Proclaman beato a Juan Pablo II
* Especiales, Mundo lunes 2, May 2011- Su festividad se celebraría el 22 de octubre, día de su coronación en 1978 como Papa
Frente a cientos de miles de peregrinos en la Plaza de San Pedro y calles aledañas, el papa Benedicto XVI beatificó a su antecesor Juan Pablo II, en un festejo jubiloso en honor de uno de los pontífices más amados de la historia.
Hablando en latín, Benedicto XVI declaró que Juan Pablo II podía ser llamado en lo sucesivo beato y que su festividad se celebraría el 22 de octubre, día de su coronación en 1978 como Papa.
La multitud estalló en gritos, aplausos y lágrimas en el momento de develarse una enorme foto de Juan Pablo sonriente sobre la logia de la Basílica de San Pedro.
Ataviado con vestimenta de Juan Pablo e inclinándose para besar a bebés, el papa Benedicto XVI arribó minutos después de las 10:00 horas a la enorme plaza ocupada por peregrinos de todo el mundo.
El escenario recordaba el de los últimos días de Juan Pablo II en 2005, cuando unas 3 millones de personas realizaron vigilias bajo la ventana de su estudio y le rindieron el último homenaje cuando murió.
La proclamación se produjo después que el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, acompañado del postulador de la causa, el polaco monseñor Slawomir Oder, solicitase al Papa la beatificación (inscribirlo en el libro de los beatos).
Después, leyó una biografía del primer Pontífice polaco de la historia, nacido en Wadowice el 18 de mayo de 1920 y fallecido en Roma el 2 de abril de 2005.
“Acogiendo el deseo del cardenal Agostino Vallini, nuestro vicario general para la Diócesis de Roma, de otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles y después de haber obtenido el parecer de la Congregación para la Causa de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica concedemos que el venerable siervo de Dios, Juan Pablo II, de ahora en adelante sea llamado beato”, fue la fórmula de beatificación pronunciada por Benedicto XVI.
Tras la proclamación, sor Tobiana, la monja polaca que cuidó a Juan Pablo II hasta su muerte, y sor Marie Simon Pierre -cuya curación de manera inexplicable para la ciencia de la enfermedad de Parkinson que padecía, ha llevado a la beatificación del papa- llevaron hasta el altar mayor un artístico relicario fabricado para la ocasión con una pequeña ampolla con sangre de Karol Wojtyla.
La beatificación busca elevar la moral de una iglesia golpeada por la crisis de los abusos sexuales de menores, pero también ha provocado la indignación de los grupos defensores de las víctimas, porque el escándalo se produjo durante el pontificado de 27 años de Juan Pablo II.
Reinaba un ambiente de fiesta: monjas sentadas en círculo tocaban guitarras y cantaban himnos, hombres alzaban a sus niños sobre sus hombros para que pudieran ver sobre las cabezas de la multitud y grupos de jóvenes católicos agitaban banderas de Argentina, Polonia, Francia y Gran Bretaña.
La seguridad era estricta: amplios sectores de Roma, a kilómetros del Vaticano, estaban cerrados al tráfico automotor, helicópteros surcaban el cielo, lanchas policiales recorrían el cercano río Tíber y unos 5 mil agentes uniformados patrullaban las barricadas para asegurar que los religiosos, las delegaciones oficiales y los poseedores de los codiciados pases VIP pudieran llegar a sus lugares.
Asistieron los príncipes herederos de España, Felipe y Letizia, junto con el premier italiano Silvio Berlusconi; el presidente mexicano Felipe Calderón; el ex líder del Sindicato Solidaridad y ex presidente polaco, Lech Walesa, así como el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, quien pudo asistir a pesar de estar vedada su presencia en territorio europeo, prohibición que no se extiende a la Santa Sede.
Miles de peregrinos, muchos de ellos polacos, pasaron la noche en puentes y plazas de la ciudad y acudieron a San Pedro apenas se abrieron las barreras con una hora de anticipación. Parados hombro con hombro, ocuparon la Via della Conciliazione, el bulevar principal que conduce al Vaticano, así como las calles laterales y los puentes que cruzan el Tíber a San Pedro.
“Estoy muy orgullosa de Juan Pablo. Era mi Papa cuando era niña”, dijo Alice Wirwicka, una polaca de 21 años, que viajó 17 horas en autobús desde Szczecin para la ceremonia.
Fue la beatificación más rápida de que se tenga conocimiento, apenas seis años después de la muerte de Juan Pablo. Benedicto XVI inició la causa sin esperar a que pasaran cinco años, como es tradición, respondiendo a los clamores de “Santo Súbito” que se escucharon durante el funeral el 2 de abril de 2005.
El sábado por la noche un enorme cartel de “Santo Súbito” decoraba el costado del Circo Máximo, donde una vigilia de oración inició las celebraciones.
Durante la noche se escuchó el testimonio de la monja Marie Simon-Pierre. “Murió siendo santo”, dijo el cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario de muchos años del difunto Pontífice.
Júbilo en México por beatificación
Luego que Juan Pablo II fuera proclamado beato en el Vaticano por su sucesor, Benedicto XVI, miles de fieles en varios estados de México celebraron la madrugada de ayer en parroquias, estadios y espacios públicos este gran acontecimiento.
En medio de un ambiente festivo, los católicos oraron, cantaron y lanzaron vítores y porras en honor del ahora beato, quien visitó en cinco ocasiones territorio mexicano.
En Puebla, estado donde estuvo el ‘Papa peregrino’ en 1979, los fieles mostraron su regocijo en el Seminario Palafoxiano, donde permanecían en vigilia de oración.
Por otra parte, el estadio Jalisco fue el escenario donde 30 mil católicos festejaron que Karol Wojtyla haya sido declarado beato.
En el Domo de la Feria de León, Guanajuato, cientos de creyentes, en su mayoría jóvenes, presenciaron la ceremonia religiosa desde el Vaticano.
Mientras, en el estadio La Corregidora, de Querétaro hacían vigilia con motivo de la beatificación del ‘Papa viajero’, por lo que se escucharon oraciones y cantos.
En ciudades como Chilpancingo y Toluca, cientos de fieles católicos estallaron de algarabía en parroquias, al escuchar la proclamación hecha por Benedicto XVI.
Otros estados donde se mostró la alegría de los católicos por la beatificación del Papa polaco fueron Michoacán, Veracruz, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Zacatecas.