchos, por el entonces diputado -que ahora está de regreso a la Cámara- Alejandro Moreno Cárdenas.
Claro, ahora podrían decir, que se encontraron una “más mejor”.