Los caprichos de Palacio
Alberto Vieyra G. martes 24, Ago 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Los caprichos del Presidente recibieron la semana pasada, un sonoro revés político que tal vez algún día lo lleve a conocer la humildad. AMLO en los casi 3 años de gobierno ha actuado con la tiranía de un niño caprichoso enfermo de infantilismo crónico.
En las elecciones pasadas del 6 de junio, AMLO y su Morena perdieron la mayoría calificada, es decir 335 curules, pero el Presidente que es experto en la simulación política dijo que no pasaba nada y que, con su mayoría simple en la Cámara de Diputados, 251 curules podría hacer sus caprichos a los que nos ha acostumbrado en casi 3 años de desgobierno. No, esos caprichos de infantilismo crónico parecen haber terminado.
El boque opositor en la Cámara de Diputados integrado por PRI, PAN y PRD le enseñó al Presidente que la era de sus caprichos se acabó y que ahora impera en México el equilibrio de poderes. Hasta en dos ocasiones, el bloque de contención referido evitó que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión convocara a un caprichoso, innecesario y absurdo periodo extraordinario de sesiones para aprobar “al vapor” la Ley Reglamentaria del artículo 35 constitucional para la Revocación de Mandato.
Como todo un dictador, AMLO es un niño caprichoso, sí está enfermo de infantilismo crónico y vale la pena recordarle lo que reza el tumbaburros de la Real Academia Española que define:
Un capricho es una idea o propósito que uno forma arbitrariamente, fuera de las reglas ordinarias y comunes, sin razón.
Como acto psicológico es un acto de la voluntad imperfecto. Toda su importancia y estudio se reduce al análisis de una perturbación cualquiera de la potencia estimativa que, por flojedad de carácter, voluntad débil o antojos no contrariados, merma a su vez la potencia volitiva y conduce al ser humano, inteligencia libre, a obrar contra razón y contra toda norma moral o equitativa. Del capricho a la aberración del gusto, a la transgresión legal y a la delincuencia, no media gran distancia.
Como era lógico, el palo político asestado por el bloque opositor enfureció al niño caprichoso de Palacio que montado en cólera arremetería contra opositores y todo lo que se mueve y no piensa como él. ¡Imposible de pensar como él! Dijo:
“Se unieron políticos, corruptos, la mayoría de los medios de comunicación, los sectores más retrógrados, salió el pensamiento rancio, conservador que se mantiene desde el siglo 19; porque les molesta mucho que se ayude al pueblo, que se destinen recursos para ayudar a la gente más humilde. Aunque van los domingos a misa, porque su doctrina es la hipocresía, fíjense el grado de prepotencia y arrogancia”.
Sí, AMLO está ávido de simulación política. AMLO fue electo por 6 años y juró cumplir y hacer cumplir la Constitución, de tal forma que no se entiende su capricho de infantilismo crónico para que, en la Revocación de Mandato del próximo mes de marzo, la gente diga si se va o se queda. Ese ejercicio innecesario y absurdo tiene que ver con su narcisismo. Él quiere que la gente le diga que es lo máximo, que no es el “falso mesías”, que el “pueblo bueno y sabio” lo ama hasta la pared de enfrente, que sus opositores son unos jijos de la rechintola, cuando él es la pureza política y democrática que México esperaba.
Por ahora, está claro que sus opositores políticos le recordaron al Presidente que en México hay equilibrio de poderes para que vaya aprendiendo lo que debió saber antes del inicio de su caprichosa “dictadura”.